Tocado y transformado. Margarita Burt

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Tocado y transformado - Margarita Burt страница 8

Tocado y transformado - Margarita Burt

Скачать книгу

todo y lo estropea y, a pesar de todo, Dios edifica a su pueblo en el mundo real, en medio de mucha frustración, pena y dolor humano. ¿Qué pasa con la historia del príncipe y la princesa que se casaron, vivieron felices y comieron perdices? Es un cuento. No es de este mundo. La vida fuera del Edén no es idílica. La felicidad total nos espera en el reino de nuestro Padre. Allí, el Príncipe se casará con su Amada Iglesia y habrá total felicidad, y lo esperamos y lo añoramos, y por eso nuestro corazón clama: “Ven pronto, Señor Jesús”. Y por eso se hacen los preparativos para las bodas del Cordero. Mientras tanto, José entierra a Raquel, y Lea sabe que nunca será amada por el hombre de su vida. Y Dios está allí.

      12

      DIOS SIGUE TRATANDO EL CARÁCTER DE JACOB

      “El Señor al que ama, disciplina, y azota a todo

      el que recibe por hijo”

      He. 12:6

      Es sorprendente que los judíos tengan orgullo de sus raíces. Como hemos visto, sus orígenes son pecaminosos. Descienden de unos padres deshonestos, engañadores, mentirosos, inmorales, incrédulos y desleales. Cuando leemos su historia nos escandalizamos. Pero hay algo aún más sorprendente, y es que ¡Dios se identifica con ellos y les llama “su pueblo”! A causa de ellos, “su nombre ha sido blasfemado entre los gentiles” por su desobediencia a la ley y su incredulidad, por el mal testimonio que han dado desde sus orígenes. Dios los ha disciplinado severamente, pero no los ha abandonado. Ha sido fiel a sus promesas a Abraham, Isaac y Jacob. Lo que nos maravilla aún más es que el Hijo de Dios quisiera descender de esta raza: “A los suyos vino” (Juan 1:12). ¡Ellos son sus antepasados! Se identificó totalmente con este pueblo corrupto. Se bautizó con los pecadores, lloró sobre sus pecados, llevó su condenación sobre sí, y murió por sus pecados.

      Volviendo a nuestra historia, vemos cómo el pecador Jacob sigue siendo disciplinado por Dios por medio de su tío, un hombre de su mismo talante. Labán ya le ha engañado en el asunto del matrimonio y ahora lo va a hacer en cuanto a la vida laboral. Jacob tiene ahora una familia numerosa y expresa su deseo de volver a casa, pero su tío ha visto que Dios le ha prosperado por medio del trabajo de Jacob y no quiere que se vaya. Tampoco quiere pagarle un salario digno; por lo tanto, le engaña. Esta es la escena laboral de hoy día. ¡Parece que esto fue escrito ayer! “Labán le respondió: Halle yo ahora gracia en tus ojos, y quédate; he experimentado que Jehová me ha bendecido por tu causa” (30:27). ¡Pero no tiene temor de Dios, solo intereses egoístas!

      Se ponen de acuerdo en cuanto a cierto salario y Labán no se lo da. Cada vez que “firman un contrato laboral”, Labán lo incumple. Jacob se lo cuenta a sus esposas: “Vosotras sabéis que con todas mis fuerzas he servido a vuestro padre; y vuestro padre me ha engañado y me ha cambiado el salario diez veces; pero Dios no le ha permitido que me hiciese mal” (31:6-7). “Miraba también Jacob el semblante de Labán, y veía que no era para con él como había sido antes” (31:2). Hay tensiones. El ambiente está cargado. Es muy desagradable trabajar en estas condiciones. Hay celos y rivalidad de parte de los “otros trabajadores”, aunque Jacob está cumpliendo bien sus responsabilidades, pues los hijos de Labán le odian. Dios está haciendo incómoda su estancia en Padan-aram para que vuelva a su tierra. En medio de estas tensiones, y por medio de ellas, el Señor le llama a volver a su tierra: “También Jehová dijo a Jacob: vuélvete a la tierra de tus padres, y a tu parentela, y yo estaré contigo” (v. 3).

      Dios usa la situación laboral para moldearnos, para corregirnos, para hacer de nosotros personas honradas en medio de gente que no lo es. Jacob ha engañado y ahora conoce lo que es ser engañado. Experimenta en su carne el daño de la mentira. Sabe lo que es padecer injustamente. Sufre pérdidas. Su trabajo no es valorado. Es odiado sin haber hecho nada para merecerlo. El trato que ha dado a su hermano, Dios se lo devuelve. Pero no le abandona. Lo está guardando en medio de esta disciplina dura y lo está usando para que tenga ganas de volver a su tierra. Dios tiene un propósito en todo el mal que nos acontece, nos moldea, pero también nos impulsa a cumplir con nuestro llamado. Jacob está preparado para volver a casa.

      13

      JACOB EN EL NUEVO TESTAMENTO

      “Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él:

      He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño”

      Juan 1:47

      Lo que tenemos aquí es una conversación con muchas alusiones a las Escrituras que evidencia que tanto Felipe como su amigo Natanael amaban la Palabra de Dios, habían meditado mucho en ella y tenían su esperanza puesta en sus promesas. Felipe acaba de encontrar a Jesús y quiere que su amigo lo conozca también: “Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas; a Jesús, el hijo de José, de Nazaret” (v. 45). ¿A quién se refiere con las palabras: “de quién escribió Moisés”? ¡Moisés escribió acerca de mucha gente! La referencia es al Mesías. ¿Tú conoces esta referencia? ¿Y las profecías de los profetas referentes al Mesías? ¡Felipe y Natanael tenían que conocer la Biblia para entender estas profecías! Los dos amigos estaban esperando ardientemente al Mesías. ¡Qué hermosa esta clase de amistad! Cuando Felipe dijo que Jesús venía de Nazaret, Natanael reacciona, porque sabe que el Mesías tenía que venir de Belén. ¡Conoce su Biblia!

      Cuando Jesús saluda a Natanael con las palabras: “He aquí un verdadero israelita en quién no hay engaño”, la referencia es a Jacob, un “falso” israelita, un engañador; Jacob es Israel, y Jesús está diciendo que Natanael no es como su famoso antepasado, sino sincero, veraz, honesto y auténtico. Un verdadero israelita es un Jacob santificado, que ya no engaña, por lo tanto ya no es “Jacob”, sino “Israel”, es decir, el Jacob transformado, un verdadero creyente. En tiempos de Jesús había muchos israelitas falsos; Natanael lo es de corazón, es un verdadero israelita.

      Natanael captó todo esto en el comentario de Jesús y le preguntó cómo lo conocía. Jesús le dijo: “Cuando estabas debajo de la higuera, te vi”. ¿Qué hacía debajo de la higuera, en qué pensaba? ¿Oraba? ¿Meditaba? Fuese lo que fuese, le preparó para su encuentro con el Salvador y ahora exclama: “Rabí, tu eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel”, es decir, el Mesías. La respuesta de Jesús hace referencia a Jacob. En cuentas resumidas dice: “¡Tú eres un Jacob verdadero y yo soy la escalera de Jacob!” Todo esto es entre líneas, pero se entendían perfectamente. Lo que realmente dice Jesús es: “De aquí en adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre” (v. 51). Le está diciendo que tiene razón, que es el Hijo de Dios y, a la vez, el Hijo del Hombre de quien escribieron los profetas (v. 45). Natanael lo ha captado todo.

      Jesús es el verdadero hijo de Israel, el veraz, el auténtico, el puro, el que no tiene doblez ni engaño. Él es la Verdad y el Camino al Cielo (Juan 14:6), es la Escalera, el verdadero israelita por excelencia en quien no hay engaño, el cumplimiento de todo lo que la nación de Israel debería haber sido. Un verdadero israelita en el Nuevo Testamento es un cristiano de verdad, una persona en cuyo corazón no hay engaño, un creyente auténtico, sincero, genuino; es un verdadero hijo de Dios, alguien que anda en luz y vive la verdad.

      14

      JACOB HUYE DE LABÁN

      “Y me dijo el ángel de Dios en sueños: Jacob. Y yo dije: Heme aquí. Y él dijo:… Yo he visto todo lo que Labán te ha hecho.

      Yo soy el Dios de Betel, donde tú ungiste la piedra, y donde

      me hiciste un voto. Levántate ahora y sal de esta tierra,

      y

Скачать книгу