La transición española. Eduardo Valencia Hernán

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general de la FSC, Josep Mª Triginer Fernández,65 rechazó el anterior escrito; no obstante, indicó que el Consell pretendía erigirse en el organismo unitario y representativo de Cataluña cuando el único organismo unitario era la Asamblea.66 Las dos posturas en realidad no eran tan contradictorias, aunque sí demostraban el confusionismo reinante dentro del socialismo catalán, que tendría graves consecuencias ideológicas en la militancia de base y en un sector de la ciudadanía catalana ajena a la estrategia catalanista.

      Desde el prisma nacionalista catalán, el líder de CDC, Jordi Pujol, puntualizaba sobre la realidad política en aquel momento:

      Pujol también se refirió a la distinción entre la ruptura y la evolución, terciando a favor de la primera, anunciando que: “De trencadissa poca o molta n’hi a de haber”. Lo sorprendente de la situación era que todos estos mensajes, enviados desde los partidos con un fuerte contenido ideológico, eran publicados sin ningún tipo de cortapisa administrativa, dando la señal de un nuevo síntoma de cambio y de la propia indecisión del gobierno ante la nueva política de aperturismo aparente. De esa forma fue autorizado el recital de música del cantautor Lluís Llach en el Palacio de los Deportes de Barcelona y denegado el acto al cantante flamenco Manuel Gerena, afín a los movimientos de oposición política, que fue detenido y multado. Llach actuó los días 15, 16 y 17 de enero en tres apoteósicas actuaciones ante un enfervorizado público que rondaba las veinticinco mil personas. Tras ocho meses de silencio, comenzó con un: “Moltes gracies en nom de L’Assemblea de Catalunya”. En días anteriores, Llach comentaba que:

      En todos los recitales asistieron representantes de la Asamblea, del Consell y de todo el espectro catalanista, entre los que destacan: Joan Reventós, Joan Prats, Jaume Casanovas, Ramon Trías Fargas, Jordi Pujol, Miquel Roca Junyent, Josep Andreu Abelló, Josep Pallach, Heribert Barrera, Pere Ardiaca, Antoni Gutiérrez, Joan Colominas, Joan Cornudella, Joan Armet, Anton Canyellas, Joan Badía, Joan Cabré, Agustí de Semir, Jordi Carbonell, Josep Benet, Josep Solé Barberà, Rafael Ribó, Miquel Sellarés, Jacint Humet, Francisco (Paco) Frutos, Joan Anton Sánchez Carreté, Ferran Fullá, Pere Portabella, Lluís Mª Xirinachs, Josep Mª de la Hoz, Joaquim Maldonado, Josep Trueta, Antoni Tàpies, Jordi Llimona, Antonio de Senillosa, Josep Pi i Sunyer, Jordi Trias, Isidre Molas, Xavier Cassasas, Joan Carrera, Albert Espunya, Carlos Santos, Joan Pere Viladecans, Alfons Carles Comín, Ricard Bofill, Félix Martí, Raimón Obiols, Monserrat Avilés, Albert Fina, Mª Aurelia Capmany, Jaume Vidal Alcover, Manuel Cruells, Carles Güell de Sentmenat, Carlos Ferrer, Joan Mas Cantí, Agusti Montal, Joan Granados, José Antonio González Casanova, Lluís Carandell, Joan Oliver, Marta Mata, Amadeo Cuito, Xavier Folch, Ovidi Montllor, Joan Obiols, Francisco Rodríguez Ocaña, Raimón, Francesc Pi de la Serra, Quintín Cabrera, Jordi Solé Tura, Josep Mª Espinás, Magda Oranich, Marc Palmes, Armand Carabén, Jaume Rosell, Carles Rexach y Mª del Mar Bonet. El abad de Montserrat y Salvador Espriu cursaron sus adhesiones. Seguidamente, al acabar las actuaciones, parte de los asistentes efectuaron marchas de protesta en dirección a la cárcel Modelo o por el centro de la ciudad.

      El 9 de enero de 1976, se presentó en Madrid, bajo esa estrategia de libertad simulada, el Consell de Forces Polítiques de Catalunya (CFPC). Según la crónica del periodista Ramon Pi, asistieron: Francisco Gordo Lorente, Joan Reventós, Jaume Casanovas, Heribert Barrera, Xavier Castellá, Albert Aleu, Ignacio Zabala, Joan Cornudella, Joan Ramon Colominas Companys, José Badía, Joan Colominas Puig, Antonio Gutiérrez, Pere Ardiaca, Josep Pallach, Amadeo Cuito y Francisco de Borja Aragay.

      Después de la presentación oficial, una serie de partidos y organizaciones intentaron formar parte de esta nueva organización nacionalista; no obstante, algunos lo consiguieron y otros no. De hecho, al finalizar el primer mes de 1976 había claramente varias estrategias políticas bien definidas. El CFPC, que alternaba la negociación como un bloque unitario según el foro elegido; los partidos que lo componían, que actuaban por separado según conveniencia; la Generalitat en el exilio, con la estrategia dirigida por Tarradellas de descrédito total por la Asamblea; el sector pujolista; el comunista y, finalmente la Asamblea, que actuaba a veces de comparsa de la auténtica negociación, ya que los protagonistas eran los mismos.

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