Comprendiendo las parábolas de Jesús. Klyne Snodgrass

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Comprendiendo las parábolas de Jesús - Klyne Snodgrass

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un viaje y no lo termina?”), que se responden con negaciones, y luego se le pregunta por qué está turbado acerca de lo que no puede saber. Los capítulos 36—40 contienen una descripción alegórica detallada del bosque, la vid, la fuente (el Mesías) y el cedro, y también una interpretación detallada. Los capítulos 53—74 son un apocalipsis de las aguas, con una explicación histórica-escatológica detallada. Estos capítulos son más semejantes a las revelaciones apocalípticas que las parábolas, parecidas como las visiones del Pastor de Hermas, pero no se puede ignorar su carácter alegórico.

      4 Baruc 7.26-27 es una similitud que Jeremías ofrece a Baruc: “Porque (es) así como (cuando) un padre tiene un hijo único y que es entregado para castigo; aquellos que…(lo) consuelan cubren su rostro para que no vea mientras castigan a su hijo… Así también Dios tuvo misericordia de ti y no permitió que vinieras a Babilonia para que no vieras la opresión del pueblo.”

      Probablemente algunas parábolas rabínicas datan desde el siglo primero, pero es difícil probarlo con casos específicos. David Instone-Brewer sugiere que el tratado Pe’ah 3.8 es una parábola de una época cuando todavía existía el Templo, porque en ella un hombre pide a su hijo que haga dos sacrificios de animales en nombre suyo.47 Esta no es una parábola, sino conforme a su designación un ma‘aseh, es un caso o precedente. Tiene algo de semejanza con un paradeigme griego, un ejemplo, pero los precedentes y los ejemplos no pertenecen al mismo género. Esta es simplemente la historia de un hombre devoto y sumamente estricto en guardar la Ley. Se presenta esta historia como un precedente histórico, que en nada se parece a las historias de Jesús, ninguna de las cuales pretende ser histórica. D. Flusser afirmó que el tratado midrásico ’Abot 1.3, una parábola sobre el trabajo que se atribuye a Antígona de Socho (alrededor del año 180 a.C.), es la evidencia más antigua de una parábola judía.48 Él, por supuesto, consiente la atribución de este dicho a este rabino. Las parábolas se atribuyen a otros rabinos de la época temprana del judaísmo, como Hillel el Anciano (alrededor del 30 a.C.; véase Levítico Rabá 34.3),49 Johanan ben Zakkai (alrededor del año 80 d.C.), o Gamaliel el Anciano (cerca del año 40 d.C.; véase el ’Abot de Rabbí Natán 40.10) que probablemente data del primer siglo; de nuevo, la incertidumbre de las atribuciones invalida cualquier conocimiento seguro sobre las fechas.50 Lo sorprendente de este material del judaísmo temprano es que poco tiene en semejanza a las parábolas de Jesús, aunque haya formas claras que emplea maneras de pensar parabólicamente.

      Se han escrito muchos libros sobre parábolas judías y rabínicas, pero pocos sobre parábolas greco–romanas. Esto es desafortunado, porque los griegos y los romanos empleaban analogías, parábolas y dichos semejantes al igual que otras culturas. Varios retóricos discuten la forma y el uso de las parábolas y otros géneros literarios relacionados. Además, es un hecho que la cultura judía y la gentil se mezclaron en el primer siglo de nuestra era. Aunque el material parabólico greco–romano tiene diferencias importantes de las parábolas de Jesús, es claro que al menos parte es del mismo patrón. Los que afirman que las parábolas de Jesús son algo totalmente nuevo, pueden aprender algo si examinan los materiales greco–romanos. Los detalles semejantes a las parábolas de Jesús vienen de los filósofos u otros que confrontan a las personas por sus fallos, una afinidad obvia con el uso profético de las parábolas en el Antiguo Testamento y por Jesús.

      El campo semántico de la palabra parabolē en este contexto no es tan amplio como el del hebreo mashal o parabolē en el Nuevo Testamento. Con mucha frecuencia se refiere a una simple comparación, en ocasiones a una forma más desarrollada, o quizá tenga un significado sin relación a lo que nos interesa.51Parabolē no ocurre con mucha frecuencia, y además otras palabras se emplean para las comparaciones y las formas de parábolas: eikōn, ainos, mythos, logos y paradeigma. Una interrogante importante es por qué los traductores de la Septuaginta (LXX) escogieron parabolē, que principalmente se refiere a una simple comparación, para traducir mashal cuando esta palabra se refería a formas más extensas, y además por qué la tradición del Evangelio emplea parabolē para formas narrativas más extensas, del cual hay poco precedente.

      No podemos hacer justicia aquí a las parábolas greco–romanas,52 pero la frecuencia de tales formas se debe reconocer. En ocasiones, las personas hablan de parábolas en Homero, pero los ejemplos que se mencionan no son como las parábolas de Jesús. Más bien, esos ejemplos son narrativas simbólicas o alegóricas como las de Polifemo el cíclope (Odisea 9.166-566), o de los remadores y las sirenas (12.37-200), o las descripciones de las oraciones de las hijas de Zeus (Ilíada 9.502-514).53 A menudo se encuentran símiles extensos en los escritos de Homero,54 pero más que todo son descripciones poéticas que símiles parecidos a los empleados por Jesús. Como ejemplo de parábolas más pertinentes cito las siguientes narrativas obtenidas de diversas fuentes.

      Con frecuencia se presenta como el primer testigo en los manuales de retórica una parábola de Herodoto (Historias 1.141, del siglo quinto a.C.) que habla del fallido intento de Ciro por reunir las ciudades Jónicas y Eolias en una revuelta contra Creso. Después de la derrota de Creso, estas ciudades enviaron mensajeros a Ciro, con la propuesta de someterse a Ciro conforme a los mismos términos que habían servido a Creso. Ciro rechazó la oferta con esta historia:55

      Una vez, dijo Ciro, había un flautista que vio peces en el mar. Tocó la flauta, pensando que así los peces vendrían a tierra seca. Al ver su esperanza defraudada, tomó una red, los atrapó y sacó una gran multitud de peces. Al verlos saltando, les dijo: “Deben parar ahora su baile; ustedes no quisieron salir y danzar cuando les toqué la flauta.”

      La parábola era una expresión de enojo que no necesita explicación. Al recibir este mensaje, las ciudades se fortificaron para la guerra. Las correspondencias con la analogía son obvias: Ciro es el flautista, las ciudades son los peces, el rechazo a bailar equivale negarse a una revuelta contra Ciro, y los saltos dentro de la red se entiende como sus intentos de ahora agradar a Ciro; pero nadie necesitaba deducir o que le explicaran estas correspondencias. Eran parábolas obvias porque al igual que las de Jesús, esta historia se relató en un contexto. Luego, Esopo (Babrius 9), tomó esta parábola, pero sin el contexto ni la intención original, y le dio una aplicación simple y genérica.56 Esta parábola tiene poco valor sin su contexto histórico. Su verdadera fuerza depende de ese contexto.

      Livy (del 50 a.C. al 17 d.C.) cuenta que Agripa Menenio, un gran orador, fue enviado a suprimir una rebelión en el año 494 a.C. (Ab Urbe Condita 2.32):

      Al ser admitido en el campamento, se dice que Agripa simplemente relató la siguiente apología, en el estilo pintoresco y descortés de aquella época: En los días cuando los miembros del cuerpo del hombre no estaban de acuerdo entre sí, como es el caso ahora, sino que cada uno tenía sus propias ideas y su propia voz, los otros miembros pensaban que era injusto que tuvieran que afanarse y pasar la molestia de proveer todo al estómago mientras éste permanecía perezoso en medio de ellos y disfrutando de las buenas cosas que los demás proveían. Entonces puestos de acuerdo todos, decidieron que las manos no llevarían comida a la boca, ni la boca aceptaría nada, ni los dientes masticarían lo que recibieran. Mientras los miembros muy enojados procuraban someter al estómago mediante el hambre, los miembros mismos y todo el cuerpo se debilitaron grandemente. De esta manera aprendieron que el estómago no es ocioso ni inútil, y que no estaba más alimentado que los demás miembros, porque daba a todos los miembros del cuerpo lo necesario para vivir y prosperar, repartiendo por igual por las venas la sangre enriquecida. Agripa hizo un paralelo de este relato para mostrar la semejanza de la disensión interna de los miembros del cuerpo con el enojo de la plebe contra los Padres, él prevaleció en la mente de los oyentes.

      Ente los muchos ejemplos de Séneca (4 a.C. al 65 d.C.), encontramos una parábola interrogativa con una explicación:

      De

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