Crimen, locura y subjetividad. Héctor Gallo

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Crimen, locura y subjetividad - Héctor Gallo

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rel="nofollow" href="#ulink_89f502c4-9bcc-5f7a-8676-c775bca30dc9">1 Theodor Reik, Psicoanálisis del crimen. El asesino desconocido (Buenos Aires: Ediciones Hormé, 1915), 123.

      2 Ibid.

      3 Franz Alexander y Hugo Staub, El delincuente y sus jueces desde el punto de vista psicoanalítico (Madrid: Biblioteca Nueva, 1961), s. p.

      4 En las sociedades primitivas, el modo de vincularse entre quienes allí habitan no está regido y regulado por instituciones en donde la ley se defina a partir de un texto escrito, sino que todo lo que suceda estará guiado por tradiciones y creencias compartidas. Es en este sentido que puede decirse que no están dirigidas por un discurso, comandado por una legislación que descansa en cabeza de figuras jerárquicas que ejercen legalmente un poder.

      5 Véase, por ejemplo, Rodrigo Dresdner, Psicópatas seriales, un recorrido por su oscura e inquietante naturaleza (Santiago: Lom Ediciones, 2016).

      6 “Asesino múltiple de mujeres de Medellín” [expediente], t. 1, s. f.

      7 Silvia Tendlarz y Carlos Dante García, ¿A quién mata el asesino? (Buenos Aires: Grama Editores, 2008), 119.

      8 El uso en el conjunto del texto del término “goce” debe entenderse como una satisfacción que las personas llamadas normales no sienten como tal en la consciencia, pues se localiza más allá del placer, sentimiento que se define desde el psicoanálisis como un principio de unión, equilibrio y tranquilidad, que sirve de soporte a la orientación del yo racional hacia el bien de sí mismo y del otro. La satisfacción propia del placer mantiene al resguardo la integridad del individuo, quien no tiene inconveniente en aplazarlo si pone en riesgo la seguridad y la vida. En cambio, la satisfacción propia del goce es imperativa e inaplazable, y entre más riesgoso sea obtenerla más atractiva se vuelve, de ahí que sirva como soporte de la compulsión a repetir acciones que ponen en riesgo la vida del individuo o que minan el buen vivir. En el caso de los criminales seriales, no diremos que ellos experimentan placer al matar a sus víctimas, sino que más bien gozan, y este goce en ellos tiene la particularidad de ser una satisfacción que los empuja a no detenerse frente a la posibilidad de atacar repetidamente a quien se ha convertido en su víctima, por cumplir las condiciones que requiere para obtener satisfacción en su aniquilación, cuestión que es llevada hasta las últimas consecuencias.

      9 Tendlarz y García, ¿A quién mata el asesino?, 126.

      10 Miguel Ángel Linares, Mala gente. Las 100 peores personas de la historia (Madrid: Edaf, 2010), 23.

      11 Ibid., 22.

      12 Ibid., 24.

      13 Ibid., 54.

      14 Ibid., 55.

      15 “Asesino”, 161.

      16 Linares, Mala gente, 55.

      17 “Asesino”, 161 y 157.

      18 Dresdner, Psicópatas seriales, 73.

      19 Ibid., 69.

      20 Horacio Vommaro, “La psicopatía. Una perspectiva”, en Psiquiatría y psicoanálisis 2. Perversos, psicópatas, antisociales, caracterópatas, canallas, Jacques-Alain Miller et al. (Buenos Aires: Departamento de Estudios sobre Psiquiatría y Psicoanálisis (CICBA), Grama Ediciones, 2008), 60.

      21 Citado en ibid., 61.

      22 Citado en ibid.

      23 Citado en ibid.

      24 Citado en ibid.

      25 Ibid., 62.

      26 Ibid., 61-62.

      27 Ibid., 62.

      28 Ibid.

      29 Ibid.

      30 Ibid.

      31 Jacques-Alain Miller, Conferencias porteñas, t. 2 (Buenos Aires: Paidós, 2009), 63.

      32 Ibid.

      33 Mientras el placer es del yo racional, el goce es pulsional, y por este motivo es compulsivo.

      34 Miller, Conferencias porteñas, 64.

      35 Ibid., 70.

      36 Ibid., 63.

      37 Ibid., 64.

      38 Ibid., 65.

      39 Dresdner, Psicópatas seriales, 177.

      40 Ibid., 178.

      

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