La transición española. Eduardo Valencia Hernán
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La oposición recibió la noticia con expectación y desconcierto, opinando en su mayoría que la devaluación influiría directamente sobre el desarrollo del cambio político propuesto por el Ejecutivo. Para el economista Ramón Trias Fargas la situación económica, como en 1931, no iba a ayudar al cambio político que se avecinaba. Sin embargo, otros políticos incidían sobre la posible intensidad especulativa sobre la divisa española, hecho que probaría que estaba sobrevalorada, reconociendo que quizá, si en alguna ocasión la devaluación estaba justificada, era en este caso. Esa era la opinión de Carles Cuatrecasas.81 Pero la respuesta más contundente vino desde el PSUC, afirmando que la devaluación crearía un aumento de los beneficios para un sector de la burguesía, aumentarían los precios y la desocupación y se reduciría el consumo popular con la consiguiente desaparición de las empresas menos competitivas, creándose una fuerte incertidumbre entre la ciudadanía.82
Por otro lado, siguiendo la política de claroscuros del gobierno Arias, sobre todo cuando nos referimos a los aspectos aperturistas tan proclamados en el espíritu del 12 de febrero, fueron suspendidos por la Dirección General de Seguridad (DGS), tres de los cuatro recitales que el cantante Raimon debía efectuar en Madrid, aunque nada pudo hacer por evitar el éxito del recital celebrado el día 6 de febrero en el Pabellón Deportivo del Real Madrid, considerado por la oposición como una fiesta democrática. Raimon comenzó su actuación con Jo vinc d’un silenci y Quatre rius de sang que provocó entre los asistentes un acalorado ¡Visca Catalunya! Al acabar, representantes de la Junta y Plataforma, que venían de asistir como invitados a la sesión del Consejo de Europa en Estrasburgo, se trasladaron al camerino del cantante para homenajearlo.
En otro ámbito de la vida política, las Cortes franquistas seguían aún activas pese a su inmovilismo legislador y no perdían la oportunidad, siempre que se presentaba, de obstaculizar los mínimos avances aperturistas del gobierno, prohibiendo esta vez que los beneficios de la Ley de Mutilados de Guerra, recientemente aprobada, fueran aplicables a quienes sirvieron en el ejército republicano. Era evidente que los movimientos afines a la extrema derecha, apoyados por el bunker, no iban a cejar en su empeño en mantener a toda costa los privilegios políticos que le procuraba el franquismo. Como ejemplo ilustrativo, el 15 de febrero se reunieron en Altafulla (Tarragona) un grupo de asociaciones políticas pertenecientes a la extrema derecha: Unión del Pueblo Español, Frente Nacional Español, Anepa, Unión Nacional Española, Frente Institucional, Agrupación de Hermandades de la Cruzada, Guardia de Franco, Círculos Doctrinales José Antonio, Alfereces Provisionales, Fuerza Nueva y Falange Española y de las JONS, actuando como moderador del acto Carlos Cava de Llano.
El gobierno, fiel a su política de libertad limitada, envió a las Cortes un proyecto de ley regulando el derecho de reunión establecido en el artículo 16 del Fuero de los Españoles y revisando el de prevención de terrorismo de 26 de agosto de 1975, según anunció el ministro de Justicia, Antonio Garrigues. Algunos días antes, en el Club Siglo XXI en una conferencia sobre el tema “Continuidad y Reforma”, Manuel Fraga había comentado que las reformas no deberían ser elitistas, sino de la mayoría y solo serían practicables por los únicos cauces posibles que eran la libertad de asociación y el sufragio universal.83
El 16 de febrero de 1976, los reyes de España realizaron una visita oficial a Cataluña en plena huelga general de la construcción que afectaba a setenta mil trabajadores y en coincidencia con la finalización del conflicto de la empresa Laforsa que había durado 104 días.84 El viaje sorprendió a todo el mundo, incluida la oposición, y aún mucho más cuando el presidente de la Diputación de Barcelona, Juan Antonio Samaranch, en la recepción oficial ofrecida a los reyes, solicitó un régimen político especial para Cataluña, completado a continuación por el alcalde, Joaquín Viola, que pidió la reforma de la carta municipal. A este respecto, Samaranch dijo: “Y es que, Señor, en estos momentos el pueblo catalán está deseoso de que se reconozca cultural, administrativa, económica y políticamente la personalidad de Cataluña”. El rey respondió al final de su intervención con un sorprendente ¡Visca Catalunya! A continuación, los monarcas visitaron la caserna de caballería de Barcelona con motivo del aniversario de la fundación de la Academia General Militar; allí el capitán general accidental A. Vega Franco sorprendió a los invitados con un discurso en clara alusión a los que “se desvían”, refiriéndose a los que tenían ideas democráticas dentro del Ejército, los militares de UMD, aconsejando la aplicación de tribunales militares o consejos de guerra para neutralizarlos. Este discurso fue censurado incluso por el propio rey.
Sin embargo, la realidad política en la calle, sumergida en medio de los conflictos laborales y universitarios, era diferente a la protocolaria de las altas esferas del poder. Vease como ejemplo la puesta en libertad de cinco estudiantes de la UAB: Josep Mª Pedrosa, Jordi Pons, Rosa Mª Blancafort, Mercé Sala, Rosa Vila y la huelga generalizada de los trabajadores del Ayuntamiento de Barcelona el 11 de febrero.85 Mientras el gobierno no daba pasos claros a favor de la apertura política, la oposición seguía defendiendo la estrategia de ruptura democrática. El profesor de la Universidad de Barcelona (UB), José Antonio González Casanova, publicó un artículo muy aclaratorio en torno a éste punto:
“La ruptura democrática −decía González Casanova− es la revolución, dicen los reformistas. La reforma es el continuismo, dicen los demócratas. Los de la ruptura quieren partir de cero y hacen el juego al comunismo y al separatismo, afirman los reformadores. Y los demócratas creen, por su parte, que los reformistas no quieren quebrar la continuidad de un régimen autocrático y que le están haciendo el juego −algo mas que el juego, pues estarían pactando− al bunker de los inmovilistas (…) Ruptura no es destrucción de nada, sino construcción de todo, pues todo o casi todo está por construir, por constituir, en este país tantos años gobernado por laboratorios y con una escasísima participación popular en las cosas públicas. Ruptura no es en el caso de Cataluña, separatismo (…). Ruptura es en definitiva, construcción pacífica y popular de una democracia sin adjetivos; proceso constituyente de un Estado español democrático, donde quepan, libres y fraternales todos los españoles, hablen el idioma que hablen y tengan las mas diversas ideologías democráticas”. 86
El control de los medios de comunicación también sufrían los altibajos de aquellos momentos de incertidumbre. El día 17 se efectuó el secuestro del último extra de la revista satírica El Papus coincidiendo con la militarización de los cuerpos de Bomberos y Policía Municipal de Barcelona que estaban en huelga. Poco después le tocó a Papillon y se levantó el secuestro de Matarratos.
Mientras tanto, los partidos enmarcados en la oposición moderada se desenvolvían en una actividad frenética de actos y manifestaciones, presentándose ante la opinión pública en una situación de libertad controlada, siendo los partidos y organizaciones radicales de la extrema izquierda y los comunistas los que lo tenían más difícil.
El 2 de febrero, en un comunicado de la FSC-PSOE, se dejó claro, como ya lo hicieron años antes, su oposición al ingreso de España en la CEE mientras no se obtuvieran previamente la libertad de expresión y de asociaciones políticas y sindicales, así como para los presos políticos y el retorno de los exiliados. A su vez, Felipe González, inmerso en las negociaciones para la formación de la Platajunta y en un cambio sorprendente de estrategia, admitió la existencia de un partido socialista catalán con el que se federaría, buscando en el fondo la unidad del socialismo y de los votos en futuras elecciones, en línea con la actitud de la dirección política del PSOE en Cataluña que era favorable a la unidad socialista catalana:
“En el caso de Cataluña seríamos favorables a que se inicie un proceso de negociación unitaria entre la Federación Socialista de Cataluña, Reagrupament Socialista i Democratic y Convergencia Socialista de Catalunya para llegar a un gran partido socialista de Cataluña federado al PSOE”.87
Joan Reventós, líder del CSC, respondiendo a la cuestión, afirmó:
“Es mas complejo