La transición española. Eduardo Valencia Hernán
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En los medios de comunicación, especialmente los escritos, pese a no haber censura en sentido estricto, seguía el forcejeo contra el restrictivo control gubernativo de la información, siendo calificada esta situación como una tolerancia forzada del régimen frente a la audacia informativa de la prensa dentro del reformismo gubernamental. El juzgado de Prensa e Imprenta levantó los secuestros de El Papus y Papillon en contraste con la salida a la calle desde el final de la guerra civil del diario Avui que aparecía escrito en lengua catalana. Ese mismo día, el periódico Nuevo Diario, apuntaba que:
“Hasta ahora se ha venido diciendo que la Prensa era el Parlamento de Papel (…) No es ya el tema, en sí mismo trascendente, de la inestabilidad laboral a que se ven sometidos buena parte de los profesionales del periodismo. Hay algo más profundo, la necesidad que se evidencia en que el país remolde sus estructuras de información de modo y manera que se suscite y afiance una prensa libre, independiente, informativamente desarrollada y adecuada al augurio de futuro que ya define a la sociedad española.” 47
Por el contrario, la percepción general que había en la calle era que el cambio político dirigido por el rey sería sin retorno, al menos entre la mayoría de los españoles, pues no se concebía un franquismo sin Franco. De hecho, la cuestión más importante en los medios políticos hacía referencia a la velocidad con que se realizarían los cambios y como encajarían éstos dentro de un sistema político preparado y blindado con unas normas definidas por el anterior régimen, expresado en aquella frase de “todo está atado y bien atado”.
Finalizada la resaca navideña, el ministro de la Gobernación, Manuel Fraga Iribarne, adelantó el calendario político a los medios oficiales de comunicación, anunciando unaserie de propuestas de reforma constitucional que emanarían del nuevo gabinete en uno o dos meses y que habrían de desembocar en unas elecciones legislativas. Afirmó, a continuación, que de los quince mil presos políticos iniciales, la amnistía afectaría a seis mil de ellos y quedarían nueve mil en prisión, por lo que habría que reformar el Código Penal y cambiar el Decreto Antiterrorista para aumentar la liberación de detenidos.48
Por lo que respecta a los presos catalanes, el indulto afectó a noventa de ellos; no obstante, todavía quedaban 136 reclusos de la misma condición privados de libertad, 36 de ellos en la IV galería de la cárcel Modelo, otros 22 en la V galería reservada para delitos de terrorismo, nueve reclusos en la VI galería y otros 59 sin especificar. En la prisión de mujeres de La Trinidad había ocho reclusas; en la prisión de Gerona sólo una y en la residencia Francisco Franco, un recluso.49 De hecho, el anunciado indulto general fue muy limitado ya que no afectaba a las personas condenadas por el TOP, que contaba con 4.316 procedimientos abiertos y que serían superados en casi mil más el año siguiente.50
Sin duda, la concesión de la amnistía general decretada por el rey en su advenimiento a la Jefatura del Estado no dejó indiferente a casi nadie, dentro y fuera del poder. Por un lado, los más progresistas exigían la ampliación del decreto; mientras que los más conservadores eran reacios a la excarcelación masiva. Esta ambigüa situación incrementó más tensión y desconcierto. Por aquellos días, en la crónica de José García Hoz se anunciaba que:
“La amnistía para presos y exiliados políticos era, en efecto, una reivindicación que se mantenía desde hace muchos meses por asociaciones progresistas. Sin embargo, desde la muerte de Franco las peticiones habían aumentado de forma considerable, produciéndose en los lugares y momentos más insospechados (…). El gobierno, por su parte, parecía no querer entrar en la cuestión y, como siempre que no quería responder directamente a un reto, aplazaba la cuestión”.51
Manifiesto de objetores de conciencia. Diciembre de 1975
Per una Catalunya Democrática. SCPAC. AC de Sabadell. Octubre 1975
En Cataluña, los actos de protesta y las peticiones de indulto al rey se generalizaron conforme avanzaba el año. En Arenys de Mar, 99 empleados de los Astilleros Aresa firmaron una petición de amnistía, enviándola posteriormente mediante telegrama al jefe del Estado. Otro conflicto surgió cuando los alumnos de Enseñanza Media de los institutos Milà i Fontanals y Jaime Balmes, ambos de Barcelona, se solidarizaron a favor de la amnistía, siguiendo el mismo camino que algunos intelectuales catalanes entre los que destacaban, Salvador Espriu, Joan Miró, Antoni Tàpies, Jordi Llimona, Antoni Puigvert, Josep Laporte, Joan Majó y Josep Mª Castellet.52 En la misma linea, en la Universidad de Barcelona (UB) se pegaron carteles de marcada línea catalanista el último día del mes con el slogan ya conocido de la Asamblea, ¡Llibertat, amnistía y Estatut d’Autonomía!
El 14 de diciembre de 1975, la Asamblea convocó en Montserrat el primer acto reivindicativo tras la muerte del Caudillo, asistiendo aproximadamente unas tres mil personas. Las diferentes intervenciones se concretaron en la exigencia de pedir la amnistía general para los presos políticos, mientras que en el mismo lugar se desplegaba una gran pancarta con la misma petición. Días después, el 27 tuvo lugar la XII reunión de la CPAC en Barcelona después de casi un año sin convocarse. Asistieron al encuentro 75 personas en representación de los diez partidos políticos del CFPC, menos Esquerra Democràtica de Catalunya (EDC) que no formaba parte de la Asamblea,53 junto con MCE, BR, PTE, FSC-PSOE, ORT, JCC, Joven Guardia Roja (JGR), los No-Alineados, CC.OO, UGT, USO, SOC, miembros de A.D. de 14 comarcas, seis barrios de Barcelona y ocho entidades ciudadanas.
El debate principal del encuentro hacía mención al sentido de una lucha unitaria por la ruptura democrática en Cataluña y en todo el Estado. Seguidamente y como era norma hasta entonces, se llegó a un principio de acuerdo obviando las fuertes discrepancias de los participantes e invitando, a iniciativa prácticamente de las organizaciones no nacionalistas, al CFPC a incorporarse a la Asamblea, ya que, prácticamente, la totalidad de sus componentes formaban parte de la Asamblea, gesto de buena intención pero contrario a los intereses ideológicos nacionales del propio Consell. Otros acuerdos adoptados fueron encaminados en la búsqueda de entendimiento unitario entre todas las fuerzas políticas de oposición en España, en especial con las Islas Baleares y el País Valenciano, así como el mantenimiento del contacto con el presidente de la Generalitat en el exilio de cara a la formación de un posible gobierno provisional. También quedó claro que toda esta estrategia estaría configurada dentro de un proceso que llevaría a la celebración de la II Sesión Plenaria de la Asamblea, donde la representación del pueblo catalán habría de formular el programa político de alternativa democrática.54
Lluís Mª Xirinachs, en plenas navidades de 1975, seguía con su particular empeño de protestar frente a la cárcel Modelo de Barcelona en busca de la tan ansiada amnistía total. Desde finales de noviembre se encontraba realizando una huelga de hambre en Montserrat junto con los llamados Captaires de la Pau, bajo la estrecha vigilancia de guardias civiles y policía armada que registraban todos sus movimientos, desde que salía de su celda hasta dirigirse a la basílica, acompañantes, visitas realizadas, etc. En un informe presentado por la Guardia Civil de Manresa se detallan las visitas recibidas por éste que por su interés testimonial adjunto: Vicenta Alcader, José Ricart Oller,