Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen I. William Nordling J.

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Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen I - William Nordling J. Razón Abierta

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descendentes, como puede ser la inclinación espiritual a conocer la verdad, que se hace consciente, por ejemplo, en las intuiciones intelectuales sobre el bien y el mal que fundamentan decisiones morales. La segunda influencia no consciente implica influencias basadas en la gracia descendente, como es el caso de las intuiciones (por ejemplo, relacionadas con la misericordia divina, que influye en que uno sea misericordioso) y otros aspectos de la gracia (por ejemplo, la inspiración que lleva a dar buenos consejos) (Lc 1:77-78).

      4. Tipos de creencias. La creencia, en general, requiere la presencia de una autoridad de confianza. Implica consentimiento, elección o juicio, que surge en primer lugar del compromiso cognitivo (percepción sensorial o pensamiento) o afectivo (emoción o voluntad) a través de una fuente de confianza. Por un lado, las creencias cotidianas requieren algún motivo inteligible (por ejemplo, un amigo que diga: «Estoy sufriendo») y una reafirmación de la autoridad que se encuentra en uno mismo o en la otra persona (por ejemplo, tengo confianza en mi amigo). Por otra parte, la creencia religiosa o la fe son directamente un don de la gracia, que implica la aceptación de Dios y su autoridad (y los motivos inteligibles relacionados, como las premisas de que Jesús de Nazaret es Cristo y su cuerpo la Iglesia, y que la persona ha sido creada a imagen de Dios). La fe religiosa se comunica indirectamente a través de testigos (por ejemplo, la Sagrada Escritura y la tradición) (2 Cor 5:7).

      5. Autoconocimiento y autocontrol. A través de un conocimiento realista de sí mismas y del mundo, las personas pueden elegir conscientemente influir en sus emociones de forma indirecta, y en su comportamiento de forma directa. El objetivo de desarrollar creencias y virtudes racionales permite ayudar a la persona a tomar decisiones libres que contribuyan a su realización (Ef 5:8-9).

      6. Virtudes racionales y ley natural. Las inclinaciones racionales pueden desarrollarse aún más mediante el conocimiento, las creencias y disposiciones duraderas de la mente, llamadas virtudes intelectuales, a nivel teórico y práctico (sabiduría, comprensión y conocimiento o ciencia). En el aspecto moral, la razón práctica correcta, que concierne a uno mismo y a los demás, se manifiesta a través de la virtud cardinal de la prudencia y sus virtudes asociadas, que ayudan a discernir, aconsejar, adjudicar y realizar una acción moral. Las normas morales guían el juicio humano (conciencia) y la acción de acuerdo con el bien y lejos del mal. Estas normas están enraizadas en la ley natural y la ley divina (Jn 14:26; Rom 2:15).

      7. Belleza. Los humanos son estéticos y buscan la belleza. Son atraídos a los niveles más profundos por la belleza, la cual se encuentra en las personas hermosas, en la naturaleza, en las acciones o las cosas, a los que se llega a través de los atributos de luminosidad, armonía e integridad. La belleza incorpora estas cualidades, que se expresan en la cultura, la creación y Dios. La experiencia de la belleza también provoca la sed de contemplar la fuente última de la belleza (Sal 27:4).

      XI. Volitiva y libre

      Los humanos son sujetos de acción moral, capaces de volición responsable y libre elección.

      1. Responsabilidad. En gran medida, las personas son capaces de responsabilizarse de sus propias acciones en relación con ellas mismas y con los demás (Jn 8:10-11).

      2. Autodeterminación. Pueden actuar para formar sus caracteres morales, es decir, las disposiciones duraderas de sus mentes, voluntades y afectos (Rom 12:2).

      3. Tipos de amor humano. Son capaces de amar los bienes y a las personas naturales y divinas. Aunque exhibe una estructura básica común, el amor humano se manifiesta claramente en el afecto (storge-), la amistad (philia), el romance, el noviazgo y el matrimonio (eros) y la virtud de la caridad (agape-), que puede purificar y ordenar correctamente los otros amores (1 Cor 13:4-13).

      4. Creatividad. Como Dios (por analogía), los humanos son capaces de concebir y traer a la existencia deliberadamente cosas que una vez no fueron, aunque no de la nada, es decir, no ex nihilo (Gn 2:15). Por ejemplo, encontramos la creatividad humana en la procreación y el cuidado de los niños, la creación de arte y literatura, y el desarrollo del conocimiento, la ciencia y la tecnología.

      5. Limitación. Hay dos tipos de limitación. En primer lugar, los humanos estamos naturalmente muy limitados en el número y calidad de nuestras relaciones interpersonales. Nuestros cuerpos son bastante limitados, nuestras capacidades racionales son propensas a caer en errores, y nuestra voluntad es a menudo débil. Estamos muy limitados en el tiempo. En segundo lugar, experimentamos limitaciones morales y espirituales debido al pecado original, social y personal (Rom 7:19).

      6. Inclinaciones volitivas. Las personas tienen tendencias o inclinaciones volitivas naturales para actualizar los diversos bienes humanos y, mediante la gracia y la fe, los bienes divinos. Incluso en medio de los desafíos, de las influencias negativas de la familia, los amigos y la sociedad, los humanos tienen una tendencia natural a expresar virtudes relacionadas con el amor y la justicia (Mt 6:19-21).

      7. Capacidad de crecimiento en libertad. La capacidad humana para la libertad puede desarrollarse de dos maneras. La libertad para la excelencia y para conseguir realizarse implica el crecimiento de las capacidades humanas para conocer la verdad y la realidad, para elegir el bien y evitar el mal y, en última instancia, para amar a Dios y al prójimo. La libertad por excelencia está íntimamente ligada a la verdad, y no puede reducirse a conseguir el segundo tipo de libertad, que consiste en librarse de las cosas que limitan nuestras capacidades humanas, como es el caso de los trastornos psicológicos, o de influencias externas (por ejemplo, las leyes injustas, la pobreza). La libertad se desarrolla a lo largo del tiempo y, obviamente, tiene ciertos límites. Requiere tanto el crecimiento y curación que se obtiene a través de las virtudes intelectuales y morales, especialmente la justicia, el autocontrol, el coraje y el perdón, como mediante las virtudes teológicas, especialmente la fe, la esperanza y la caridad. La verdadera libertad, por lo tanto, es una expresión de la persona en su totalidad (Fil 4:8-9).

      [C] UNA VISIÓN PSICOLÓGICA DE LA PERSONA

      Una visión consistente con las premisas teológicas y filosóficas del Meta-Modelo Cristiano Católico de la Persona (MMCCP).

      Las siguientes once premisas psicológicas representan una comprensión psicológica de la persona, coherente con las premisas teológicas y filosóficas del MMCCP y con las ciencias psicológicas. Sirven como un esquema, que se complementa con subpremisas que aclaran de forma más precisa las implicaciones oréticas y clínicas del Meta-Modelo para la psicología y counseling. Junto con las premisas teológicas y filosóficas contenidas en el MMCCP, profundizan y ayudan a completar nuestra comprensión de la persona para su uso en la práctica de la salud mental. (El nombre de la premisa teológica y filosófica correspondiente aparece entre paréntesis).

      I. La persona dispone de un núcleo esencial de bondad, dignidad y valor, y busca la realización de sí misma y de los demás. Esta dignidad y valor es independiente de la edad o cualquier otra habilidad. Tal núcleo de bondad es fundamental para que una persona valore su vida, se desarrolle moralmente y se realice. (Creada).

      II. La persona suele experimentar diferentes tipos de dolor, sufrimiento, ansiedad, depresión u otros trastornos en sus capacidades humanas y en sus relaciones interpersonales. La persona también puede estar angustiada o herida por causas naturales y por el comportamiento dañino de otros. Las personas disponen de diversos niveles de experiencias distorsionadas, conscientes e inconscientes, que hacen que no se respeten ni amen a sí mismas, ni a los demás, como deberían. Y, a menudo, no viven de acuerdo con muchos de sus valores básicos. (Caída).

      III.

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