Desde Austriahungría hacia Europa. Alfonso Lombana Sánchez
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«Als eine geeignete Grundlage für eine kulturwissenschaftlich ausgerichtete Literaturwissenschaft bietet sich ein semiotischer, bedeutungsorientierter und konstruktivistisch geprägter Kulturbegriff an, demzufolge Kulturen nicht nur eine materiale Seite haben, sondern auch eine soziale und mentale» (Nünning & Sommer, 2004, p. 18).
«Como punto de partida idóneo para una Teoría de la Literatura culturalmente expandida se erige un concepto de cultura semiótico, intencionado en su significado y constructivista; según este, las culturas no tienen solamente una cara material, sino que presentan también una cara social y otra mental».
«Cultura» queda así expuesto como un concepto abstracto que define performativa y dinámicamente un espacio comunicativo y complejo.
Las tres propuestas de definición de «cultura» expuestas recogen las directrices de un concepto abstracto y teórico, pero lo hacen huyendo de la materialidad. Sin embargo, en ellas pasa desapercibida precisamente su vertiente práctica, esto es, la corroboración empírica de la existencia de cultura. «Cultura» es por tanto un concepto teórico inabarcable e inexplicable cognitivamente, del que paradójicamente podemos certificar empíricamente su existencia. La explicación del conjunto tan diverso resulta casi incomprensible, pues ciertamente sus «formas» son tantas que es casi imposible su síntesis. El estudio de la cultura se verá atrapado rápidamente en un camino sin salida de no orientarlo intencionadamente en una dirección. Precisamente por la ausencia de fragmentos culturales tangibles se han sucedido los desacuerdos y el naufragio de definiciones de cultura anteriores.
La cultura es un ente complejo, externo y conceptual, y su existencia reside únicamente en el ámbito de lo teórico. Si bien su existencia tiene una repercusión eminentemente práctica, todo cuanto tendremos de una cultura será únicamente su producción, esto es, sus proyecciones y manifestaciones mentales, sociales, prácticas, artísticas, etc. La relación de ambos, es decir, la definición de «cultura» a partir de «objetos culturales» que no son la cultura en sí sino solo su reflejo, plantea un problema singular que no se da en otras ciencias a la hora de seleccionar el material:
«Bei einer kulturwissenschaftlichen Logik der Forschung lässt sich ebenso wenig wie bei einer naturwissenschaftlichen klar zwischen der Ebene der Beobachtung und der Ebene der Theoriebildung trennen» (Wirth, 2008, p. 40).
«En la lógica de una investigación cultural no se pueden separar, como tampoco lo permiten las Ciencias Naturales, el estadio de la observación y el de la conceptualización teórica».
La situación que parece llevar a la aporía entre teoría y práctica cultural la resuelve Hans Ulrich Gumbrecht acuñando una diferenciación entre Sinnkultur («cultura mental») frente a Präsenzkultur («cultura presencial») (Gumbrecht, 2004), que responde con el concepto de «presencia» a la problemática aquí planteada. Las «presencias» son, en definitiva, una solución para denominar los productos culturales, los hechos y presencias tangibles, esto es, «las cosas de este mundo» (Gumbrecht, 2004, p. 11). El análisis de presencias «mundanas» reorienta los objetivos del estudio cultural y los aparta de las definiciones globales de «cultura» hacia la búsqueda de matices, rasgos, detalles de ellas mismas, y no de su totalidad.
La realidad empírica impide la definición científica fidedigna de cualquier cultura, pero no así su interpretación puntual a partir de las manifestaciones surgidas en ella, por ello todo estudio cultural será una hipótesis cultural. Este enfoque desdeña la comprensión global y total(itaria) de cultura y se centra más bien en sus aspectos singulares. De este modo, «cultura» sigue siendo un concepto teórico subyacente a los individuos del que su comprensión se reduce a su impacto:
«Eine Kultur selbst, sei es eine fremde, sei es die eigene, kann weder verstanden noch interpretiert werden, denn sie ist keine Handlung und kein Sinngebilde, vielmehr ein Rahmen, ein – mehr oder weniger dichter – Kontext solcher Phänomene» (Mecklenburg, 2008, p. 162).
«Cualquier cultura, sea extraña o propia, no puede entenderse ni interpretarse, ya que no es una conducta, sino una conceptualización, más bien incluso un marco o un contexto más o menos exhaustivo de estos fenómenos».
La aceptación de una cultura «teórica» deriva por necesidad en su aproximación siempre a través de sus manifestaciones, que son las que nos permiten interpretar el marco de origen. El estudio aquí propuesto trabaja por ello con «presencias», sirviéndose de ellas para la extracción de hipótesis para la construcción de un contexto cultural. Este razonamiento encaja con la intuición de Geertz, que veía la cultura como un adivinable «sistema de símbolos» (Wirth, 2008, p. 40), al reconocer que el análisis cultural se reducía a «adivinar significados, evaluar conjeturas, y sacar conclusiones explicativas de las mejores conjeturas» (Geertz, 1973, p. 21). Es por ello que en los estudios sobre fenómenos culturales resulta determinante la definición del espacio:
«Die Logik der Kulturforschung […] hängt entscheidend davon ab, wie man den bedeutsamen Raum zwischen mehreren Ereignissen, zwischen Ereignissen und Beobachtungen, aber auch zwischen mehreren Beobachtungen definiert» (Wirth, 2008, p. 47).
«La lógica de la investigación cultural depende de forma decisiva de cómo se defina el espacio relevante no solo entre varios acontecimientos y observaciones, sino también entre varias observaciones entre sí».
Al analizar la cultura a partir de las manifestaciones culturales no sólo se obvia una definición comprensible de la misma, sino que además se persigue un constructo de un contexto cultural determinado. La visión extraída de dichas manifestaciones es su visión delimitada, reducida, concreta y subjetiva: ergo su hipótesis. De este modo, la definición de cultura aquí sostenida permanece fiel a las propuestas teóricas vigentes (Reckwitz, 2006, p. 84; Nünning & Sommer, 2004, p. 18; Wirth, 2008, p. 64), pero va más allá buscando su funcionalidad, su aplicación y su impacto. La funcionalidad de cualquier cultura se observa en el momento en que se configura una nueva visión de cultura comprensible, una propuesta teórica «delimitada», y esta lleva en el presente estudio el nombre de «contextos culturales».
Contexto cultural
Los contextos son soluciones teóricas para la comprensión de culturas inabarcables. El presente trabajo persigue la creación del contexto «Austriahungría» como hipótesis teórica de la cultura austrohúngara, y lo hace reparando en la «presencia» de la manifestación literatura. El proceso de creación de literatura es una manifestación presencial en tanto que surge precisamente dentro de una «cultura», esto es, dentro de un complejo conjunto de «visiones del mundo, formas de pensamiento, maneras de sentir, valores y significados» (Nünning, 1995b, p. 179). Tal grado de abstracción en la definición de «cultura» impide su delimitación en unidades comprensibles y coherentes. Surge por tanto aquí el enorme conflicto de la descripción de culturas, que arroja cuestiones de relevante trascendencia: ¿Es la descripción de cualquier cultura capaz de recoger la profundidad y trascendencia de su significado? ¿Podemos hablar de cultura austrohúngara y cultura europea?
La respuesta es afirmativa para el trazado de determinados rasgos de las culturas a través de sus manifestaciones. Estos rasgos, que ayudan a comprender parte del trasfondo real, se traducen en el caso concreto de la literatura en la inducción de un marco teórico. Este marco teórico, en definitiva, es la síntesis interpretativa de la cultura que denominaremos a partir de ahora «contexto cultural». Estos contextos no son siempre idénticos. La estética de la recepción llamó la atención sobre la mutabilidad de los contextos en función de las diferentes interpretaciones.