Comprendiendo las parábolas de Jesús. Klyne Snodgrass

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Comprendiendo las parábolas de Jesús - Klyne Snodgrass

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similitudes (Gleichnisse), narrativas de ejemplo (Beispielerzählungen), y alegorías (Allegorien), estas últimas, por supuesto, fueron rechazadas por Jülicher. De modo que, las similitudes, las narrativas de ejemplo y las alegorías son todas parábolas bajo la definición mencionada, técnicamente y bajo esta definición más restringida, hay una diferencia. Estas cuatro categorías todavía se utilizan, pero hay bastante confusión. Hay debate considerable sobre si la alegoría y las narrativas de ejemplo son categorías legítimas, respecto a qué califica como una similitud y si se puede o no distinguir siempre las similitudes y las parábolas.

      Si dejamos de lado por el momento los debates de las categorías de narrativas de ejemplo y alegorías, solo queda las similitudes y las parábolas narrativas, y algunos se contentan en emplear solamente estas dos categorías.47 La sencillez es atractiva, pero no hace justicia a la variedad de formas. Incluso con la palabra “similitud” hay confusión. Jülicher usó el alemán Gleichnis que, por lo general, se traduce “similitud”, para cubrir dichos parabólicos (como, ciegos guía de ciegos en Mt 15.14 / Lc 6.39),48 el proverbio: “Médico, cúrate a ti mismo” (Lc 4.23) y las parábolas del constructor de la torre y el rey que va a la guerra (Lc 14.28-32).49 La mayoría hoy emplea correctamente el término “similitud” con un sentido mucho más limitado, y refieren a los dichos parabólicos o aforísticos como una categoría separada.50 Estos dichos aforísticos breves son generalmente comparaciones simples, como: “Ninguno puede servir a dos señores” (Mt 6.24 / Lc 16.13), y no trataremos en este libro.

      Según argüía Kierkegaard, si las parábolas son medios indirectos de comunicación,51 entonces la mayoría de las parábolas de Jesús son comunicación indirecta doble, ya sean similitudes o parábolas narrativas. La comunicación directa se dirige al oyente sobre el tema a disposición. Por ejemplo, la comunicación directa sobre el Reino puede decir: “El reino es de valor supremo y vale todo lo que tú puedas dar.” La parábola del tesoro en el campo es comunicación indirecta doble porque no habla al oyente/lector sobre el tema a mano. Ella usa otra persona (la que halla) y otro tema (el tesoro) para dirigirse indirectamente al oyente. La parábola del hijo pródigo y el hermano mayor es comunicación indirecta doble. Esta trata sobre un hombre y sus hijos, no los oyentes/lectores, pero emplea otras personas y otro tema (sus relaciones) para hablar de Dios, de la relación con Dios y la de seres humanos entre sí. Una y otra vez notaremos esta doble falta de dirección.

      Sugiero la siguiente clasificación, que es menos confusa y de mayor ayuda, para tratar las parábolas:

      • dichos aforísticos

      • similitudes (doble indirecta)

      • parábolas interrogativas (doble indirecta)

      • parábolas narrativas, de las cuales hay tres distinciones adicionales:

      • parábolas narrativas de doble indirecta

      • parábolas jurídicas, un tipo particular de parábola narrativa de doble indirecta

      • parábolas narrativas de indirecta simple

      • parábolas “cuánto más”

      Debido a que no trataremos los dichos aforísticos, por razones prácticas emplearemos seis designaciones para las parábolas: similitudes, parábolas interrogativas, parábolas narrativas de doble indirecta, parábolas jurídicas, parábolas indirectas simples y parábolas “cuánto más”. Estas categorías se han determinado tanto por su forma como por su función. Con excepción de las parábolas “cuánto más” y las jurídicas, las categorías son mutuamente exclusivas. Las parábolas jurídicas son un tipo de parábolas de doble indirecta, y la lógica de “cuánto más” se puede usar con otras categorías. Estos seis tipos de parábolas merecen ser distinguidas, y ahora explicaremos sus características.

      1. Similitudes. Si un símil es una comparación explícita que usa el comparativo “como” (en “Son como ovejas sin pastor”), las similitudes son símiles extensos. Con frecuencia se dice que ellas relatan un evento típico o recurrente o un proceso en la vida real, y que se expresan en el tiempo presente, pero ni lo uno ni lo otro es cierto. El tiempo no es un factor válido para distinguir formas. Algunos textos tienen dos o más tiempos verbales, y algunos usan el aoristo (como la parábola de la levadura en Mt 13.33).52 La similitud tampoco es necesariamente un evento típico o recurrente. ¿Encontrar un tesoro es algo típico o recurrente? La pauta de qué es una similitud se observa en la extensión de una analogía que carece de desarrollo de la trama. Es más que una comparación simple y puede incluir varias acciones o un período de tiempo. Por ejemplo, el Reino es como una mujer que tomó levadura y la escondió en tres medidas de harina hasta que todo fue leudado. Hay acción pero no trama, no se observa un problema que necesite solución o desarrollo de una situación de modo que haya una historia.53 Las similitudes, en ocasiones llamadas parábolas en sentido estricto, por lo general son más directas, menos afrentadoras y representativas que otras formas más desarrolladas. O sea, no dependen de las correspondencias entre las características individuales y la realidad para determinar el punto. (P.ej., el hombre en la parábola del crecimiento de la semilla, que duerme y se levanta y no entiende cómo crece, no corresponde a Dios ni a otra persona específica.)

      2. Parábolas interrogativas.54 Su forma es diferente, incluso cuando estas parábolas son como las similitudes, pues no tienen desarrollo de una trama y muchas funcionan lógicamente como las similitudes. Las interrogaciones son una de las principales formas que las parábolas provocan interés y cautivan. Algunas comienzan con interrogantes, como: “Mas ¿a qué compararé esta generación?” (Mt 11.16 / Lc 7.31) o “Pero ¿qué os parece?” (Mt 21.28). Algunas incluyen interrogantes dentro de su narrativa, y otras concluyen con preguntas, en particular las parábolas jurídicas. Sin embargo, la categoría de las parábolas interrogativas concierne más que solamente preguntas de introducción e internas; más bien, agrupa todas las parábolas que se presentan enteramente como interrogantes. Un número de estas parábolas son: “¿Quién de vosotros?” (tis ex hymōn), la forma es muy común y diferente y merece que se la reconozca.Ejemplos obvios son las parábolas de la Oveja perdida y El amigo necesitado. Con frecuencia, la pregunta “¿quién de vosotros?” se pierde en la traducción. En otras versiones como la NVI, y la RV95 leen así: “Supongamos que uno de ustedes”, lo cual es lamentable (véase Lc 11.5). Las parábolas interrogativas no difieren mucho de las judiciales, porque ambas establecen situaciones hipotéticas, apremian al lector/oyente que responda a la interrogante y le obliga a que transfiera esa respuesta a otra situación. (Además, las parábolas judiciales tienen un elemento de acusación.) La pregunta: “¿Quién de vosotros?” siempre espera una respuesta negativa: nadie actuaría como la persona que describe la parábola.55

      3. Parábolas narrativas de doble directa. Las parábolas narrativas, en sentido restringido, son metáforas (contra Jülicher) extendidas en analogías con tramas. Si una metáfora es una comparación implícita que no emplea “semejante a” o “como” (p.ej., “Vosotros sois la sal de la tierra”), una parábola es una historia ficticia que narra un evento particular, que por lo general se emplea en tiempo pasado, con la intención de comunicar una verdad moral o espiritual (p.ej., el hijo pródigo). Los tres tipos de parábolas narrativas tienen desarrollo de la trama.56 Algo sucede en la narrativa que crea un problema o una posibilidad, y entonces otros hechos suceden que pueden, o al menos potencialmente, manifestar el propósito o la conclusión. La parábola de la gran cena (Lc 14.15-24) es un ejemplo obvio. Si hay propósito, a menudo el diálogo en la parábola indica dónde empieza la solución. Algunas parábolas son intencionalmente abiertas (o sea, no terminan), y obligan a los oyentes o lectores a pensar qué debería suceder, como en el caso de la parábola de la higuera estéril (Lc 13.6-9). Algunas personas piensan que la distinción entre similitudes y parábolas no es muy clara,57

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