Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen I. William Nordling J.
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4. Tipos de creencias. La creencia, en general, requiere la presencia de una autoridad de confianza. Implica consentimiento, elección o juicio, que surge en primer lugar del compromiso cognitivo (percepción sensorial o pensamiento) o afectivo (emoción o voluntad) a través de una fuente de confianza. Por un lado, las creencias cotidianas requieren algún motivo inteligible (por ejemplo, un amigo que diga: «Estoy sufriendo») y una reafirmación de la autoridad que se encuentra en uno mismo o en la otra persona (por ejemplo, tengo confianza en mi amigo). Por otra parte, la creencia religiosa o la fe son directamente un don de la gracia, que implica la aceptación de Dios y su autoridad (y los motivos inteligibles relacionados, como las premisas de que Jesús de Nazaret es Cristo y su cuerpo la Iglesia, y que la persona ha sido creada a imagen de Dios). La fe religiosa se comunica indirectamente a través de testigos (por ejemplo, la Sagrada Escritura y la tradición) (2 Cor 5:7).
5. Autoconocimiento y autocontrol. A través de un conocimiento realista de sí mismas y del mundo, las personas pueden elegir conscientemente influir en sus emociones de forma indirecta, y en su comportamiento de forma directa. El objetivo de desarrollar creencias y virtudes racionales permite ayudar a la persona a tomar decisiones libres que contribuyan a su realización (Ef 5:8-9).
6. Virtudes racionales y ley natural. Las inclinaciones racionales pueden desarrollarse aún más mediante el conocimiento, las creencias y disposiciones duraderas de la mente, llamadas virtudes intelectuales, a nivel teórico y práctico (sabiduría, comprensión y conocimiento o ciencia). En el aspecto moral, la razón práctica correcta, que concierne a uno mismo y a los demás, se manifiesta a través de la virtud cardinal de la prudencia y sus virtudes asociadas, que ayudan a discernir, aconsejar, adjudicar y realizar una acción moral. Las normas morales guían el juicio humano (conciencia) y la acción de acuerdo con el bien y lejos del mal. Estas normas están enraizadas en la ley natural y la ley divina (Jn 14:26; Rom 2:15).
7. Belleza. Los humanos son estéticos y buscan la belleza. Son atraídos a los niveles más profundos por la belleza, la cual se encuentra en las personas hermosas, en la naturaleza, en las acciones o las cosas, a los que se llega a través de los atributos de luminosidad, armonía e integridad. La belleza incorpora estas cualidades, que se expresan en la cultura, la creación y Dios. La experiencia de la belleza también provoca la sed de contemplar la fuente última de la belleza (Sal 27:4).
XI. Volitiva y libre
Los humanos son sujetos de acción moral, capaces de volición responsable y libre elección.
1. Responsabilidad. En gran medida, las personas son capaces de responsabilizarse de sus propias acciones en relación con ellas mismas y con los demás (Jn 8:10-11).
2. Autodeterminación. Pueden actuar para formar sus caracteres morales, es decir, las disposiciones duraderas de sus mentes, voluntades y afectos (Rom 12:2).
3. Tipos de amor humano. Son capaces de amar los bienes y a las personas naturales y divinas. Aunque exhibe una estructura básica común, el amor humano se manifiesta claramente en el afecto (storge-), la amistad (philia), el romance, el noviazgo y el matrimonio (eros) y la virtud de la caridad (agape-), que puede purificar y ordenar correctamente los otros amores (1 Cor 13:4-13).
4. Creatividad. Como Dios (por analogía), los humanos son capaces de concebir y traer a la existencia deliberadamente cosas que una vez no fueron, aunque no de la nada, es decir, no ex nihilo (Gn 2:15). Por ejemplo, encontramos la creatividad humana en la procreación y el cuidado de los niños, la creación de arte y literatura, y el desarrollo del conocimiento, la ciencia y la tecnología.
5. Limitación. Hay dos tipos de limitación. En primer lugar, los humanos estamos naturalmente muy limitados en el número y calidad de nuestras relaciones interpersonales. Nuestros cuerpos son bastante limitados, nuestras capacidades racionales son propensas a caer en errores, y nuestra voluntad es a menudo débil. Estamos muy limitados en el tiempo. En segundo lugar, experimentamos limitaciones morales y espirituales debido al pecado original, social y personal (Rom 7:19).
6. Inclinaciones volitivas. Las personas tienen tendencias o inclinaciones volitivas naturales para actualizar los diversos bienes humanos y, mediante la gracia y la fe, los bienes divinos. Incluso en medio de los desafíos, de las influencias negativas de la familia, los amigos y la sociedad, los humanos tienen una tendencia natural a expresar virtudes relacionadas con el amor y la justicia (Mt 6:19-21).
7. Capacidad de crecimiento en libertad. La capacidad humana para la libertad puede desarrollarse de dos maneras. La libertad para la excelencia y para conseguir realizarse implica el crecimiento de las capacidades humanas para conocer la verdad y la realidad, para elegir el bien y evitar el mal y, en última instancia, para amar a Dios y al prójimo. La libertad por excelencia está íntimamente ligada a la verdad, y no puede reducirse a conseguir el segundo tipo de libertad, que consiste en librarse de las cosas que limitan nuestras capacidades humanas, como es el caso de los trastornos psicológicos, o de influencias externas (por ejemplo, las leyes injustas, la pobreza). La libertad se desarrolla a lo largo del tiempo y, obviamente, tiene ciertos límites. Requiere tanto el crecimiento y curación que se obtiene a través de las virtudes intelectuales y morales, especialmente la justicia, el autocontrol, el coraje y el perdón, como mediante las virtudes teológicas, especialmente la fe, la esperanza y la caridad. La verdadera libertad, por lo tanto, es una expresión de la persona en su totalidad (Fil 4:8-9).
[C] UNA VISIÓN PSICOLÓGICA DE LA PERSONA
Una visión consistente con las premisas teológicas y filosóficas del Meta-Modelo Cristiano Católico de la Persona (MMCCP).
Las siguientes once premisas psicológicas representan una comprensión psicológica de la persona, coherente con las premisas teológicas y filosóficas del MMCCP y con las ciencias psicológicas. Sirven como un esquema, que se complementa con subpremisas que aclaran de forma más precisa las implicaciones oréticas y clínicas del Meta-Modelo para la psicología y counseling. Junto con las premisas teológicas y filosóficas contenidas en el MMCCP, profundizan y ayudan a completar nuestra comprensión de la persona para su uso en la práctica de la salud mental. (El nombre de la premisa teológica y filosófica correspondiente aparece entre paréntesis).
I. La persona dispone de un núcleo esencial de bondad, dignidad y valor, y busca la realización de sí misma y de los demás. Esta dignidad y valor es independiente de la edad o cualquier otra habilidad. Tal núcleo de bondad es fundamental para que una persona valore su vida, se desarrolle moralmente y se realice. (Creada).
II. La persona suele experimentar diferentes tipos de dolor, sufrimiento, ansiedad, depresión u otros trastornos en sus capacidades humanas y en sus relaciones interpersonales. La persona también puede estar angustiada o herida por causas naturales y por el comportamiento dañino de otros. Las personas disponen de diversos niveles de experiencias distorsionadas, conscientes e inconscientes, que hacen que no se respeten ni amen a sí mismas, ni a los demás, como deberían. Y, a menudo, no viven de acuerdo con muchos de sus valores básicos. (Caída).
III.