La transición española. Eduardo Valencia Hernán
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En el ámbito estatal, la Democracia Social Cristiana se presentó en Madrid en coalición con la Federación Popular Democrática, presidida por José Mª Gil Robles. En Cataluña, sus representantes eran Antoni y Pau Miserachs.
El 30 de enero de 1976, Convergencia Socialista de Cataluña (CSC) se presentó a los medios de comunicación en el sótano de un bar del barrio del Port en Barcelona con una representación muy amplia de militantes entre los que destacaban: Joan Prats (profesor universitario), el payés Josep Vidal, ex miembro del BOC y del POUM y miembro de la Unió de Pagesos, Celestí Martí (ex miembro del PSUC), Jesús Salvador (abogado), exmilitante del FOC-FLP, detenido con los 113 de la Asamblea, el andaluz Juan Alamillo, Josep Parcerissas (estudiante), Anton Canals (administrativo), miembro de la A.C. de Lleida, Xavier Guitart (obrero de la industria química), Eduard Galcerán (químico y profesor despedido), Joan Reventós (abogado) y el exmilitante del FOC, Pascual Maragall (economista y profesor universitario), excusando su asistencia Rafael Madueño y Jordi Parpal.
Convergencia Socialista surgió de la fusión del MSC como grupo promotor, del Moviment per l’Autogestió i el Socialisme (MAS), fundamentalmente obrero, de Reconstrucción Socialista formada por militantes de USO, de grupos independientes y exmilitantes del FOC y del Front Socialista Federat (FSF). Cabe destacar que los llamados intelectuales del CSC formaban parte en su mayoría del Centre d’Estudis Socialistes. Uno de sus representantes, Raimon Obiols, opinaba en aquellos días que la transición al socialismo debería pasar por la vía democrática y pacífica mediante una alianza popular que expresara el sentido mayoritario del pueblo en la construcción del socialismo.74
Mientras tanto, la Asamblea seguía en plena actividad aumentando su representación en el territorio con el ingreso de nuevos socios. Uno de ellos fue la Asamblea del Alt Empordà, formada por una treintena de militantes que representaban a: Reagrupament Socialista, CSC, PSUC, PSAN y Unió de Pagesos. Las Juventudes Comunistas de Cataluña (JCC), que apoyaban el CFPC, también pedían el ingreso en la Asamblea junto con la Asociación de Vecinos del Turó de la Peira. En definitiva podríamos decir que estas tres organizaciones tenían en común la búsqueda de un mismo objetivo que era formar parte de una gran organización y conseguir así cierta notoriedad muchas veces inmerecida.
El Reagrupament per la Unitat Socialista Catalana, que formaba parte del Consell, también hizo referencia a la Asamblea, reafirmando la voluntad de seguir trabajando para el fortalecimiento y dinamización del CFPC así como en la reivindicación de la Generalitat, manifestando su apoyo a toda movilización popular pacífica y responsable que persiguiera la consecución de una democracia política destacando en este sentido el papel de la Asamblea como órgano de movilización popular. En el comunicado se solidarizó con Xirinachs y con los procesados por ser miembros del Front d’Alliberament Català (FAC): Manuel Cruells, Blanxart y Jordi Duch Continas.
Desde principios de año, no había semana que no se presentara públicamente alguna organización política o social que hasta aquel momento trabajase en la clandestinidad. Mientras que la UDC explicaba las razones que le permitían ser la referencia de la democracia cristiana de Cataluña, el Movimiento Comunista de España (MCE),75 que estaba presente hasta ahora en la Asamblea, recibía ciertos reparos por su intención de formar parte del Consell, aunque esta posibilidad no se plantease por el ya conocido problema de la “obediencia catalana”.
El 28 de enero de 1976, el discurso televisado del presidente Arias ofreció a los españoles los propósitos que perseguía el gobierno a medio plazo:
“No quiero ni debo pasar por alto un estado de opinión que, con algunos juicios tan ligeros como osados, se ha pretendido inventar en torno a nuestro último pasado político. Es evidente que se intenta borrarlo; que se trata de hacer olvidar nuestra mas reciente historia; y que, para ello, se ha creado un ambiente de confusión y desorientación más aparente y ruidoso que real y profundo, ofreciendo, paradójicamente y con el señuelo de la novedad, volver a un imposible e indeseable punto 0 (…) En este importante aspecto de la vida política, el gobierno huirá del inmovilismo y la frivolidad; de la rigidez y de la aventura, intentará mejoras pero no aceptará el desbordamiento de nuestro orden de convivencia”.76
En realidad el discurso del presidente no decía nada nuevo que no fuera pretender una huida hacia delante basado en el continuísmo del régimen político establecido, reaccionando de inmediato ante situaciones como las ocurridas en Madrid en días anteriores, militarizando el servicio ferroviario y de Metro en contra de las manifestaciones y huelgas efectuadas en el sector.
Desde el otro lado, la visión sobre la situación política del país era totalmente opuesta; al menos así lo expresaba el dirigente de CC.OO, Marcelino Camacho, en sus declaraciones al diario Le Monde, afirmando que la huelga era también política sin querer decir que estuviera impulsada por agentes exteriores al mundo laboral sino que eran los propios trabajadores los que sentían la necesidad vital de hacerla. Efectivamente, aquel año de 1976 significó, y los datos lo demuestran, un punto de inflexíon, en la presión ejercida por los movimientos obreros en su lucha por el cambio político y social.77
RELACIÓN DE CONFLICTOS LABORALES (1968-1976)
AÑO | CONFLICTOS | OBREROS IMPLICADOS | HORAS PERDIDAS |
1968 | 351 | 130.742 | 1.925.278 |
1969 | 491 | 205.325 | 4.476.727 |
1970 | 1.595 | 460.902 | 8.738.916 |
1971 | 616 | 222.846 | 6.877.543 |
1972 | 835 | 277.806 | 4.692.925 |
1973 | 931 | 357.523 | 8.649.265 |
1974 | 2290 | 685.170 | 13.989.557 |
1975 | 3.156 | 647.100 | 14.521.000 |
1976 | 40.179 | 2.519.000 | 106.506.000 |
Fuente: Ministerio de Trabajo, Informes sobre conflictos colectivos, 1968-1975 (Madrid).
Las reacciones al discurso de Arias desde la oposición catalana no pudieron ser más negativas. El comunista Jordi Solé Tura opinaba que el cambio era indispensable y que se tendría que hacer mediante el pacto con una oposición democrática representante de la verdadera voluntad de cambio de la población. Por otra parte, mientras que Joan Reventós (CSC) añadía que el proyecto de cambio sin ruptura se resumía en un “ni quiero ni puedo”, Heribert Barrera comentaba del discurso de Arias los aspectos negativos referidos a la amnistía, la amalgama entre violencia terrorista y las llamadas doctrinas de disolución social. Por su parte, Llibert Cuatrecases de UDC, hablaba de que la institucionalización de las regiones quedaba reducida a aspectos técnicos que solo la organización de un Estado federal democrático y pluralista podría garantizar; y finalmente, el dirigente socialista Felipe González quiso añadir que el discurso del presidente del gobierno solo había gustado al búnker y a las Cortes.78
A comienzos de febrero de 1976 fueron inaugurados los Juegos Olímpicos de invierno en la localidad austriaca de Innsbruck, siendo la gran triunfadora del evento la esquiadora alemana Rosi Mittermaier. Mientras tanto, entre prueba y prueba deportiva, la prensa nos ofrecía una variada coctelera de noticias variopintas que iban desde los sobornos efectuados a múltiples personalidades en Europa y Japón por la sociedad de empresas Lockheed, pasando por la proclamación del nuevo primer ministro chino Hua Guofeng,79 hasta la llegada de las últimas noticias relacionadas con la guerra civil en Angola que estaba en plena actualidad por la caída de Huambo, capital de UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola), en manos del FNLA (Frente Nacional de Liberación de Angola). Sin embargo, las noticias más llamativas provenían de la propia capital del Estado donde iba creciendo la expectación en los círculos políticos afines al régimen ante la inminente creación de un Frente Nacional liderado por el ex ministro Gonzalo Fernández de la Mora, en contraposición a la Junta y Plataforma.
El 9 de febrero, el gobierno, intentando paliar los efectos de la crisis económica, devaluó la peseta en un 11%.