La transición española. Eduardo Valencia Hernán

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del político exiliado en Noruega, Jordi Tell322. También se establecieron colaboraciones en los llamados «Actos Esporádicos», consistentes en reuniones pseudoreligiosas y políticas como la de Sant Miquel del Port, donde asistieron más de quinientas personas. Editaron clandestinamente el libro «Els partits polítics en la Catalunya d’Avui», impreso en Francia, con la estrategia y tácticas de los partidos más representativos en aquellos momentos. En 1976 los No Alineados se responsabilizaron de la edición de un póster titulado «Selecció Nacional Catalana de Fútbol 1976», en cuyo contenido se presentó la siguiente alineación: portero, el abad Cassià Just; defensa derecho e izquierdo, Heribert Barrera y Joan Cornudella; defensa central, Jordi Pujol; volantes derecho e izquierdo, Josep Pallach y Joan Reventós; extremo derecho, Ramon Trías Fargas; interior derecho, Anton Canyellas; delantero centro, Josep Solé Barberà ; extremo izquierdo (sin identificar) e interior izquierdo, Lluís Mª Xirinachs; siendo el presidente del club nacional, Josep Tarradellas, lugar donde aparecía por primera vez su rostro en un documento público.

      320. SEMIR, Agustí de, «L’Esglesia i L’Assemblea», L’Avenç, n.º 43, 1981, p. 45.

      321. DALMAU, Josep, op. cit., p. 15.

      322. Jordi Tell, arquitecto, expulsado del Colegio de Arquitectos de Barcelona en 1942 y rehabilitado el 1-1-1975. Con residencia en Noruega, perteneció al Partido Nacional Catalá. Fue cónsul general de la República Española en Alemania, siendo detenido por el gobierno nazi y entregado en 1937 al gobierno nacionalista, en Diario de Barcelona, 8-7-1975.

      Por el camino de la II Sesión de la Asamblea de Cataluña. Enero de 1973

      En Barcelona, a principios de abril de 1973, varias empresas entraron en conflictos colectivos, entre ellas, Control y Aplicaciones S.A., Sociedad Argentina de Electricidad y Constructora Pirenaica que trabajaban en la construcción de la Térmica del Besós. Como consecuencia de la intervención policial en los enfrentamientos, el 3 de abril falleció el obrero Manuel Fernández Márquez, de 27 años, mientras que otro trabajador de 25 años, Serafín Villegas Gómez, vecino de Barcelona, fue herido junto con cinco policías heridos también. Dos meses después de lo ocurrido, la Asamblea publicó un artículo titulado «El Crimen» narrando su versión de los hechos, afirmando que Manuel Fernández cayó asesinado por balas de la policía y que el gobernador civil, Tomás Pelayo Ros, mintió al describir las causas y el contexto del crimen, afirmando que no se habían presentado reivindicaciones sobre conflictos laborales (cuando estaban dentro de una plataforma de aproximadamente trescientas cincuenta empresas de la construcción de Barcelona y comarcas para obtener una revisión del convenio colectivo del ramo), y que fueron los obreros los que agredieron a la policía. Cuatro empresas constructoras tomaron la iniciativa con sanciones y amenazas decretando un lock-out de cinco días, encontrando los trabajadores las puertas cerradas como respuesta a que los trabajadores de la Térmica votaran huelga para el 3 de abril. El choque con la policía fue violento, negando la entrada de los trabajadores a la obra, efectuando tiros al aire y alguno, a matar.

      Después del trágico suceso, muchos de los obreros de la Térmica se dispersaron por las obras y las fábricas de la barriada del Besós, mientras que otros fueron al Obispado de Barcelona, a los colegios profesionales y a la Universidad, para explicar lo ocurrido. La indignación tuvo una respuesta inmediata entre la clase trabajadora, convocando durante toda una semana huelgas, acciones de protesta, multitud de pintadas y el reparto de miles de octavillas, participando alrededor de ciento cincuenta mil personas. El mismo día 3, cerca de tres mil manifestantes recorrieron el barrio del Besós, y en la tarde del día 6, tuvo lugar una nueva concentración delante de la iglesia de Sant Paulí de Noia, cerrando muchos comercios y bares.

      El entierro del trabajador Manuel Fernández se desarrolló de forma irregular, ya que la inhumación que se realizó el día 4 de abril se hizo a escondidas y antes de hora, concretamente a las ocho y media de la mañana en el cementerio de Badalona, no atreviéndose las autoridades gubernativas a aceptar el entierro del cuerpo en Santa Coloma de Gramanet, lugar donde residía la víctima, por los posibles altercados que podrían producirse.

      Efectivamente, como era previsible, el día 8 se concentraron unas dos mil personas en el cementerio para rendir homenaje a la víctima, culminando así una serie de actos reivindicativos que habían tenido su punto álgido dos días antes con las manifestaciones realizadas en Cerdanyola y Ripollet, comenzando las movilizaciones en la empresa Aiscondel, formandose posteriormente piquetes de trabajadores en las empresas Aicar, Joresa, Aldai, Fusal Uralita, Indecasa, Tallers Ribot, Meler, Estampats Meridiana, y otras.

      Los «grises» utilizaron helicópteros en vista de la generalización del conflicto ampliado con la llegada de mil quinientos estudiantes de la UAB. Todos juntos se concentraron de nuevo a las seis de la tarde en «la Fonteta», donde se calcula que llegaron a reunirse unas diez mil personas hasta las nueve de la noche.

      La Iglesia condenó los hechos enviando un comunicado que decía así:

      Desde la cárcel de Carabanchel, Marcelino Camacho, líder de CC.OO., junto con sus diez compañeros prisioneros y en espera de juicio por el Proceso 1001, enviaron mil pesetas de la colecta recogida en el penal a la viuda de Manuel Fernández, adjuntando un comunicado que decía:

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