Postmodernismo y metaficción historiográfica. (2ª ed.). Santiago Juan Navarro
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En mi análisis comentaré en detalle algunos aspectos del ensayo. Valga decir de momento que la visión histórica de Fuentes apunta en la misma dirección que su programa literario. El pasado del mundo hispánico se encuentra escindido, según el autor, entre dos grandes tendencias: una inmovilista, aislacionista, fúnebre, monolítica y represiva, cuyo paradigma es la figura de Felipe II (aunque sus manifestaciones han variado a lo largo de la historia) y otra dinámica, multicultural, festiva, diversa y liberadora, la cual tendría su origen en la coexistencia étnica de la España medieval y, aunque constantemente reprimida por el poder, surgiría periódicamente en forma de movimientos oposicionales como el de las herejías religiosas, los alzamientos democráticos, y las revoluciones científicas y culturales que introdujo el Renacimiento.
La misma concepción del devenir histórico de la hispanidad se desprende de uno de los últimos ensayos del escritor. The Buried Mirror: Reflections on Spain and the New World (1992) constituye un nuevo intento de sistematización de las meditaciones históricas que le han ocupado en los últimos cuarenta años. La obra, concebida originalmente como una serie de TV norteamericana con motivo del quinto centenario del “descubrimiento”, podría ser igualmente definida como un nuevo esfuerzo por alcanzar un público cada vez más amplio. Si la reflexión histórica de Terra Nostra debió limitarse a una audiencia reducida–de hecho, recibió y sigue recibiendo acusaciones de elitismo–se le brindaba ahora la oportunidad de resarcirse de tales imputaciones, convirtiendo una buena parte del material histórico de la novela en programa televisivo de gran alcance y en ensayo divulgativo publicado por una editorial comercial. La reescritura del pasado hispánico es, sin embargo, muy similar en las dos obras, de ahí que en lo sucesivo recurriré a este ensayo para iluminar el tratamiento de algunos elementos históricos de la novela. En relación con Cervantes, The Buried Mirror ofrece la ventaja de una organización cronológica y temática más clara, así como la inclusión de material abundante sobre el pasado prehispánico.
Como se desprende de este breve recorrido por la producción literaria de Fuentes, el uso recurrente de formas literarias innovadoras y autorreflexivas ha ido siempre acompañado de la reflexión historiográfica. De entre todas las obras de Fuentes, Terra Nostra (1975) representa la culminación de su búsqueda formal e histórica. Otras de sus novelas han experimentado igualmente con las formas metaficticias o han indagado en el pasado de México y el hispanismo, pero en ninguna de ellas se ha producido con tanta intensidad el conflictivo maridaje entre las dos tendencias que caracterizan la metaficción historiográfica.
REVISIONISMO HISTÓRICO Y METATEXTUALIDAD: TERRA NOSTRA
Terra Nostra ejemplifica a la perfección la revisión del pasado que hemos visto como característica principal de la obra de Fuentes. Escrita en un periodo (1968-1975) en el que España y la mayor parte de Hispanoamérica padecían la represión de regímenes totalitarios, Fuentes busca en su novela las claves que permitan explicar la encrucijada histórica en que se encontraba el mundo hispánico durante el último tercio del siglo XX.24 Para ello, el novelista mexicano reescribe una buena parte de la historia occidental, centrando su atención en el alborear de la Edad Moderna y en el enfrentamiento cultural entre la España imperial y el México prehispánico. Pero la característica más destacada y sorprendente de la novela es el uso recurrente de una historia apócrifa que acaba por desplazar la visión heredada de las crónicas oficiales. En Terra Nostra la historia tradicional de cronologías exactas, sucesiones dinásticas, grandes hazañas y empresas épicas es reemplazada por a un aparente caos de personajes y voces narrativas en el que es difícil establecer la agencia histórica. El resultado es una versión alternativa del pasado donde los elementos fantásticos, a veces, resultan ser reales y los aparentemente reales, a menudo, son el resultado de la imaginación del autor.
La sensación de desconcierto que podemos experimentar durante los primeros momentos de la lectura va cediendo paso progresivamente a la impresión contraria: todo en la novela parece responder a un gran diseño en el que el lector es invitado a establecer conexiones entre los elementos más dispersos. Como ha señalado Juan Goytisolo, Terra Nostra se inscribe dentro de una tendencia generalizada en la novela contemporánea a abandonar la actitud paternalista de orientación y adoctrinamiento de una audiencia poco exigente, asumiendo, por el contrario, la existencia de un lector inteligente, dispuesto a participar en la gozosa tarea de “reconstrucción” de la obra (1977: 251). La gran complejidad de su trama exige, sin embargo, un esfuerzo de clarificación, como paso previo al análisis textual.
Terra Nostra está dividida en tres grandes partes: “El viejo mundo”, “El mundo nuevo” y “El otro mundo”. La novela empieza (cap. 1) y termina (cap. 144) en el París apocalíptico de 1999. Los 142 capítulos restantes tienen lugar principalmente en la España del siglo XVI y en sus áreas de influencia (América y el Mediterráneo). El primer capítulo nos presenta a Polo Febo, joven manco y rubio, en el París de finales del milenio. Polo asiste a los acontecimientos más extravagantes, entre ellos el nacimiento de un niño con seis dedos en cada pie y una cruz roja grabada en la espalda. Recibe una carta firmada por “Ludovico y Celestina” en la que se dice que su llegada al mundo había sido profetizada y ordena que se le dé el nombre de Iohannes Agrippa. En un puente Polo encuentra a una muchacha de labios tatuados (luego deduciremos que se trata de Celestina) y cae al Sena. Tras él, Celestina arroja una botella verde sellada y comienza, lo que parece ser, la relación de las tramas que componen la novela.
El acontecimiento desencadenante de la acción en la primera parte de la novela lo constituye la llegada, cinco siglos atrás, al Cabo de los Desastres de tres jóvenes náufragos que ostentan los estigmas del niño que Polo ayuda a nacer en el primer capítulo: seis dedos en cada pie y una cruz roja en la espalda. Los tres náufragos, que llegan acompañados de tres botellas verdes, son recogidos sucesivamente por la Señora, Isabel, esposa del Señor; la Dama Loca, madre del Señor; y Celestina, el paje atambor de la reina consorte. El primero de ellos, cuyo nombre probablemente es Iohannes Agrippa, se convierte en el amante de Isabel, se transforma luego en Don Juan y, tras seducir a Doña Inés, acaba por convertirse en estatua de piedra. El segundo de los náufragos asume la personalidad de Felipe el Hermoso, el difunto marido de la Dama Loca, y se convierte así en el Príncipe Bobo, proclamado heredero por la reina consorte y obligado a contraer nupcias con la enana Barbarica. El tercero, el Peregrino, es llevado por Celestina a palacio, donde contará al Señor la historia de su viaje al mundo nuevo (segunda parte de Terra Nostra).
En “El viejo mundo” todos confluyen sobre el palacio-necrópolis del Escorial, donde el Señor, caracterizado a imagen de Felipe II, espera la llegada de treinta féretros conteniendo los restos de sus antepasados. Todos se cuentan historias entre sí, y a través de ellas el lector va reconstruyendo el pasado de los personajes y el origen y naturaleza de sus conflictos.
La segunda parte de Terra Nostra, “El mundo nuevo”, es el relato que el Peregrino hace de su recorrido por tierras americanas y que reproduce libremente las crónicas del descubrimiento y conquista de América. Los primeros capítulos describen su travesía oceánica junto a Pedro, un viejo defensor de las utopías sociales, la llegada de ambos a la Playa de las Perlas, la muerte de Pedro, los encuentros del Peregrino con los nativos de la región y, principalmente, su viaje desde la costa del Golfo hasta Tenochtitlán, la capital del imperio azteca. A lo largo de su viaje, el Peregrino sigue la ruta indicada por un hilo de araña que le tiende la llamada Señora de las Mariposas (una ruta que coincide