Comprendiendo las parábolas de Jesús. Klyne Snodgrass
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Una buena parábola crea distancia, provoca y apela.103 Al crear distancia provee espacio al oyente/lector para reconsiderar; uno no siente que debe defender su espacio. Mediante la provocación, la parábola requiere nuevos canales de pensamiento, y mediante la apelación busca decisiones que conformen el comportamiento del oyente con el propósito del relator.
Sin embargo, no todas las parábolas operan de la misma manera. Las parábolas tienen niveles diferentes de opacidad; o sea, la facilidad que uno tiene para ver los personajes varía de parábola en parábola. Algunas son diáfanas y el oyente/lector sabe con facilidad que una historia en particular lleva un propósito, y la realidad que muestra es obvia desde el principio. Principalmente este es el caso cuando el relator y los oyentes comparten un considerable acuerdo o cuando la parábola es una acusación profética.104 Cuanto más uno intente determinar un punto fuerte, más probable es que se evidencie la realidad. En cuarenta y nueve versículos (Cap. 23), Ezequiel condena la prostitución de las dos hermanas Ahola y Aholiba, pero ya en el v. 4 explícitamente se las identifica como Israel y Judá. En Oseas 2, Gomer, la esposa del profeta es un velo fino para el Israel servidor de Baal.105 Obviamente, tales ejemplos hacen absurdo cualquier deseo de borrar cualquier cosa en una parábola con referencia externa. Cuanto más sea la parábola un instrumento profético, más se espera que se manifieste la realidad. Un ejemplo en Mateo (22.1-14) de parábola diáfana es la fiesta de bodas. Uno sabe rápidamente que esta no puede ser una historia de una boda verdadera; más bien muestra el fracaso de Israel. Tratar la parábola como un evento real sería una gran distorsión. Otras parábolas son inescrutables; no revelan su objetivo sino hasta que se haya hecho los juicios de auto imputación. Entonces, se añade un nimshal, una explicación que evidencia la intención de la parábola. Unos ejemplos clásicos son la parábola de Natán a David (2 S 12.1-12) y la de los labradores malvados (Mt 21.33-46 y sus paralelos). De todas formas otras parábolas ni son diáfanas ni subrepticias; ellas simplemente presentan una analogía que quizás sea o no clara sino hasta que se complete la narrativa. Algunas ya no son claras en su forma actual y se las debate fuertemente. Por ejemplo, los obreros de la viña (Mt 20.1-16), no es fácil de explicar. Está claro que se debe analizar cada parábola por sí misma para determinar cómo funciona.
Distribución de las parábolas
Las parábolas constituyen casi el treinta y cinco por ciento de las enseñanzas de Jesús en los Evangelios sinópticos. Si uno acepta la teoría de las cuatro fuentes del origen de los sinópticos, entonces en Marcos las parábolas constituyen casi el dieciséis por ciento, veintinueve por ciento de Q, cuarenta y tres por ciento de M, y cincuenta y dos por ciento de L. Hay poco consenso sobre el número de parábolas, y se estima que está entre treinta y siete y sesenta y cinco. La determinación depende cómo uno define el término “parábola”, con juicios sobre formas específicas y si las parábolas similares (como la de los talentos y la de los denarios) son una parábola o dos.106 Mi compilación incluye treinta y tres parábolas (y enumero separadamente la parábola de los talentos y la de los denarios, de igual modo hago con los convidados a la boda y la fiesta de bodas). Obviamente, hay otros dichos parabólicos y parábolas breves que decidí no tratar107 (como el deber del siervo en Lc 17.7-10), debido a que son muy obvias y en parte por el espacio.
En el sentido técnico no hay parábolas en el evangelio de Juan. Hay meshalim, como la puerta de las ovejas o el buen pastor, pero nada como las similitudes en los sinópticos, narrativas indirectas simples o de doble directa, parábolas jurídicas y parábolas interrogativas. Juan no emplea el término parabolē, pero sí paroimia, que a menudo se traduce como “proverbio” o “dicho oscuro”, en 10.6 y 16.25 (dos veces) y 29. Efectivamente, el término parabolē no se menciona en el NT fuera de los evangelios sinópticos, a excepción de Hebreos 9.9 y 11.19, donde denota “ilustración” y “figura”, respectivamente.
Hay, relativamente, pocas parábolas en Marcos. Él solamente registró cuatro parábolas narrativas, de las cuales las tres primeras concuerdan en una colección de parábolas en el capítulo 4; el sembrador, el crecimiento de la semilla (exclusivo de Marcos) y el grano de mostaza. Después en el capítulo 12 Marcos incluye la parábola de los labradores malvados. Algunos incluyen la parábola de los siervos vigilantes en 13.34-37 y la higuera en 13.28-29.
De las parábolas de Marcos, Mateo y Lucas incluyen la del sembrador, el grano de mostaza, los labradores malvados y la higuera. Mateo y Lucas también tienen pocas parábolas en común pero Marcos no las menciona. Mateo y Lucas refieren las parábolas de la levadura, la oveja perdida, el prudente y el insensato, el siervo fiel y el siervo malo, el ladrón y los niños en el mercado. Ambos incluyen también las parábolas del rechazo de las invitaciones al banquete y deadministradores de dinero, pero se debate si estos relatos son paralelos o son sencillamente historias similares.
Para el resto de las parábolas, diez son exclusivas de Mateo y dieciocho propias de Lucas. Aproximadamente dos tercios de las parábolas están en Lucas. Las parábolas en Mateo se presentan principalmente en los capítulos 13, 18, 20 al 22 y 24 al 25 y por orden de temas. La mayoría de las parábolas en Lucas se publican en los capítulos 10 al 20 y también están ordenadas por temas dentro de la narrativa del viaje. Se puede elaborar un buen caso de un arreglo de convergenciaen la narrativa del viaje en Lucas, y muchos aceptan que Lucas tenía una fuente de la parábola de la cual adaptó su material.108
El Evangelio de Tomás tiene paralelos de once de las parábolas sinópticas, nueve de los cuales no se disputan: el sembrador (logia 9), el grano de mostaza (logia 20), la cizaña (logia 57), el rico (logia 63), la gran cena (logia 64), los labradores malvados (logia 65), la perla (logia 76), la levadura (logia 96) y la oveja perdida (logia 107). El pescador sabio (logia 8) y el tesoro escondido (logia 109) probablemente sean paralelos a sus equivalentes sinópticas, pero divergen bastante que algunos las consideran como parábolas independientes y no conocidas previamente. La versión de estas once parábolas en el Evangelio de Tomás se da en la discusión de las parábolas individuales, y cada una será evaluada en el contexto apropiado. Además, el Evangelio de Tomás tiene tres parábolas previamente desconocidas: Los niños en el campo (logia 21a); Una mujer con un recipiente de alimento (logia 97); Y la prueba de un asesino (logia 98).109 Nótese que el Evangelio de Tomás 1 y 2 como el Apócrifo de Santiago 1.9—2.39 destaca la naturaleza secreta y esotérica del contenido de sus tratados. El Apócrifo de Santiago también revela dichos supuestamente del Cristo resucitado, menciona siete (o posiblemente seis) parábolas por nombre, probablemente todas conocidas por los evangelios sinópticos,110 y registra tres parábolas previamente desconocidas: la palma de dátiles (7.24-35), el grano de trigo (8.16-28), y la espiga de grano (12.22-30).111
Para toda determinación y propósito, la iglesia primitiva no contó parábolas, ni en los materiales canónicos ni en los primeros o posteriores escritos después del período apostólico. Las narraciones similares más cercanas a las parábolas son los tratados alegóricos del Pastor de Hermas, pero no son cercanas a las parábolas de Jesús, aunque ellas emplean el término parabolē y tienen similitudes casuales. Después de la resurrección de Jesús, el modo de las parábolas, que es un modo profético, parece haber caído en desuso a favor de formas más directas de proclamar el mensaje del Evangelio.
¿Cómo se deben interpretar las parábolas?
Algunos dicen que las parábolas no necesitan o no se pueden interpretar.112 Estas mismas personas, por supuesto, escriben libros que explican las parábolas. Jülicher arguyó que las parábolas no necesitan interpretación porque usan lenguaje literal113 y dicen lo que significan. Pero ninguna comunicación es de interpretación propia, y los comentarios de Jülicher son, a lo más, una exageración. Aquellos que arguyen que las parábolas no se pueden interpretar las consideran a veces como