Tendencias organizacionales y democracia interna en los partidos políticos en México. Alberto Espejel Espinoza
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Por ende, la hipótesis de trabajo es que existen varios momentos de análisis que permiten dar cuenta del porqué de la democracia interna, y si ésta puede variar a lo largo del tiempo o no. El primero sería el origen; el segundo estaría relacionado con la articulación de los actores (vía reglas formales e informales) que detona en la estabilidad de las reglas y procedimientos (de control político y selección de dirigentes nacionales y candidatos presidenciales), lo cual refleja la adopción de, como tercer momento, una tendencia organizacional que da evidencia, formal o informalmente, sobre qué tan distribuido o concentrado está el poder intrapartidario, es decir, qué tan democrático o no es un partido. Dicha tendencia puede estabilizarse en cierto tiempo, es decir es la materialización de las inercias de camino de los partidos (path dependence).
Por lo anterior, siguiendo la idea de la democracia como distribución de poder en el partido, la estructura de este apartado se enuncia a continuación. Primero, es necesario identificar qué cuestiones se deben considerar en la génesis, momento en el cual se pueden observar los rasgos iniciales de la tendencia. En segundo lugar, se debe poner atención en la posibilidad de lograr estabilidad en las reglas y procedimientos, lo cual nos conduce a la adopción de una tendencia organizacional, la cual es la tercera discusión en este apartado, permitiendo detectar la distribución o concentración del poder. Ahora bien, lo anterior no es definitorio, ya que a través del tiempo las trayectorias organizativas pueden variar, debido a factores que la literatura resalta, y constituyen la última discusión de este apartado.
1.3.1 Génesis partidaria
El surgimiento del partido es un momento trascendental,13 ya que en dicho evento se concentran diversos actores de los cuales, posiblemente, emergerá alguna tendencia organizacional, es decir, un actor o actores que detenten el poder intrapartidario. Una gran variedad de actores puede darse cita en el surgimiento del partido, sin embargo, lo importante es observar quien o quienes tienen el poder de decisión.
El argumento de Panebianco en torno al modelo originario es trascendental para observar los diversos actores que se pueden presentar en la génesis partidista (liderazgos carismáticos, organizaciones externas como sindicatos, iglesias, movimientos sociales, partidos previos, etc.). Como bien apunta el italiano:
[…] la manera en que se reparten las cartas, así como los resultados de las diversas partidas que se juegan en la fase originaria de una organización y en los momentos inmediatamente posteriores, continúan, en muchísimos casos, condicionando la vida de la organización a decenios de distancia. Ciertamente la organización sufrirá después modificaciones y adaptaciones incluso profundas, interactuando, durante todo su ciclo vital. Pero […] las opciones políticas cruciales puestas en práctica por los padres fundadores, las modalidades de los primeros conflictos por el control de la organización, y la manera en que éste se consolida, dejarán una impronta indeleble. Pocos aspectos de la fisonomía actual así como de las tensiones que se desarrollan antes nuestros ojos en muchas organizaciones, resultarían comprensibles si no nos remontáramos a su fase de formación (Panebianco, 1990: 17).
Los tres factores que marca Panebianco como definidores del origen son: la penetración/difusión en función del origen central o periférico de su élite inicial; un principio de legitimación externa o interna, según exista o no subordinación a otra organización, y la presencia/ausencia de rasgos carismáticos en el origen. Así, a continuación, se exponen cada uno de dichos factores.
1) Construcción de la organización. El partido puede surgir por penetración territorial cuando hay un centro que controla, estimula y dirige el proceso de construcción del partido. Estamos ante la difusión territorial cuando son las élites locales quienes constituyen las agrupaciones locales del partido, y, solo a continuación, éstas se integran en una organización nacional. También pueden darse modalidades mixtas, iniciando con difusión (cierto número de agrupaciones locales se constituye autónomamente en zonas del territorio nacional, luego se une a la organización nacional, y ésta desarrolla la penetración donde hace falta). Otro tipo de difusión es cuando el partido es producto de la unión de dos o más organizaciones preexistentes. Así, la existencia de un centro cohesionado da cuenta de un grupo reducido de líderes que son el primer núcleo del futuro centro de poder. El caso contrario, de difusión conduce a un centro de poder con grandes conflictos por el liderazgo (Panebianco, 1990: 111).
2) Presencia o ausencia de una organización patrocinadora. Este aspecto es importante porque tiende a cambiar la fuente de legitimidad. Si existe una organización patrocinadora externa (sindicato, iglesia, gobierno, movimiento social), el partido nace y crece como brazo político de dicha organización, lo cual genera dos consecuencias: primero, las lealtades que se gestan en el partido son indirectas, pues se dirigen, en primer lugar, a la institución externa y, en segundo lugar, al partido. En cuanto a la segunda consecuencia, la institución externa es la fuente de legitimación de los líderes, por consiguiente, es ella la que hace inclinar la balanza a un lado u otro en la lucha interna por el poder. Así, Panebianco distingue entre partidos de “legitimación externa” y partidos de “legitimación interna”.14 De existir una organización patrocinadora, es posible que el centro de poder se encuentre en ella.
3) Presencia o ausencia de carisma. Lo que interesa observar es si el partido es o no criatura o vehículo de la afirmación de un líder. Pueden existir dos tipos de carisma, el puro y el de situación. El primero es anormal y se funda en “los componentes mesiánicos de la personalidad del líder”; el segundo se funda en un “estado de stress agudo en la sociedad que predispone a la gente a percibir como extraordinariamente cualificado y a seguir con lealtad entusiástica un liderazgo que ofrece una vía de salvación de la situación de stress” (1990: 113). En el primer caso, el centro de poder se encuentra en el carisma. En el segundo tipo, el carisma posee una débil capacidad de plasmar su voluntad en la fisonomía de la organización, pues “el partido no es simplemente su criatura, sino que nace de la pluralidad de impulsos y, por tanto, otros actores pueden reservarse un cierto grado de control sobre las zonas de incertidumbre de la organización” (1990: 114).
Para efectos del presente trabajo, interesa lo siguiente: el origen es un momento de análisis importante, ya que en dicha coyuntura se podría observar la presencia de diversos actores, los liderazgos carismáticos (de situación o puros), y/o las organizaciones externas (sindicatos, gobierno, iglesia, grupos de presión, etc.). En esta cuestión, el propósito es observar cuáles se presentan y cuál de ellos posee preeminencia en torno a las decisiones iniciales. Dicho de otra forma, quién es el actor o actores calificados para representar al partido, y quién se presenta como el determinante en la línea política, ya que lo anterior será, sin duda, el germen de la tendencia organizacional que tomará el partido.
Así, este momento originario es importante, ya que conduce a un proceso articulatorio de los diversos actores, lo cual propicia la adopción de una tendencia organizacional que da evidencia de la presencia/ausencia de democracia interna.
1.3.2 Estabilidad de reglas y procesos y posibilidad de cambio
Una vez que el momento originario se presenta, y dependiendo de las diversas piezas que le rodean, se desencadena un proceso articulador de los actores que se dieron cita en el tránsito del momento originario, a un segundo estadio donde el partido asume