Tendencias organizacionales y democracia interna en los partidos políticos en México. Alberto Espejel Espinoza

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Tendencias organizacionales y democracia interna en los partidos políticos en México - Alberto Espejel Espinoza

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interna existente o no. Todo esto se expresa a través de los estatutos fundacionales.

      La idea de articulación de Duverger15 es bastante sugerente al respecto; sin embargo, dado que se enfoca en el predominio de alguna estructura político-administrativa (sección, célula, milicia, comité), y no de los diversos actores que le dieron origen al partido, estén o no en una estructura político-administrativo, será descartada. Por lo anterior, se recupera a Panebianco para plantear la idea mostrada líneas arriba. En primer lugar, se muestra el argumento del italiano acerca de la institucionalización, y, a partir de allí, se elabora un planteamiento que será útil para el estudio de la democracia interna.

      El autor plantea que, dependiendo de los componentes iniciales, los partidos pueden tener mejores o peores condiciones para institucionalizarse. Partiendo del hecho de que los partidos son conflictivos y que está relacionado con el poder, los partidos se organizan de una u otra forma. En dicho concierto, actores, reglas y prácticas tienen un papel importante, pues de resolver los enlaces entre éstas, el partido estaría logrando una institucionalización partidista.

      La institucionalización no es otra cosa que el momento en el cual la organización se consolida. Es el proceso por el cual adquiere valor y estabilidad tanto el partido como sus procedimientos. Dos cuestiones provocan lo anterior, por un lado, el desarrollo de interés en el mantenimiento de la organización en los dirigentes, gracias a los incentivos selectivos, y, por el otro, el desarrollo y difusión de lealtades organizativas gracias a los intereses colectivos.

      Cabe agregar una acotación que enriquecería el argumento del italiano. Para Panebianco la estabilidad de los procedimientos se da por vías formales; sin embargo, existen partidos que en su génesis poseen rasgos poco propicios para esto y, lejos de tales vías, pueden lograr la estabilidad. Levitsky (2003) plantea que 1) la adquisición de valor para la organización (infusión de valor), y 2) la rutinización, que no es otra cosa más que la estabilidad de procedimientos conforme a las reglas. Sin embargo, en este último punto, agrega la posibilidad de que dichas reglas sean formales o informales, es decir, enriqueciendo a Panebianco, Levitsky indica que un partido institucionalizado será aquel que adquiera valor por sí mismo, y tenga una rutinización formal o informal. En otras palabras, la existencia de estabilidad en los procedimientos estén plasmadas o no en los estatutos (2003: 254).16

      Volviendo al italiano, la institucionalización organizativa puede ser identificada con base en el grado de autonomía respecto del ambiente y el grado de sistematicidad. La primera alude a la medida en que el partido es capaz de controlar los términos de la relación con sus simpatizantes y organizaciones externas. Así, a mayor autonomía frente al ambiente, mayor institucionalización. El segundo se relaciona con la coherencia estructural de la organización. Un grado elevado de esta dimensión implica fuerte interdependencia entre las diversas subunidades, garantizada mediante el control centralizado de las zonas de incertidumbre y los intercambios con el entorno. El caso contrario es cuando se deja mucha autoridad a los subgrupos encuadrados en el partido. Ambas dimensiones se complementan, pues es probable que, de poseer autonomía, la sistematicidad sea amplia y viceversa.

      Ahora bien, no todos los partidos podrán institucionalizarse de la misma forma, pues algunos, dependiendo de su origen, tendrán mejores oportunidades para lograrlo; y es que “todos los partidos tienen que institucionalizarse en una cierta medida para sobrevivir, pero mientras en ciertos casos el proceso desemboca en instituciones fuertes, en otros da lugar a instituciones débiles” (1990: 117).

      Llegado al punto de una institucionalización fuerte o débil, Panebianco no deja de advertir que existe la posibilidad de variación en el grado de institucionalización; pues “el que un partido haya experimentado un proceso de fuerte institucionalización, no garantiza que no puedan verificarse, procesos de des-institucionalización […] ni, desde el otro lado, un partido débilmente institucionalizado está necesariamente condenado a mantener esta característica” (1990: 130 y 131).

      Para el autor italiano, la variedad del modelo originario da lugar a institucionalizaciones fuertes o débiles,17 lo cual forma determinadas coaliciones dominantes. Grosso modo, la coalición es la unión de aquellos actores, pertenezcan o no formalmente a la organización, que controlan las zonas de incertidumbre más vitales. Vale decir que son una alianza de alianzas que determina el rumbo del partido.18 De manera general, una institucionalización fuerte conduce a una coalición unida y estable. Una institucionalización ausente (por carisma) puede llevar a una coalición unida y estable, mientras que una institucionalización débil puede conducir a una coalición dividida e inestable. Hasta aquí el argumento del italiano, reducido en exceso por razones de espacio y utilidad.

      Para efectos del presente trabajo, debemos establecer los elementos sobresalientes del estudio de Angelo Panebianco, el cual no es sobre democracia interna. A pesar de esto, su propuesta sí permite engarzar el origen del partido con la estabilidad de sus reglas y los procesos, dejando abierta la posibilidad del cambio.

      Lo principal a destacar es que la institucionalización y la coalición dominante trascienden el interés del presente trabajo.19 Por tanto, no se utilizarán los conceptos tal como el autor las plantea, pero sí la idea que subyace a ambos. En torno a la institucionalización, hay dos aspectos que resulta pertinente rescatar. En primer lugar, la identificación de los atributos de valor y estabilidad del partido, y sus reglas y procedimientos en un momento dado, como evidencia del tránsito de la situación originaria a una de consolidación. En este sentido, se recupera la idea de articulación (vía reglas formales o no) de los actores que dan origen al partido, la cual detona en la estabilidad de las reglas y procesos (de control político y selección de dirigentes y candidatos). Esto como evidencia del cambio de la situación originaria a una donde es posible hablar de la adopción de una tendencia organizacional (con un centro de poder) que refleje la (ausencia/presencia de) democracia interna.20

      En segundo lugar, la posibilidad de cambio que vive el partido, sus reglas y procesos. En otras palabras, refiere a la posibilidad de que, producto de los retos internos y ambientales, un partido fuerte sufra procesos de des-institucionalización o uno débil se fortalezca. Por ello, se retoma que existe una posibilidad, a lo largo de la vida del partido, de cambio en sus reglas y procesos, en virtud de diversos factores internos y externos, pudiendo, con ello, variar o moverse de una tendencia organizacional a otra con el consecuente cambio en la (ausencia/presencia de) democracia interna.

      Por lo anterior, los planteamientos a tomar en cuenta son los siguientes: 1) luego del origen del partido 2) se da la articulación de los diversos actores, la cual se configura al inicio a través de los estatutos fundacionales; enseguida deviene la estabilidad de las reglas y procesos (formales o informales). 3) En presencia de lo anterior, estaremos ante una tendencia organizacional que permitirá identificar el tipo de democracia interna existente.

      Expuesto lo anterior, es necesario adentrarnos en las posibles tendencias organizacionales y sus detentadores de poder. Después, detenernos en los diversos factores internos y externos que inciden en la variación de la democracia interna.

      Como se ha planteado, en el origen del partido se presentan diversos actores, luego de que la organización se vuelve estable en sus reglas y procesos. No debe olvidarse que dicha emergencia es fruto de la articulación de los actores iniciales, a través de los estatutos iniciales. Así, se plantea que es posible asumir una tendencia organizacional con un centro de poder (formal o informalmente) ubicado, lo cual refleja la ausencia o presencia de democracia interna.

      Veamos cuáles son las posibles tendencias organizacionales y los centros de poder, reflejando así la distribución (o concentración de poder), en otras palabras, el tipo de democracia interna. Primero, es necesario observar algo respecto a

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