Friedrich Schiller. AAVV
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Himno An die Freude del gran poeta alemán Schiller, que constituye la letra de la Novena Sinfonía de Beethoven, traducido al euskera por D. Resurrección María de Azkue, para los próximos conciertos de la gran Orquesta Sinfónica de Barcelona, en que tomará también parte el Orfeón Euskeria.
Pozari | Sorkuraren bularretik |
O adiskide, ez ots motel ori; | Poza edoskitzen degu; |
entzun dezagun ozenago baten | On ta gaizto, orren egarriz |
durundia ta pozgarriagoa | Beti bizi gera gu. |
Poza, Jainkotsinpart eder | Musuak eman zizkigun |
Eliseoko alaba | Masti, lagun ta indarra: |
gogo beroz gijoatzin | Berea da arren zoria |
ire Jaurestegira. | Ta aingeruen poz-garra. |
Ire tseraz biltzen ditun | ¡Ots! So eki eder oyek |
Apetaz banatuak, | Oskoroan kurika, |
Ire egapean anaitzen | bizkor zabilz anaika |
Gozarotsu gizonak. | pozik garai-zale legez. |
Adiskide on bat duela | Diru-metak guk besarka |
Zinez zoritsu dana, | Izadiaren musuz |
Emazte ederdun batekin | Izar-gainean goituz |
Ager bedi iregana. | Aita samur bat bizi da. |
Maite bakar bat gaberik | ¿Zer?¿Ondatu, diru-metak? |
Bizi oi aizen ori | ¿Izargina nai aldek? |
Pozezko baltzu ontarik | Oskoroan galde zak, |
Negartsu ostu adi. | goyan zoritsu an dukek. |
Adjunto, contiene un glosario que explicita el sentido de algunas palabras usadas en la traducción, y también hay una nota a pie en la que se explica el uso de legez en lugar de bezala, por razones fonéticas. Se detecta un error claro en la traducción de Azkue, cuando habla de «diru-metak» por Millionen. Azkue interpretó que se trataba de dinero, no de cantidades ingentes de personas.
El texto se recogió también en otro artículo de J. R. Belausteguibeitia, «La campaña artística del orfeón Euskeria», en Euskal-erria (1914), pp. 548-549. La traducción de la Oda es la misma (en la introducción está mal escrito el nombre original). En este caso se presenta también otro texto surgido en el mismo contexto, y que se debe al interés de Azkue por Wagner. En la página 547 se encuentra la traducción de un fragmento del Parsifal.
UNA OBRA DE TEATRO
Existe una traducción al vasco del Wilhelm Tell de 1934-35, la primera traducción de una obra dramática escrita en alemán, realizada por Iñaki Goenaga Sistiya (1905-2005). Nacido cerca del santuario de Loiola, siguió estudios para convertirse en jesuita, aunque después dejó la orden. Se exilió joven a Latinoamérica para evitar el servicio militar, y después volvió a Europa. En Marneff (Bélgica) siguió sus estudios de teología, junto con otros conocidos autores vascos, como el traductor de Platón Jokin Zaitegi y Andima Ibiñagabeitia. Goenaga tradujo el Wilhelm Tell de Schiller en su estancia en Bélgica,5 seguramente animado a ello por algunos compañeros (jesuitas expulsados de España por la República). Sin embargo, dejó los estudios y regresó al País Vasco para trabajar como periodista y político, justo antes del estallido de la Guerra Civil. Participó en la guerra, fue apresado y estuvo en la cárcel algún tiempo. Tras la guerra no pudo retomar la actividad cultural.6
No hay mucha información sobre esta traducción. El año 2004, la asociación de traductores vascos EIZIE reeditó la obra en edición bilingüe, pero no se hizo la necesaria investigación sobre el origen de la traducción. Ésa fue una de las razones que nos animó a realizar este trabajo. Sabiendo que Goenaga, casi centenario, vivía aún en Azpeitia, nos pusimos en contacto con su familia y conseguimos conversar un poco con él por teléfono, lo cual no fue muy productivo. Después mandamos a su familia una lista de preguntas, de donde conseguimos bastante información. Y estuvimos a punto de entrevistarnos con él, aunque el encuentro se suspendió a última hora por razones de salud, y luego, sin tiempo para preparar otra cita, Goenaga murió. De nuestras pesquisas se deduce que conservó algunos documentos relacionados con la traducción, escondidos en una casa que tenía en Irún, pero que se perdió todo en unas obras que se hicieron allí. Parece que aprendió alemán en su estancia en Bélgica, como parte de sus estudios, y que tuvo allí la ayuda de muchos otros intelectuales vascos: Ibiñagabeitia, Zaitegi, Sarobe, Argarate, Ariztimuño. Hizo la traducción a mano, y luego una copia en limpio con un máquina Remington, y la fue mandando por partes al País Vasco, aprovechando el viaje de algún compañero.
En cuanto a la traducción, hay que decir que sigue el original con mucho detalle, eso sí, en prosa y no en la forma versificada original; y como era habitual en la época, introduce algunas adaptaciones culturales (se mencionan instrumentos musicales típicos del País Vasco, por ejemplo; pero se muestra más moderado que otras traducciones contemporáneas, como la de los hermanos Grimm por Larrakoetxea).
Si nos preguntamos por las razones para la elección de esta obra, entonces nos tendremos que preguntar por los rasgos más característicos del texto. No está claro si Tell fue un personaje histórico. De acuerdo con los primeros testimonios, vivió en Uri a finales del siglo XIII o principios del XIV.7 Según la tradición fue el cabecilla de una revuelta contra los austriacos y ayudó a conservar la independencia suiza. Tuvo que disparar con la ballesta contra una manzana puesta sobre la cabeza de su hijo, obligado por el gobernador, y después de algunas peripecias acabó matando al gobernador usando la misma ballesta.
El Wilhelm Tell de Schiller es la versión más conocida de ese mito nacional, se considera incluso parte de la literatura suiza.8 Un aspecto fundamental de la obra es la lucha contra la represión extranjera. La misma gestación del drama explica ese hecho: el tema lo encontró Goethe en su tercer viaje a Suiza en 1797, en un momento revolucionario, pero pasaban los años y no acababa de escribir nada, así que ofreció el tema a Schiller, que tampoco hizo nada al principio, pero en 1802, debido a la amenaza napoleónica, retomó el asunto y escribió el drama. Así, la defensa de la nación frente al invasor se convierte en tema clave. Hay que decir, sin embargo, que Schiller no olvida los ideales burgueses ilustrados de fraternidad, libertad, derechos ciudadanos, crítica de la nobleza, etc. («Der brave Mann denkt an sich selbst zuletzt», I 1 [«El hombre valiente piensa en sí mismo al final»]; o cuando habla del comienzo de una nueva época, dice: «Der Adel steigt von seinen alten Burgen / Und schwört den Städten seinen Bürgereid», IV 2 [«La nobleza baja de sus antiguas fortalezas / y presta juramento a las ciudades»]).
Por eso, según las épocas y las circunstancias, las representaciones han destacado