Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen I. William Nordling J.
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen I - William Nordling J. страница 17
3. Las emociones influyen en las capacidades intelectuales y espirituales. Las emociones influyen en las capacidades intelectuales y espirituales, ya sea de forma positiva o negativa; por ejemplo, influyen positivamente cuando la ira justificada ayuda a actuar con justicia, o negativamente cuando una fuerte reacción de ira ante una injusticia ciega a una persona a la hora de llevar a cabo sus obligaciones racionales y caritativas, y le impide ver a la persona que cometió la injusticia y las condiciones que pueden haber hecho que esta no sea totalmente voluntaria.
4. Las capacidades intelectuales y espirituales influyen en las emociones. Las emociones están influenciadas por los juicios intelectuales y los compromisos espirituales. Las emociones se crean o perfeccionan, por ejemplo, cuando una decisión razonable de corregir un error da lugar a una ira justificada, que motiva a la persona para que esté atenta a la injusticia, a enfrentar la oposición con valentía y a perseverar hasta el final (Mc 7:11).
5. Influencia social en las emociones. Las emociones tienen un contexto interpersonal y cultural. Las emociones son influenciadas por otras personas y grupos, tanto en el momento presente como en la experiencia temprana. Por ejemplo, la vida emocional de una persona queda influenciada por las experiencias entre los cónyuges, padres, familia, amigos, colegas de profesión, entornos políticos y comunidades religiosas; y por supuesto en nuestro modelo también por la gracia divina. Además, un individuo no solo depende del equilibrio emocional procedente de sus redes sociales, sino también de ayudar a otros a regular sus compromisos y elecciones. Esta vía de doble sentido que regula las emociones requiere que los individuos y los grupos intenten comprender la emoción y emplearla para el bien de ellos mismos y de los demás.
6. Virtudes basadas en la emoción. Una persona puede desarrollar disposiciones habituales (virtudes) que la ayuden a regular sus emociones en la búsqueda del bien. Se distinguen de las demás virtudes, es decir, de las que se basan en la cognición (razón práctica) y la voluntad (esperanza, caridad y justicia). Las virtudes basadas principalmente en la emoción tienen como objetivo integrar a la persona utilizando la razón, la voluntad y los compromisos interpersonales. El reconocimiento de la plasticidad de las emociones, de su capacidad de involucrar a decisiones habituales y de estar influenciadas por la razón y la voluntad subyace a la convicción de que las capacidades emocionales pueden transformarse en virtudes morales. Las características de la emoción hacen destacar la importancia de las virtudes basadas en la emoción (por ejemplo, como actos, disposiciones para actuar, razones para actuar, así como en la dimensión trascendente de los actos). Las virtudes basadas en las emociones incluyen el coraje, la paciencia, la ira justa, la perseverancia, la esperanza y el autocontrol. Los vicios basados en la emoción incluyen la cobardía, la impaciencia, la ira destructiva, la indiferencia, la desesperación y la indulgencia (Jn 2:15 y 11:35).
7. Importancia de las emociones en la acción moral. La emoción es necesaria pero no suficiente para la acción moral. Las emociones bien reguladas, junto con las contribuciones de la razón, la volición y otras personas, son necesarias para una acción moral virtuosa. Las emociones hacen que uno sea consciente de los bienes, valores y objetivos importantes. Motivan a la persona a tomar elecciones morales y realizarlas. Contribuyen al desarrollo y a la curación, conectando las capacidades básicas esenciales y vinculándonos interiormente. Constituyen una parte de la realización diaria y un anticipo de la beatitud divina. Las emociones bien ordenadas sirven, además, como contraste y correctivo de la tendencia a vicios como el orgullo, la codicia, el adulterio, la presunción, el miedo o la impaciencia. Las emociones desordenadas juegan diferentes papeles en la acción inmoral o en el bloqueo de los actos morales: ciegan o distorsionan la visión de la verdad, de lo que es bueno, por ejemplo, a través de sesgos egoístas y racionalizaciones; hacen más difícil concentrarse en el fin y cumplimiento de la acción moral virtuosa, y tienden a distraer a una persona de sus objetivos morales y espirituales, los cuales forman la llamada a la bondad, a los compromisos de vida y al trabajo.
8. Unidad, pero bajo distinción de afecto (emoción y voluntad). El afecto humano se entiende en la tradición filosófica como algo que involucra tanto al afecto emocional como al afecto volitivo. El afecto sensorial (emoción) es el tipo de atracción mediada por la experiencia sensorial-perceptiva, por ejemplo, cuando sentimos la esperanza de alcanzar un bien lejano y difícil, como encontrar comida en medio de una hambruna. El afecto intelectual (voluntad o volición) es un tipo de atracción mediada por la razón, por ejemplo, cuando elegimos un buen medio para conseguir un buen fin propuesto por la razón, como podría ser una solución verdaderamente buena y satisfactoria un conflicto familiar. Como capacidades sensoriales e intelectuales, respectivamente, la emoción y la voluntad expresan diferentes dimensiones del afecto, por ejemplo, la distinción entre el amor (como emoción) y la caridad (como voluntad). (Esta distinción se examina con más profundidad en la premisa XI, sobre la persona como volitiva y libre).
9. Emoción religiosa o espiritual. Existe un tipo especial de emoción dentro de la emoción espiritual. Dado que las virtudes teológicas, como la caridad, están enraizadas en la persona íntegra, la emoción religiosa se desprende de la vida trascendente de la gracia. El don de la gracia de Dios informa y perfecciona la naturaleza, y en este caso informa de la naturaleza de las emociones. El ser humano se siente confiado, animado y apegado cuando se encuentra situado entre experiencias de fe, esperanza y caridad hacia Dios, el prójimo y uno mismo. Sin embargo, la motivación volitiva y el compromiso de la caridad influyen en la emoción del amor, sin reducirse a él. La caridad no siempre acompaña a los sentimientos de ternura o vinculación, ni los sentimientos de ternura proceden necesariamente de la caridad. Sin embargo, un firme compromiso de caridad ayuda a mediar las experiencias emocionales, tanto cotidianas como religiosas.
X. Racional
Las personas son seres inteligentes y buscan activamente la verdad y la libertad. Al ser racionales, disponen de diferentes niveles y tipos de inteligencia y conocimiento. Expresan su racionalidad mediante el lenguaje, a menudo en forma de narrativas.
1. Inclinaciones racionales. Los humanos tienen inclinaciones racionales para buscar y conocer la verdad, así como para encontrar su realización (Jn 8:31-32).
2. Objetos de conocimiento. Los humanos son capaces del conocimiento de a) ellos mismos, los demás y Dios (Rom 1:19-20); b) el orden creado (Sal 8:6-7); c) la verdad, incluyendo la verdad divinamente revelada (Lc 8:10); d) la belleza de toda la creación y de Dios (Sal 8: 1-2), y e) el bien y el mal, y que el bien se haga y se persiga, y el mal se evite (Jn 14: 15).
3. Sentido y conocimiento intelectual. El conocimiento humano es sensorial (incluidos los instintos), perceptivo, cognitivo e intelectual, y este último puede ser intuitivo (por ejemplo, la perspicacia), discursivo (por ejemplo, el razonamiento) e infundido (a través de la gracia). El autoconocimiento y el conocimiento del mundo se apoyan en influencias «ascendentes» o «descendentes» y pueden provenir incluso de fuentes que originalmente no son conscientes. Ejemplos de influencias no conscientes ascendentes son las inclinaciones naturales a la familia, que incluyen los instintos (por ejemplo, el impulso sexual) y otros esquemas y defensas cognitivas no conscientes relativas a la vida familiar. Los ejemplos