Tendencias organizacionales y democracia interna en los partidos políticos en México. Alberto Espejel Espinoza

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Tendencias organizacionales y democracia interna en los partidos políticos en México - Alberto Espejel Espinoza

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de métodos de participación ciudadana más abiertos” (2018: 159).

      Además, resaltan trabajos que analizan un solo partido, centrándose en pocos indicadores (selección de candidato presidencial y/o dirigencia), gracias a la profundidad logran dar cuenta de los diversos actores, de las estrategias y de la lógica que subyacen a dichos procesos.

      La investigación de Reveles (2013) se enfoca en el estudio de la coalición dominante del PAN, concluyendo que en este partido, producto de sus principios neoconservadores, los dirigentes tienen un papel más amplio que las bases, de ahí el énfasis en métodos de selección indirectos. Por su parte, Zamitiz (2013) estudia el caso del PRI mostrando que luego del año 2000, cuando el PRI perdió la titularidad del Poder Ejecutivo, se encontraron dos patrones de conducta: al existir igualdad de fuerzas entre los contendientes, emerge el conflicto (2006), mientras que ante la desigualdad de fuerzas se genera la unión de los grupos en torno al mejor posicionado en busca del triunfo (2012).

      El trabajo de Bolívar (2013) se centra en la oligarquización del PRD, a partir de la llegada de la corriente Nueva Izquierda a la dirigencia nacional en 2008, muestra que este evento dio lugar a una izquierda dividida en México: una fuerza ciudadana al margen del partido y el partido distanciado de los movimientos e interesado en mantener sus cuotas de poder. Por su parte, el trabajo de Espejel (2014) da cuenta de la ausencia de democracia interna en el Partido Verde Ecologista de México, ya que, entre otras cosas, la dirigencia nacional estuvo al poder de integrantes de una familia: de 1991 a 2001, en Jorge González Torres, y de 2001 a 2011, en Jorge Emilio González Martínez.

      El trabajo de Díaz (2014) se enfoca en el estudio de los procesos de selección de candidato presidencial en el Partido del Trabajo, de 2000 a 2012. En su investigación, se resalta la concentración de poder en la Comisión Ejecutiva Nacional, encargada de decidir sobre la selección del candidato presidencial. El texto de Bolívar (2014) sobre Movimiento Ciudadano evidencia la existencia de tendencias oligárquicas en la renovación de dirigentes, lo cual ha generado que dicho órgano se convierta en un grupo compacto y cerrado. El trabajo de Corona (2014) sobre el Partido Nueva Alianza da cuenta de los procesos de selección de dirigente nacional, mostrando que se trata de una organización dominada por grupos de poder que se apropian de los cargos directivos y de elección popular, a través de métodos antidemocráticos.

      Finalmente, el análisis de Bolívar (2017) centrado al estudio del partido Movimiento de Regeneración Nacional, da cuenta de tendencias poco democráticas al interior de la organización, toda vez que quienes ocupan los cargos de dirección son un grupo compacto, aunado a que no se permite la creación de grupos internos. A lo anterior se suma el peso del liderazgo de Andrés Manuel López Obrador en la organización. Vale la pena decir que con los estudios politológicos se logran apreciar los actores en pugna, resaltar la importancia de la génesis, el papel que juegan los dirigentes, así como la modificación de las decisiones internas y algunos factores que propician dicho cambio, por ejemplo, tal como los triunfos y las derrotas electorales, las reformas electorales y la presión de organismos internacionales.

      Para cerrar el apartado de los tipos de estudios, se puede mencionar que en el marco teórico, tal como hacen los estudios cercanos a la ciencia política, se observa la democracia interna en las reglas y, sobre todo, en los procesos internos, teniendo en consideración las peculiaridades, factores y actores mencionados anteriormente.

      En este apartado corresponde construir el modelo teórico para el análisis de los siete casos de estudio que se abordan: el PRI, el PAN, el PRD, el PT, el PVEM, MC y MORENA. La apuesta, en términos generales, recupera una gran lección emanada de Duverger y Panebianco sobre la importancia del origen para entender el devenir de los partidos políticos, sin que ello signifique una camisa de fuerza. La democracia interna no es la excepción. No obstante, en primera instancia se aborda brevemente cómo se ha considerado a la democracia interna: como variable independiente (que explica algo más) o como variable dependiente (que requiere alguna explicación plausible). Enseguida se analizan algunas definiciones sobre democracia interna, mismas que ayudarán a construir un concepto de democracia interna entendida como la distribución de poder. De igual forma, la revisión de dichas definiciones hace posible dar cuenta de sus dimensiones e indicadores pertinentes. Acto seguido, se desarrolla y justifica la perspectiva teórica, como un recurso nodal para analizar el nexo entre el origen partidario, la estabilidad (vía reglas formales o informales y la tendencia organizacional que denota la (ausencia/presencia de) democracia interna en los siete casos seleccionados.

      Ahora bien, rastreando en los estudios ya mencionados, es pertinente observar el lugar que ocupa la democracia interna en los procesos partidistas, ya sea como variable independiente o dependiente. Para algunos autores, la democracia interna es un asunto que permite explicar y solucionar, en parte, por qué los partidos políticos son percibidos de forma negativa por la ciudadanía. Para otros autores interesados en la dinámica endógena, la democracia interna es un problema a resolver. Ante esto, la respuesta que ha permeado la academia se centra en la eficiencia, como atributo identificado por Michels en la primera mitad del siglo XX; sin embargo, resaltan un par de autores que permiten plantear la vuelta al origen de los partidos como la respuesta al tipo de democracia interna.

      Una problemática explicada por la democracia interna es la crisis de los partidos políticos. Por consiguiente, algunos autores plantean que “el diagnóstico y la respuesta a la crisis de los partidos como instrumentos de participación política ha de referirse necesariamente a los dos componentes estructurales del problema: los modelos de participación y de partido” (Llera, 2000: 37). A similar diagnóstico llegan los trabajos de Criado (2005), Cárdenas (1992) y García (2008), apelando a la reforma partidaria para solucionar el problema, creando confianza en el ciudadano “si modifican, entre otras cosas, sus estructuras, procedimientos y obrar, para tener un comportamiento democrático interior” (Cárdenas, 1992: 243). Con ello se podría aumentar su credibilidad ciudadana. No olvidemos que, como se planteó en la introducción, nuestros partidos políticos no gozan del respaldo ciudadano. Por lo tanto, es posible indicar que la democracia interna, además, puede explicar el descrédito de los partidos políticos ante la ciudadanía justificando, con ello, la necesidad de reforma.

      Ahora bien, el conjunto de trabajos al cual nos adscribimos considera que la democracia interna es una pregunta abierta que exige una respuesta. Al respecto, entre sus posibles condiciones de existencia destacan la eficiencia, el contexto, la ideología, el diseño institucional, así como el modelo de partido.

      Sin duda, la respuesta más extendida es la que plantea la eficiencia como explicación a la presencia, ausencia e intensidad de la democracia interna. Así, debido a la necesidad de ser eficientes al competir en las elecciones, es fundamental mantener la cohesión y la disciplina, evitando el pluralismo interno y la participación de las bases (Michels, 1983; Duverger, 1984; Hernández, 2002). Siguiendo esta hipótesis, deberíamos encontrar que todos los partidos tienden a ser poco democráticos; sin embargo, esto no sucede en la realidad. La evidencia empírica mostrada (Freidenberg y Sánchez, 2002; Alarcón, 2009; Reveles, 2008; Sirvent, 2002) deja ver variaciones que no pueden ser respondidas apelando solamente a la eficiencia.

      Una segunda respuesta pone énfasis en el contexto. Dado a que los partidos políticos han nacido en procesos autocráticos, y no en gobiernos democráticos, tanto su organización como sus reglas corresponden a organizaciones autocráticas (Breth y Quibell, 2003). Sin embargo, nuevamente la variación presentada no explica por

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