Conversaciones con la naturaleza. Ensayos Cognitivos desde los Andes. Alejandra Delgado

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Conversaciones con la naturaleza.  Ensayos Cognitivos desde los Andes - Alejandra Delgado

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cualquier ámbito social existe una cantidad determinada de personas y una cantidad determinada de recursos o posibilidades que son escasas, o al menos insuficientes en relación a las necesidades de las personas, y más aún en relación a las demandas de acumulación capitalista. Ante la debilidad de un poder central, los individuos y los grupos económicos que luchan por conseguir los recursos disponibles, difícilmente pueden mantener una situación de equilibrio y evitar que uno de ellos triunfe sobre los otros, más si se encuentran en una situación de competencia libre (libre mercado) no influida por algún poder de control. Los competidores que triunfan ven aumentar sus oportunidades y ganancias al tiempo que se disminuyen la de los vencidos, en la medida en que se apropian de las oportunidades de los derrotados o al menos de una parte de ellas. Es una lucha por la supremacía que va concentrando oportunidades en manos de una cantidad menor de grupos o individuos por fuera del poder del estado, o a su vez con anuencia del mismo.

      La política neoliberal del libre mercado o la subordinación del Estado a los negocios del capital (caso de la China actual) en la era de la globalización, explica la desintegración del Estado moderno. Así, cada vez más, la lucha social transita desde la disputa por determinar quiénes administrarán el aparato Estatal hacia la destrucción misma del monopolio estatal de la dominación. Para Negri.T.Hardt.M (2001) “El nuevo paradigma está definido por la declinación definitiva de los Estados-nación soberanos, por la desregulación de los mercados internacionales, por el fin de los conflictos antagónicos entres sujetos Estado, y así en más” (p.58).

      Para finalizar esta parte es importante recordar que: “En torno a estos dos monopolios mencionados van cristalizando otros posteriormente, pero estos dos siguen siendo los monopolios clave. Si estos monopolios desaparecen, desaparecen todos los otros, desaparece el «Estado» (Elías, 1988,p.345).

      Decadencia Cultural

      Un número creciente de procesos productivos incorporan como insumo decisivo la información digital, la misma que producen mercancías digitales. Lo particular de este tipo de mercancías es que en su producción “…los costos de materias y de energía son despreciables frente a los conocimientos involucrados” (Zukerfeld, 2008, p.3). La materia y energía pierden su centralidad en el costo del proceso productivo y son reemplazadas por la información digital, variación que desestabiliza la propiedad sobre los medios de producción. La apropiación privada del nuevo insumo, que puede multiplicarse y difundirse a velocidades nunca antes vistas, no puede ser protegida como la propiedad física e incluso energética de los medios de producción de la época industrial. La inmaterialidad de la información digital la hace susceptible de apropiación y redistribución colectiva.

      El desarrollo de esta nueva tecnología de la información pone en debate la vieja tesis marxista sobre la contradicción entre las relaciones sociales de producción y el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas.

      Llamamos Capitalismo Cognitivo (CC) a la etapa del modo de producción capitalista signada por la contradicción entre relaciones sociales de producción orientadas a los tres tipos de bienes informacionales como mercancías, y el grado de desarrollo de las fuerzas productiva asociado a la ontología de replicable de la información digital, que amenaza el status mercantil de esos bienes (Zukerfeld, 2008, p.4).

      Ante el peligro de la vigencia de la propiedad privada sobre el primer insumo de la producción del capitalismo actual, la también nueva burguesía de la era digital tuvo que asegurar su poder a través de un nuevo sistema jurídico, específicamente referido a la propiedad intelectual.

      Esta transformación, en el marco de la lógica de acumulación de capital, provoca la acelerada apropiación privada del conocimiento social, más aún cuando la dinámica de esta tecnología tiende a democratizar las invenciones científico-tecnológicas. Lo expuesto encuentra su explicación en razón de que los usuarios de esta tecnología pueden transformarse en creadores y tomar el control, lo que produce una alteración en el circuito producción-consumo. Dicho de otra manera, la oferta de muchos de los servicios que se consumen pueden ser asumidos directamente por el consumidor, el consumidor puede convertirse en el propio productor de sus productos e incluso empezar a venderlos.

      La privatización del conocimiento social permite que éste se coinvierta de manera directa en la mercancía privilegiada para la ganancia y acumulación de capital, en el marco del surgimiento de las multinacionales del conocimiento y el dominio del capital financiero. En rigor, no es que el conocimiento se acumule, sino que al ser atrapado por el capital financiero, que a través de los procesos de calificación de calidad produce su valorización, lo convierte en valor de cambio. En este proceso el conocimiento no solo que se privatiza, sino que abre paso a la privatización de todos los espacios donde éste se produce: Sistema Universitario, Centros de investigación, Culturas diversas, Centros de innovación y creación científica, artística y cultural. De esta manera la economía y la cultura quedan articuladas por efecto de la nueva tecnología de la información digital, más aún, la cultura queda subsumida al capital.

      Con el signifícate propiedad intelectual y todo el campo simbólico-jurídico que él articula, los capitalistas cognitivos acaban con la escisión entre la industria y la tecnología, de un lado, y las obras artísticas y espirituales, de otro. La información digital mezcla la economía y la cultura. “En Internet se ensamblan partes de un programa de software (similar como generador de ganancias de productividad a los bienes de capital fordistas) y se descargan libros, en ambos casos intercambiando bits” (Zukerfeld, 2008, p.7).

      Es común en los tiempos de la propiedad intelectual hablar de Economía del Conocimiento e Industrias Culturales, concepto último que ya se trabajó en los textos de la primera Escuela de Frankfurt, y que muestra la colonización de la cultura por la economía, así como el paso del capitalismo industrial al cognitivo. Esta transformación indica que el régimen de propiedad privada se extiende a todo el ámbito de la vida social, todo, incluidas las creaciones culturales (artísticas, espirituales, religiosas) se vuelven mercancías. “Sin dudas, la cantidad de bienes sujetos a las distintas formas de Propiedad Intelectual se ha incrementado drásticamente con el advenimiento del capitalismo cognitivo” (Zukerfeld, 2008, p.12).

      Cada civilización de masas en un sistema de economía concentrada es idéntica a su esqueleto –la armadura conceptual fabricada por el sistema- comienza a delinearse. Film y radio no tienen más necesidad de hacerse pasar por arte. La verdad de que no son más que negocios les sirve de ideología, que debería legitimar los rechazos que practican deliberadamente. Se autodefinen como industrias y las cifras publicadas de las rentas de sus directores generales quitan toda duda respecto a la necesidad social de sus productos. (Horkheimer y Adorno, 1969, p.147)

      La idea expuesta en la cita aplica también para el conocimiento y la investigación académica. Con la última reforma universitaria de Bolonia, la Universidad no tienen más que hacerse pasar por centro de pensamiento autónomo, cada vez más se muestra en su verdad de empresa movida por la tecnología. Como toda industria, la Industria Cultural y la Industria del Conocimiento suponen un método de reproducción que conduce a que en innumerables lugares necesidades iguales sean satisfechas por productos standard (Horkheimer y Adorno, 1969). Esta técnica de reproducción opera con un círculo de manipulación y necesidad (la producción produce el consumo) que afianza el sistema.

      Al final, se trata del poder de la técnica y de sus dueños sobre la sociedad misma, el poder de los económicamente más fuertes. “La racionalidad técnica es hoy la racionalidad del dominio mismo. Es el carácter forzado de la sociedad alienada de sí misma” (Horkheimer y Adorno, 1969, p.147).

      La lógica “democrática” de la Industria Cultural y del Conocimiento, forma una masa de receptores de los mensajes del poder, sin ninguna capacidad de interactuar y menos de discrepar. El espacio del diálogo (intercambio racional de opiniones argumentadas) es invadido por una epidemia de ideas empobrecidas como datos (productos informativos,

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