Las guerras de Yugoslavia (1991-2015). Eladi Romero García

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Las guerras de Yugoslavia (1991-2015) - Eladi Romero García Laertes

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en un Estado policial, con nula independencia del poder judicial respecto de la dictadura y abundancia de juicios políticos contra la oposición (nacionalistas croatas y macedonios o comunistas). De hecho, se había instituido un régimen de terror político y de represión continuada. La libertad de prensa y la expresión quedaron virtualmente eliminadas. En el otoño de 1930, el esloveno Anton Korošec, ministro de Živković, pasó a la oposición, llegando incluso a ser desterrado dos años después a la isla de Hvar. De esta forma, quedaba aún más en evidencia el verdadero carácter centralista serbio del régimen. El descontento con el gobierno era cada vez más manifiesto, tanto por motivos políticos (falta de acuerdos con el nacionalismo croata, pérdida de libertades políticas) como por culpa de la crisis económica.

      El general Petar Živković, mano derecha del rey Alejandro, fue cesado por este en abril de 1932. Buscando un político más aceptado, nombró sustituto a Vojislav Marinković, del Partido Demócrata, que aguantó poco más de un año hasta que fue relevado al presentar un programa renovador excesivamente liberal. De hecho, llegó a mencionar públicamente la posibilidad de convocar un referéndum sobre la federalización del país, que disgustó tanto algunos de sus ministros como al propio rey, que lo destituyó en julio de 1932. Le sucedió al frente del gobierno su antiguo ministro de Interior Milan Srškić, antiguo Radical opuesto a la rápida liberalización de su antecesor. Su gobierno acentuó la represión y, con ello, la tensión con la oposición. Esta, viendo decaer el prestigio del gobierno, presentó en el invierno de aquel año dos manifiestos de reforma. Mientras, en el extranjero, los ustaše (palabra croata que significa «insurgentes»), ultranacionalistas croatas organizados tras el asesinato de Radić y dirigidos por el político y abogado refugiado en Italia Ante Pavelić, aumentaron su agitación contra el régimen y cometieron diversos ataques terroristas. Incluso intentaron una revuelta del país en septiembre que fue reprimida con dureza.

      El 27 de enero de 1934, Srškić fue relevado por el veterano Radical y más moderado Nikola Uzunović, presidente del partido gubernamental y símbolo del agotamiento del gobierno monárquico. El cambio de primer ministro señaló la intención del rey de tratar de reconciliarse con parte de la oposición a la dictadura ante su creciente aislamiento, la crisis económica, la falta de avances en los problemas políticos, y el deterioro de la situación internacional.

      Ante el fracaso interno y las amenazas externas de la oposición, el soberano comenzó el desmantelamiento de su dictadura a finales del verano de 1934. En septiembre, antes de su visita a Bulgaria y a Francia, prometió al croata Maček, entonces encarcelado por traición al Estado, su pronta liberación y el comienzo de negociaciones.

      El 9 de octubre de 1934, el proceso se detuvo temporalmente cuando el terrorista búlgaro-macedonio Vlado Georgiev Černozemski, en connivencia con los ustaše croatas, asesinó al rey Alejandro y al ministro de Asuntos Exteriores francés Louis Barthou en Marsella. El criminal murió a su vez linchado por la policía francesa y la multitud.

      El sucesor en el trono era el hijo de Alejandro, Pedro II, quien al tener solo once años dio paso a la regencia del príncipe Pablo, primo del monarca asesinado. Tras un intento del primer ministro Nikola Uzunović de formar un gabinete únicamente con sus partidarios serbios, frustrado por el regente, aquel dimitió (20 de diciembre de 1934). La regencia encargaría entonces formar gobierno al ministro de Asuntos Exteriores y hombre de confianza del rey Alejandro, Bogoljub Jevtić. Este comenzó su gobierno con medidas moderadas, incluyó ministros no serbios en el gabinete, prometió elecciones libres y liberó al principal dirigente de la oposición, el líder del Partido Campesino Croata Vladko Maček. Declaró además su intención de llevar a cabo una descentralización progresiva de la Administración. En las elecciones de mayo de 1935, presentó candidatos en todas las circunscripciones, a pesar de que su formación solo tenía un respaldo real en los antiguos territorios serbios, logrando una mayoría de votos y de escaños gracias a la ley electoral. La oposición denunció entonces la comisión de un fraude electoral. De hecho, se consideró también vencedora moral, pues había logrado derrotar a varios ministros del gabinete y vencido en algunos distritos importantes pese a la intimidación gubernamental.

      De nuevo la oposición se negó a acudir al Parlamento y, cuando en este comenzó una campaña de duros ataques a Maček, el regente Pablo logró la caída del gabinete de Jevtić favoreciendo la dimisión del ministro de Defensa, el general Petar Živković, de los ministros no serbios y del prestigioso ministro de Finanzas Milan Stojadinović. El regente deseaba evitar la vuelta a las disputas parlamentarias que habían llevado a la proclamación de la dictadura en 1929. Consultó entonces con Maček, que recomendó la celebración de nuevas elecciones, pero prefirió en su lugar nombrar un nuevo gobierno.

      Maček se había mostrado dispuesto a permitir un gobierno encabezado por Milan Stojadinović, ministro de Finanzas del ejecutivo anterior, y a participar en el Parlamento si se cambiaba la ley electoral y se garantizaba la libertad en las votaciones. El nuevo gobierno de Stojadinović (24 de junio de 1935) incluyó al principal político esloveno, Anton Korošec, y al bosnio Mehmed Spaho, coaligado con Maček en las anteriores elecciones. Incluía además cuatro croatas sin afiliación a ningún partido político. Se deshizo de la mayoría de los políticos identificados con la dictadura, sustituyéndolos por tecnócratas o políticos ajenos al régimen de Alejandro. Entre las primeras medidas adoptadas estuvieron la relajación de la censura, la amnistía para miles de presos políticos, la moderación del terror policial y el permiso para la instalación de una estatua del asesinado Stjepan Radić en Zagreb.

      En menos de dos meses, Stojadinović remozó el partido gubernamental, creando la Unión Radical Yugoslava, amalgama de Radicales, Populistas eslovenos y musulmanes bosnios. La formación debía servir como cimiento del poder del primer ministro, que en diciembre de 1935 se deshizo de parte de los antiguos dirigentes Radicales que creían poder manipularlo. El 6 de marzo de 1936 salió ileso y reforzado de un intento de asesinato en el Parlamento. Los antiguos cargos de la dictadura formaron entonces una coalición opositora que no debilitó a Stojadinović, sino que le dio un aura de renovación frente a esta. El bloque opositor principal, con Maček a la cabeza, siguió sin acudir a las cortes, facilitando los planes del primer ministro. Los diversos intentos para llegar un acuerdo sobre el problema croata, de momento no fructificaron.

      Tras afianzarse así en el gobierno, Stojadinović comenzó a realizar reformas, aliviando el grave problema de las deudas de los campesinos en septiembre de 1936. Se aprobaron además medidas de apoyo a los campesinos, como la implantación de seguros agrarios, construcción de silos y otras obras públicas, creación de institutos de investigación agrícola, etc. Esta política, las buenas cosechas de esos años y la disposición alemana a absorber gran parte de la producción agrícola yugoslava dieron gran prestigio al primer ministro entre los campesinos. El desarrollo agrícola no bastó, sin embargo, para acabar con el problema de la superpoblación rural. Este gobierno respaldaría también la industrialización del país y comenzaría a desarrollar rápidamente la minería.

      A finales de 1936, la oposición al régimen parecía contar con la abrumadora mayoría de los antiguos súbditos austro-húngaros. El primer ministro había conseguido una victoria en las elecciones municipales de diciembre de 1936, pero los distritos croatas aún apoyaban a la oposición. A pesar de las promesas de apertura del gobierno, no hubo cambios en el censo electoral y se mantenía el terror estatal en Macedonia. Para los nacionalistas croatas, su programa político seguía teniendo precedencia ante el social. Los primeros contactos entre Stojadinović y Maček en 1935 habían fracasado.

      A comienzos de 1937, Stojadinović trató nuevamente de lograr un acuerdo con Maček, pero este, que había mantenido el tipo en las recientes elecciones, mantuvo sus exigencias. El primer ministro intentó entonces minar la base de su adversario con medidas a favor de los campesinos y un intento de concordato con el Vaticano, creyendo que así se ganaría las simpatías del agro croata, religiosamente católico. De hecho, el concordato ya se había firmado el 25 de julio de 1935, aunque no había sido ratificado ante la hostilidad mostrada

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