Economía, salud y envejecimiento. Leonardo Hernández

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Economía, salud y envejecimiento - Leonardo Hernández

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años 2005-2018

      Fuente: elaboración propia a partir de datos de la OCDE

      3. Conceptos generales

      3.1. ¿Qué es la economía de la salud?

      Antes de ofrecer una definición formal de economía de la salud cabe recordar al lector lo que se entiende por economía. La economía es la ciencia que estudia la asignación (idealmente eficiente) de los recursos escasos, pudiendo ser estos asignados a las distintas alternativas disponibles. Por lo tanto, la economía tiene como objeto responder a las interrogantes de qué bienes y servicios producir, cómo producirlos y cómo distribuirlos con el fin último de maximizar el bienestar social.

      Ya en el párrafo anterior se han mencionado dos conceptos inherentes a cualquier análisis económico: eficiencia y escasez. En cuanto al primero, la eficiencia implica la maximización de la diferencia entre costes y beneficios al decidir sobre el uso de los recursos empleados. Esto significa maximizar los beneficios derivados de dicha utilización o asignación de recursos y/o minimizar el coste de alcanzar un determinado beneficio (Folland et al., 2016). Por otro lado, y en relación con el segundo término, la economía se basa en que los recursos son escasos (siendo el tiempo el último recurso disponible), ya que su consumo o uso es excluyente al implicar la renuncia de otra alternativa o uso de un recurso disponible. De esta noción de escasez nace el denominado coste de oportunidad, es decir, el valor del mejor uso alternativo que se pierde (al que se renuncia) al dedicar un recurso a un uso determinado. Así, la economía de la salud podría definirse como el análisis de la asignación de recursos, teniendo en cuenta las distintas alternativas disponibles, para y dentro del ámbito de la salud y de los recursos sanitarios y no sanitarios, que detallaremos en el próximo subapartado, con el fin último de maximizar también el bienestar social (Glied & Smith, 2011).

      Las múltiples disciplinas que abarca la rama de la economía de la salud se podrían englobar en siete categorías (Oliva-Moreno et al., 2018), las que se enumeran a continuación. La primera es, sin duda, el concepto, identificación, medición y valoración de la salud. En segundo lugar, nos encontraríamos con el análisis de los determinantes de la salud, tanto sanitarios como no sanitarios, y que hacen referencia a la producción y la demanda de la salud (de esta última hablaremos en el apartado 3 de este capítulo). Dentro de tales determinantes, que van más allá de la asistencia sanitaria, se encontrarían también factores como la biología humana (carga genética), el medio ambiente o los comportamientos individuales. En tercer y cuarto lugar, estarían la demanda y la oferta de atención sanitaria. Dentro de la demanda de atención sanitaria se analizan elementos como la demanda de servicios sanitarios (y sus determinantes), la diferencia entre necesidad y demanda de estos, barreras de acceso a servicios sanitarios, el mercado de aseguramiento y las relaciones de principal-agente. Por otra parte, la oferta de atención sanitaria engloba los costes de producción de servicios sanitarios, los mercados de factores –como medicamentos o coordinación entre entidades proveedoras (clínicas, laboratorios)– y programas de incentivos para profesionales y organizaciones sanitarias. La quinta rama de análisis correspondería al análisis de los equilibrios y arreglos en los distintos mercados y/o entre sistemas de provisión de servicios sanitarios; esto es, la organización industrial del mercado de los servicios de salud. Esto incluye el análisis de las relaciones que se dan entre aseguradores, proveedores y usuarios, así como de las fallas de mercado, equilibrios que pueden conllevar la intervención pública para corregirlos, o de los mecanismos de acceso a los servicios que no están basados en precios, como sería el caso de las listas de espera. En sexto lugar nos encontraríamos con la evaluación económica de intervenciones en salud, de la que se va a dar más información teórica y práctica en el subapartado 1.3 y en la parte quinta de este capítulo, respectivamente. Por último, la evaluación ex ante y ex post, sistémica –es decir, considerando aspectos relativos a la equidad y la eficiencia asignativa, así como a la planificación, financiación y regulación– del sistema sanitario y de las políticas de salud.

      Así y antes de avanzar al próximo apartado, cabe reseñar qué se entiende por equidad y por eficiencia asignativa. La equidad, teniendo en cuenta que pertenece al mundo de los valores, hace referencia a una igualdad básica o mínima basada en necesidades y en el principio de igualdad (o máxima diferencia tolerable) de oportunidades, en este caso de acceso a servicios de la salud. Se puede distinguir entre equidad vertical (tratamiento desigual para los desiguales, por ejemplo, quién ha de pagar) y equidad horizontal (igual tratamiento para iguales, siendo clave aquí el concepto de necesidad). Por último, la eficiencia asignativa se refiere a aquella situación en la que, teniendo en cuenta los precios relativos de los factores de producción a emplear, se usa la mejor combinación de dichos factores para alcanzar un determinado resultado al menor coste posible.

      3.2. Tipos de costes

      En primer lugar, el término de coste se refiere a la valoración en unidades monetarias de los recursos empleados o aquellos cuyo uso habitual cambia ante una determinada intervención o situación (Drummond et al., 2015). Así, se pueden distinguir distintos tipos de costes, como muestra la tabla 1.

      Primero, estarían los costes directos sanitarios, en los que se incluyen todos los costes relacionados con la aplicación o utilización de la intervención y/o en el manejo de cualquier enfermedad o condición (Oliva Moreno et al., 2018). Así, se encontrarían aquellos costes derivados de la medicación (coste de ésta, así como el coste de su administración y consecuente monitorización), ingresos hospitalarios (con todos los recursos que ello conlleva, como quirófanos, materiales, etc.), consultas de atención primaria y especialista, atención de enfermería o domiciliaria sanitaria, pruebas diagnósticas o de imagen, transporte medicalizado, etc.

      Tabla 1. Tipos de costes en economía de la salud (modificado a partir de Zozaya et al., 2015)

Costes DirectosPérdidas laborales
Costes directos sanitariosCostes directos no sanitariosCostes directos para el pacientePérdidas de productividad laboral
Medicación •Coste de la medicación•Coste de la administración•Monitorización de los tratamientosVisitas sanitarias•Atención primaria•Atención especializada•Enfermería•Otros profesionales públicos (ej., dentista, podólogo, fisioterapeuta, dietista, etc.)•Servicios de urgencia•Hospital de día•Atención sanitaria domiciliariaHospitalizaciones•Estancia•Quirófanos•Materiales, fungibles, etc.Pruebas y material•Pruebas diagnósticas•Pruebas de imagen•Material de autocontrol•Material financiado públicamente (gafas)Transporte medicalizadoCuidados profesionalesCuidados personales formales•Fuera del hogar (residencias, centros de día, etc.)•En el hogar del pacienteServicios sociosanitarios•Telemedicina, ayuda psicológica, terapia ocupacional, etc.Cuidados personales informales (prestados por el entorno afectivo)Subsidios por enfermedad (incapacidad temporal, incapacidad permanente)•Copagos sanitarios•Seguro privado•Profesionales sanitarios privados•Materiales (gafas, etc.)•Transporte privado al centro sanitario•Cuidados profesionales•Adaptación de infraestructuras•Costes intangiblesPor mortalidad prematuraPor morbilidad•Absentismo•Incapacidad temporal•Incapacidad permanente•Jubilación anticipadaPresentismo o merma de la capacidad productiva

      A continuación, se encontrarían los costes directos no sanitarios, es decir, todos aquellos costes que no están relacionados directamente con el uso de servicios/tecnologías sanitarias. En esta partida, se encontrarían los costes relacionados con los cuidados, tanto los profesionales o formales (tanto financiados pública como privadamente) como los informales. Dentro de la primera categoría se incluirían servicios sociosanitarios como teleasistencia o terapia ocupacional, centros de día, residencias, servicio de ayuda a domicilio, etc. Dentro de la segunda clase estarían los costes vinculados

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