Comprendiendo las parábolas de Jesús. Klyne Snodgrass
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Debido a que las parábolas con frecuencia tratan de reorientar el pensamiento y la conducta, al repetirse la enseñanza de Jesús en otros lugares, las parábolas con frecuencia contienen elementos de contrariedad.93 No todas las parábolas emplean una oposición pero, si las pone en práctica, se vuelven instrumentos poderosos de cambio que Jesús empleó. Cuando las parábolas causan cambios, entonces obligan la toma inesperada de decisiones y asociaciones. El Publicano es justo, no el Fariseo; el Samaritano es el vecino, no la élite judía; David es el culpable, no alguna persona terrible que cualquiera condenaría.
Con el propósito de producir una respuesta y elementos como la contrariedad, generalmente el asunto crucial de las parábolas está al final, donde funciona como la nota resaltante de un chiste. Los intérpretes, con legítimo derecho, invocan la “regla de la tensión final”, la cual requiere que la interpretación centre en el desenlace de las parábolas. Por supuesto, algunas parábolas son tan breves que esta pauta resulta irrelevante, pero eso no significa que se debe ignorar el resto de la parábola. La regla es relevante, pero solo a nivel secundario, para las parábolas que establecen contrastes (como la del prudente y el insensato en Mt 7.24-27 / Lc 6.47-49), y es menos pertinente para otras (como las parábolas interrogativas). Cada parábola se debe interpretar por sí misma. De todas formas, la regla de la tensión final es una buena práctica.
El enfoque al final de la parábola plantea la interrogante sobre la legitimidad de las explicaciones con palabras de conclusión de las parábolas, y que a menudo los estudiosos del Nuevo Testamento suprimen. Aunque algunas parábolas carecen de explicación, muchas sí las tienen. Las explicaciones son naturales y muchas veces necesarias porque, en muchos casos, la analogía no es completa o clara hasta que se da alguna indicación sobre el referente. Por lo general, esto se logra con afirmaciones como “Así también…”.Todas las historias con parábolas en el Antiguo Testamento tienen explicaciones antes o después, y tales conclusiones son características regulares en las parábolas rabínicas. A menos que se piense que Jesús era un relator de enigmas, también se debe hacer justicia a las explicaciones. En particular con las parábolas polémicas, la historia carece de afrentas hirientes hasta que se aclara el referente. La única ocasión que uno podría relatar una parábola polémica sin emplear la observación aguda es cuando el relator consideraba que la intención es obvia o si la confrontación es tan amenazante para ser explícita.
Las parábolas se relatan en un contexto. Contrariamente a las fábulas de Esopo, las parábolas de Jesús no son historias generales con una verdad universal. Por lo menos, parcialmente ellas se basan en la realidad que tratan de mostrar, de lo contrario no podrían determinar su punto.94 Las parábolas hablan de contextos específicos en el ministerio de Jesús. Lo cual también sucede con la mayoría de las parábolas rabínicas y greco-romanas. Las parábolas no sirven para sí mismas; no se relata una parábola para provecho propio, sino que sirven para un propósito didáctico específico que produzca cambios en las creencias y las acciones.95 Este es uno de los puntos más significativos y debatidos sobre la interpretación de las parábolas. ¿En qué medida es el contexto que dan los evangelistas el marco apropiado para la interpretación? Es claro que no se preservó el contexto específico de muchas parábolas, según evidencia el orden temático (como atestigua Mt 13) y el trabajo de redacción de los evangelistas. Pero, en otras parábolas se han preservado contextos específicos (como atestigua la parábola de los labradores malvados). Discutiremos este problema más adelante y también en conexión con cada parábola individual, pero mi preocupación mayor aquí es resaltar el contexto general del ministerio de Jesús en la Palestina del primer siglo. No sería legítimo separar las parábolas de Jesús de ese contexto y reubicarlas en otro.96 Cambiarlas de contexto no permitirá la interpretación de las parábolas de Jesús, y tampoco que la escuchemos, sino que haría de uno el creador de una parábola con materiales ambiguos.
Las parábolas de Jesús son teocéntricas. He mencionado que las parábolas proponen cambiar el comportamiento y hacer discípulos, mediante relatos acerca de Dios y su reino, la nueva realidad que Dios busca establecer en la tierra. Los intentos de negar las referencias en las parábolas respecto al Reino no tienen base válida. Cuánto refleja la propia vida y obra de Jesús en sus parábolas es tema de debate entre los exégetas, y trataremos al respecto en las parábolas individualmente.97 Aunque algunas parábolas como la de los labradores malvados, pueden tener referencias de cristologías, la mayoría no tratan directamente sobre Jesús. Ellas tratan de Dios, el reino de Dios, y lo que Dios espera de las personas. Muchas parábolas son “monárquicas”; o sea, la figura dominante es la de un padre, amo, o rey, que por lo general es un arquetipo de Dios. Algunos niegan que esas figuras de soberanía se refieran a Dios,98 pero estos intentos malinterpretan cómo funcionan las parábolas, fracasan en mostrar la realidad del contexto del Antiguo Testamento y de los judíos donde se dio las parábolas, y por ende deja las parábolas de Jesús vacías y sin eficacia. Las figuras de monarquía, con facilidad se pueden distorsionar, si olvidamos que ellas aparecen en las parábolas, sin embargo no cambia el hecho de que señalan a Dios.
Con frecuencia las parábolas aluden a textos del Antiguo Testamento. Aunque las parábolas de Jesús no son exegéticas como las parábolas rabínicas, algunas de ellas adaptan temas del Antiguo Testamento y, más de lo que se reconoce, algunas aplican textos e ideas específicamente del Antiguo Testamento.99
La mayoría de las parábolas aparecen en colecciones más extensas de parábolas. Además, a veces están organizadas en dobles (p.ej., las parábolas de la semilla de mostaza y de la levadura) y triples (las parábolas de perdidos en Lucas 15 o las que tratan de Israel en Mt 21.28—22.14). Las dobles y las de combinaciones más extensas fortalecen y exploran un tema mediante el uso de dos o más imágenes para determinar el mismo punto o puntos parecidos. Por ejemplo, la sal y la luz se usan para explicar el carácter del discipulado (Mt 5.13-16). A menudo, tales colecciones tienen paralelos en los escritos rabínicos. Con frecuencia, parece que la organización es la obra redactora de los evangelistas, pero algunos pares probablemente provienen de Jesús mismo. En Lucas, un número de parábolas están organizadas en una convergencia paralela conforme a la forma de la “narrativa de viaje” (o sea, el amigo necesitado en 11.5-8 y la viuda y el juez injusto en 18.1-8).
A parte de esta lista de características generales, debemos reconocer también que hay características específicas de cada uno de los evangelistas. Claro que las tendencias de redacción de cada evangelista se extienden a sus parábolas, de modo que el tema que interesa a cada uno (como el interés de Lucas por el dinero) se evidencia en las parábolas. Las características de las parábolas en Marcos son más difíciles de identificar porque son muy pocas. Las características de las parábolas en Lucas son las más fáciles de identificar. Lucas evidencia una preferencia por el soliloquio, por las parábolas que empiezan con anthrōpos tis (“cierto hombre”), y por las parábolas tis ex hymōn (“quien de vosotros”). Goulder arguye que las parábolas de Lucas son primariamente imperativas, mientras que las de Mateo tienden a ser indicativas, una distinción que es exagerada, puesto que varias parábolas de Mateo tienen un énfasis absoluto.100 Goulder y otros juzgan las parábolas de Mateo más alegóricas, pero en realidad se debe a la imposición de la alegoría en Mateo, lo cual probablemente nunca fue su propósito.101 Mateo tiende a operar en mayor escala respecto al número y la condición