Crimen, locura y subjetividad. Héctor Gallo

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Crimen, locura y subjetividad - Héctor Gallo страница 7

Crimen, locura y subjetividad - Héctor Gallo

Скачать книгу

al tanto de los distintos debates sobre el crimen, el criminal y el castigo; de lo contrario, no podrá estar a la altura de su tarea. En la actualidad, es común encontrar que la manera de algunos “expertos forenses” de escapar al proceso de estar informados sobre los conflictos clínicos y teóricos, inherentes al problema del crimen, es convertirse en técnicos, orientados por la evaluación y por un resultado a obtener. Otro refugio que usan, para ponerse a salvo de la responsabilidad del acto, es el de la burocracia administrativa, en donde hay que preocuparse únicamente porque las cosas marchen sin ningún contratiempo y que sean rentables.

      Composición del texto

      En el capítulo 1 se hace un debate disciplinar sobre el crimen, la posición del criminal frente a este, al Otro de la ley y al castigo. Se hace también un análisis del modo como se posiciona el psicoanálisis respecto al crimen y el delito, y por qué no comparte la orientación hacia una biologización de las conductas criminales, ni se inscribe en concepciones genéticas, neuronales, en discursos morales, ni en explicaciones sociológicas y culturalistas. Se argumenta por qué la distancia que separa al criminal del que no lo es resulta menos amplia en el plano de la subjetividad de lo que se supone. Tanto para Sigmund Freud, como para Jacques Lacan, hay una intimidad del ser humano con el crimen; de ahí que ninguna ley pueda exigirle que mientras duerma no tenga sueños inmorales, o que al estar despierto no tenga fantasías criminales.

      En ninguno de los exámenes de salud mental efectuados al sujeto por psiquiatría, antes de su acusación y posterior condena, se tuvo en cuenta la perspectiva psicoanalítica que aquí se propone; tampoco en los informes de psicología y menos en los conceptos clínicos o informes de evolución y tratamiento del sindicado. El motivo más profundo de la controversia suscitada en los medios forenses, y cuya lógica acá se reproduce, se debe a que se trata de un caso raro, es decir, de un “inclasificable” de la clínica que pone en cuestión las categorías existentes en los manuales diagnósticos, pues cabe en todas y a la vez en ninguna. Al parecer, se trata de un loco que a toda costa quisieron hacer ver como normal, igual que muchos otros en la historia de la criminología.

      Nos ocupamos de argumentar por qué se trata de un caso raro, uno en el cual la frontera entre una estructura clínica y otra se torna muy difusa. A juicio de los psiquiatras, el comportamiento del sujeto, por aberrante que parezca, no lo pone del lado de la locura, pero tampoco se atreven a sostener que esté guiado plenamente por la conciencia y la razón moral, ya que le atribuyen un trastorno en el área de la sexualidad, cuestión que lo sitúa del lado del criminal en serie o, como dice en el título del expediente ya referido, como “asesino múltiple”.

      No había duda para los evaluadores que, un ser humano que se dedicase a matar atrozmente a mujeres trabajadoras de extracción humilde, sin intención de robarlas ni de violarlas y sin motivos de venganza, tiene que estar trastornado en algún sentido. Coinciden, desde la psiquiatría, en que sufre un trastorno de personalidad y que el área trastornada es la sexualidad, como si hubiera una sexualidad normal y otra patológica; de ahí que el trastorno de esta área no implica necesariamente trastorno mental, pues las otras áreas de la personalidad, por ejemplo la capacidad de autodeterminarse y, en general, el entendimiento, podrían estar funcionando bien.

      El individuo puede continuar con el pleno dominio de sí, sabe lo que hace y cuáles son las consecuencias cuando ejecuta el acto criminal, pues solo parece tener dañadas sus facultades afectivas. Es de este modo como le son entregadas al juez de conocimiento las herramientas para imputar a un loco, a quien sus actos lo muestran objetivamente gobernado por un impulso de furor incontenible. Pinel lo describe de esta forma:

      En capítulo 6 se estudia el problema de la locura diferenciada de la psicosis, pues los criminales a los que se hace referencia a lo largo de la reflexión presentada en este libro han sido considerados portadores de algún tipo de locura antisocial o perversa. Se muestra en qué sentido, y por qué, existen muchas otras locuras fuera de la locura criminal, quizá menos letales para la vida en sociedad, pero no por ello menos importantes.

      Otro aspecto abordado en el capítulo final es el relacionado con la locura de escribir. Para terminar, se hace un abordaje sobre el goce criminal, defendido, justificado y ofrecido por Sade, por medio de un contrapunto con la moralidad sostenida por Immanuel Kant. El goce criminal sadiano es el enarbolado por los criminales de los cuales nos ocupamos, y por muchos otros tomados como psicópatas seriales en la literatura existente sobre el crimen.

Скачать книгу