Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen II. William Nordling J.

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Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen II - William Nordling J. Razón Abierta

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capacidad de evaluación y la capacidad intelectual es que la capacidad de evaluación cumple una función preparatoria para el intelecto, al proporcionar imágenes mentales de la imaginación y la memoria (Aquino, 1265/2001, 60.1, 73.16, 73.28, 81.12; Lonergan, 1997, p. 184). Esas imágenes mentales se almacenan en la imaginación y la memoria, pero no se almacenan en el intelecto (Aquino, 1265/2001, 73.14; Barker, 2012a, p. 218). En otras palabras, las imágenes mentales se originan en fuentes fisiológicas y neurológicas y se conservan en estructuras neurológicas (a saber, en la memoria y la imaginación) (Aquino, 1273/1981, I, 89.1; Aquino, 1265/2001, 81.12; Cohen, 1982, p. 201; Egnor, 2017).

      Una característica común a la capacidad de evaluación y la capacidad intelectual es que, así como la capacidad de evaluación actúa e influye en nuestras emociones (en la medida en que las funciones corticales superiores pueden superponerse al sistema límbico), nuestra capacidad intelectual actúa e influye sobre nuestra capacidad de evaluación (Aquino, 1273/1981, I, 81.3 y 78.4 ad 5; Cates, 2009, p. 116). Debido a que la capacidad evaluativa (que es una inclinación ascendente, de abajo hacia arriba) se ve afectada por la capacidad intelectual (influencia descendente, de arriba hacia abajo), la capacidad de evaluación puede entenderse como «participante» en la dimensión no material de la persona y la razón (Aquino, 1273/1981, I, 78.4; Aquino, 1268/1994a, §397; Pasnau, 2002, p. 254). Con respecto a este punto, la capacidad de evaluación reconoce lo que es un individuo, es decir, la naturaleza común de una cosa. La capacidad de evaluación, sustentada así por el intelecto, puede influir en la interpretación que se da a los sentidos primarios (por ejemplo, cuando se particulariza la comprensión universal que se tiene de la «humanidad» y se combina con la percepción individual de «Sócrates», como ejemplo de humanidad). La capacidad de evaluación sirve así para instanciar el conocimiento universal almacenado en nuestra memoria intelectual. De esta manera, una persona puede reconocer a Sócrates, tanto como «Sócrates», como «humano», tal y como hemos señalado anteriormente (Aristóteles, ca. 350 a. C./1997, 100b2; también Aquino, 1272/1970, II.20, p. 239; Lonergan, 1997, p. 43; véase también Aristóteles, ca. 350 a. C./2005, 184a25; Aquino, 1269/1999, I.1, §§9-11).

      No obstante, el reconocimiento por parte de la capacidad de evaluación de lo universal (humanidad) en lo particular (Sócrates) no implica que la capacidad de evaluación conozca la naturaleza universal como tal, separada e independiente de los objetos particulares (Peghaire, 1943, p. 140). Más bien, la capacidad de evaluación media entre patrones universales que son inteligibles a la capacidad sintética (consciencia básica) de una forma que siempre particulariza e individualiza (Aquino, 1259/1954, 10.5 ad 4; Aquino, 1273/1981, I, 20.1 ad 1 y 81.3; Ashley, 2013c, p. 291). Por ejemplo, cuando una persona sabe, mediante su intelecto y de forma «universal», que el curry es siempre sabroso (dado que todas las cosas son iguales), cuando su capacidad sintética reconoce que esa cosa individual presente es curry, su capacidad de evaluación evalúa una realidad presente a la luz de su conocimiento previo «universal». De este modo, se reconoce una propiedad común, «salado», como presente en este objeto individual. La capacidad de evaluación media entre el nivel más alto de reconocimiento sensorial-perceptivo y la actividad intelectual no material.

      La capacidad de evaluación desempeña un papel similar cuando se trata de mediar juicios éticos universales en situaciones concretas (por ejemplo, no se debe robar este artículo actual a su propietario, ya que en general es inmoral robar) (Allers, 1941a, p. 106; Aquino, 1273/1981, I, 86.1 ad 2; Pasnau, 2002, pp. 254 y 255). Por esta razón, se entiende también por capacidad de evaluación la capacidad humana que sirve para la deliberación necesaria cuando se toma una decisión ética sobre una acción determinada (en esto podemos ver la interacción entre la deliberación, el recuerdo y la comparación de las cosas individuales) (Aristóteles, ca. 350 a. C./2000a, 453a13-14; también Aquino, 1269/2005a, p. 230). A este respecto, la capacidad de evaluación puede desarrollarse a través de la virtud de la sabiduría práctica (Aquino, 1273/1981, IIII, 49.2). Al igual que en el caso de la aplicación de juicios éticos universales, la capacidad de evaluación también se aplica sobre las expectativas generales de la previsión humana en circunstancias particulares («está nublado fuera y oigo truenos; por lo tanto, esto significa normalmente que lloverá, así que debo evitar un camino sujeto a inundaciones») (Aquino, 1259/1954, 10.2 ad sc 4).

      Las diferentes funciones de la capacidad de evaluación y de la capacidad intelectual producen una distinción notable en la epistemología, que tiene una importancia metodológica, a saber, producen una distinción entre el conocimiento experiencial y la intelección (Aquino, 1271/1926, §18; Aquino, 1272/1995, §18; Barker, 2012b, p. 61). El conocimiento experiencial implica un compromiso atento con las realidades sensoriales-perceptivas-cognitivas individuales y la observación de estas (Aquino, 1273/1981, I, 114.2; Barker, 2012b, p. 46). Por el contrario, la intelección se produce cuando la persona capta y comprende una naturaleza universal (como la humanidad). La actividad de cualquier capacidad humana se produce de acuerdo con una estructura derivada de la realidad. Dicha estructuración se produce a cada nivel jerárquico de actividad (sensación, percepción y comprensión). De esta manera, así como la sensación de una capacidad sensorial se produce de acuerdo con una impresión sensorial, de la misma forma la percepción de una capacidad perceptiva de orden superior implica una estructura holística propia, que puede almacenarse en la memoria y, de la misma forma, la comprensión de la capacidad intelectual se produce de acuerdo con su propia estructura distintiva (Aquino, 1273/1981, I, 84.4 y 85.1).

      En contraste con el intelecto, que conoce a través de patrones universales inteligibles, separados de los objetos materiales, una menor capacidad de evaluación permite a un conocedor tener solamente un conocimiento experimental de una comunalidad concreta, que se discierne como presente en numerosas percepciones de la misma cosa, evento o persona (Aquino, 1272/1970, II.20, p. 237; Aquino, 1272/1995, §17; Barker, 2012b, pp. 57 a 63). Esta comunalidad concreta, conocida por su menor capacidad evaluativa, es inseparable de las percepciones sensoriales particulares en las que se encuentra.

      Se dice de forma adecuada que una persona «comprende» solo en virtud de su intelecto, que considera la realidad mediante patrones inteligibles universales (Aquino, 1265/2001, 73.15). Aunque las comparaciones realizadas durante el proceso de evaluación pueden permitir actos posteriores de comprensión o percepción que son estrictamente no materiales, la capacidad de evaluación siempre permanece centrada en distintos objetos concretos (Lonergan, 1997, p. 56); siempre está orientada y fundamentada en cosas individuales particulares (p. 53). En los siguientes escenarios puede encontrarse un ejemplo que contrasta el conocimiento experiencial e intelectual: utilizando su capacidad de evaluación propiamente humana, un médico observa que una cierta medicina es un factor común que curó a un grupo particular de pacientes de una dolencia. Mediante su intelecto, ese mismo médico juzga que esta medicina curará —universalmente hablando— a los pacientes y a cualquier persona que sufra de esa dolencia, en igualdad de circunstancias (Aquino, 1272/1970, II.20, p. 237). Estos dos tipos de procesamiento cognitivo son distintos y operan a diferentes niveles de conocimiento. No obstante, también están relacionados, en el sentido de que el nivel inferior contribuye a la actividad del nivel superior: así como el conocimiento experimental de la capacidad de evaluación de una comunalidad concreta depende de la integración de muchas percepciones (recuerdos e imágenes mentales), el conocimiento universal del intelecto mediante un patrón inteligible separado depende de la integración de muchos casos de conocimiento experimental (Aquino, 1273/1981, I, 58.3 ob 3.; Aquino, 1272/1995, §18; Aristóteles, ca. 350 a. C./1997, 100a4; Aristóteles, ca. 350 a. C./2003, 980b28).

      Solo cuando el intelecto comprende un universal completo, los principios de las artes y las ciencias pueden establecerse plenamente en la mente humana (Aquino, 1272/1970, II.20, p. 237; Aristóteles, ca. 350 a. C./1997, 100a4-100b4; véase también Aquino, 1265/2001, 60.12-14). La percepción evaluativa de una comunalidad es «casi lo mismo» que la intelección a través de un universal; las percepciones evaluativas, de hecho, pueden permitir a la persona conseguir un éxito general en las actividades prácticas (Aquino, 1272/1995, §17). Esto es evidente en el caso de personas que disponen de un conocimiento experiencial de primera mano (sin haber estudiado la ciencia relacionada) y tienen éxito

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