Comprendiendo las parábolas de Jesús. Klyne Snodgrass

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Comprendiendo las parábolas de Jesús - Klyne Snodgrass

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Evangelio, sin que importe cuán tardío, concebiblemente podría preservar un relato prístino de una parábola, y la única solución es el análisis de cada parábola y sus temas. Ese análisis viene a continuación de una investigación de las parábolas en el mundo antiguo.

       Capítulo 2

       Parábolas en el mundo antiguo

      Jesús no fue la primera persona en contar parábolas y, a pesar de su originalidad y creatividad, las formas que empleó no eran nuevas.1 Las parábolas de diversículos tipos se conocen casi en todas las culturas y aparecen en varias clases de literatura. El material más antiguo semejante a la parábola o parabólico que conozco data del siglo veinticuatro a.C.,2 pero puede haber otras más antiguas. Hasta cierto punto, los eruditos cristianos y judíos han sido culpables de provincialismo e imperialismo cultural cuando estudian las parábolas, porque con frecuencia han ignorado o despreciado las de otros contextos. Sin restar importancia a las parábolas rabínicas, necesitamos una visión más amplia cuando analizamos parábolas similares a las de Jesús. La expresión parabólica es una forma común del pensamiento humano, conocida en todas las culturas. Especialmente las parábolas budistas y chinas tuvieron gran influencia. Las fábulas de Esopo en el mundo griego son claramente similares, incluso si su relato tuvo propósitos diferentes y a pesar de que usualmente referían plantas y animales. De hecho, Jülicher clasificó las parábolas narrativas de Jesús como fábulas.3 Aunque las diferencias son obvias, uno trata con el mismo proceso de pensamiento. Estas historias tampoco crecieron repentinamente en suelo griego, como sabían los colectores de las fábulas de Esopo, porque ellos mismos han propuesto un origen “sirio”.4 Algunos eruditos sugieren que hay influencia de historias budistas en las fábulas de Esopo y en las parábolas rabínicas.5

      Pero, si el pensamiento parabólico es preponderante en todas las culturas, hasta donde sabemos, nadie antes de Jesús empleó las parábolas en forma tan consistente, creativa y eficaz como él. Tampoco nadie las utilizó así después de él. De todas maneras, ello no significa que se debe ignorar o descalificar el valioso aporte de otros que aplicaron el método parabólico, sea este Ahiqar, los rabinos judíos, Epicteto, Blaise Pascal, Søren Kierkegaard, o muchos otros de diversas culturas y épocas. No podemos lidiar con las parábolas en general, pero necesitamos examinar el contexto religioso y cultural pertinente para el estudio de las parábolas de Jesús, que incluye el Antiguo Testamento, los escritos judíos primitivos, el contexto grecorromano, la iglesia primitiva, y los escritos judíos postreros.

      El Antiguo Testamento es la principal influencia en el uso que hace Jesús de las parábolas. El género de las parábolas de Jesús, la forma de pensar parabólica, las imágenes, y el uso de las parábolas en la literatura sapiencial y especialmente como instrumentos proféticos, indican esa dirección.6 Se ha subestimado esta influencia obvia en las parábolas de Jesús,7 sin embargo, no tenemos evidencia de que otras fuentes influenciaran a Jesús, o de otras parábolas anteriores a él que demuestren nada semejante al uso que Jesús les da. Veremos que hay formas relacionadas, pero fuera del Antiguo Testamento no hay mucho material semejante a la forma de las parábolas de Jesús. No hay parábolas narrativas en los manuscritos del Mar Muerto, tampoco aparecen en la literatura apócrifa o en los escritos pseudoepigráficos que preceden al ministerio de Jesús. Si seguimos a Jacob Neusner, en afirmar que “no sabemos lo que no podemos mostrar”, debemos ser muy cautos de tomar simplemente las parábolas rabínicas como la clave para entender las parábolas de Jesús,8 aunque ellas sean muy importantes. Además, centrarnos simplemente en los escritos rabínicos es ignorar la cuestión principal de la relación de las parábolas de Jesús y de los rabinos con los tipos similares de discurso en casi cada cultura. ¿De dónde desarrollaron los rabinos el procedimiento? También para ellos, además de cualquier otro elemento que conlleve, el Antiguo Testamento fue una fuente principal.

      Sin desechar los escritos judíos posteriores y la cultura del primer siglo, y sin disminuir la creatividad y la singularidad en la didáctica de Jesús, la única influencia directa segura en él fue el Antiguo Testamento. Si se considera elpensamiento y la evidencia que su predicación provienen del Antiguo Testamento, no debería sorprender que su método y forma de pensar también fueran influenciadas por ese cuerpo literario. Un análisis detallado del mashal y de las formas parabólicas del Antiguo Testamento ofrece una perspectiva crucial para entender las parábolas de Jesús.

      Ya hemos señalado la amplitud de significados de la palabra hebrea mashal.9 La versión antigua del léxico Brown-Driver-Briggs presenta una lista de tres verbos diferentes que se escriben mashal: “parecerse”, “usar un proverbio o parábola” y “regir”.10 Algunos encuentran el origen de las tres palabras en una palabra común, pero la mayoría nota dos verbos distintos y sin relación común, que casualmente se escriben de la misma forma. El primero significa “parecerse”, el cual fue adaptado para referir el habla proverbial y el segundo significa “regir”.11

      Incluso si excluimos “regir” como palabra sin relación común, no obstante, mashal cubre un amplio campo semántico. Las diecisiete veces que ocurre la forma verbal todas obviamente pertenecen a dos categorías: siete de ellas (todas en los Salmos, Job, e Isaías) incluyen una comparación como Salmos 28.1 (“para que no sea yo, dejándome tú, semejante a los que descienden al sepulcro”), y diez (Números 21.27; Job 17.6;12 y ocho en Ezequiel) que refieren a hablar en parábolas o proverbios, como en Ezequiel 16.44 (“He aquí, todo el que usa de refranes te aplicará a ti el refrán….”). La forma del substantivo ocurre cuarenta y una veces, y aquí proliferan los significados. La referencia más frecuente es a un proverbio como “¿Saúl también entre los profetas?” (1 S 10.12) o “De los impíos saldrá la impiedad” (1 S 24.13 [14]). El título del libro de los Proverbios (mishle Shelomoh) usa la forma plural de mashal. Proverbios 1.6, dice que el hombre sabio puede entender un proverbio (mashal), una figura, un dicho de los sabios y sus acertijos.13

      Mashal puede referir también una “burla” o “sobrenombre”, como la burla contra el rey de Babilonia: “¡Cómo paró el opresor, cómo acabó la ciudad codiciosa de oro!” (Is 14.4), o la burla acusadora “¡Ay del que multiplicó lo que no era suyo!” (Hab 2.6).14 En relación hay referencias a un “lamento”, como “Del todo fuimos destruidos” (Mi 2.4). En Ezequiel 14.8, el castigo de Dios a los idólatras hace de tales personas un mashal y una “señal”, símbolos del error de sus caminos. Inesperadamente, mashal puede referirse a los oráculos de Balaam (Nm 23.7)15 o a los discursos extensos de Job (27.1 y 29.1). En Salmos 49.4 [5]; 78.2; y Ezequiel 17.2 mashal parece en paralelismo opuesto a “enigma” (hidah). Sin embargo, mashal no se usa en las narrativas más similares a las parábolas de Jesús, como la de Natán a David (2 S 12.1-7). Por otro lado, Ezequiel emplea las de formas más largas, como una elaborada alegoría (17.2-10, un gran águila y la vid), una profecía (20.44-49 [21.1-5], el fuego devorador), y de una comparación extensa (24.3-5, la olla hirviente).

      Es obvio porqué no se puede indicar tanta variedad de significados con una sola palabra. Aparentemente, la idea de la comparación es la dominante, pero al final, tenemos que deducir que un mashal es cualquier dicho que tenga la intención de estimular el pensamiento y producir entendimiento.

      En la Septuaginta, parabolē se usa con frecuencia para traducir todos estos diferentes matices,16 y no para traducir alguna otra palabra hebrea. De hecho, en algunas formas es sorprendente que parabolē fue escogida para cubrir este rango de significados, pues su principal significado era en griego “comparación”, y no era una palabra particularmente común a finales del primer siglo d.C. Josefo usa parabolē solamente dos veces, y Filón en tres ocasiones. Platón la emplea exclusivamente dos veces, y Aristóteles catorce veces. Otras palabras como

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