E-Pack Deseos Chicos Malos 2 - abril 2020. Varias Autoras
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу E-Pack Deseos Chicos Malos 2 - abril 2020 - Varias Autoras страница 24
–No. Había pensado cenar aquí y hacerte compañía.
–¿Aquí?
–Este es nuestro dormitorio, Danielle.
–No recuerdo haber aceptado dormir contigo.
–Y yo no recuerdo habértelo preguntado.
–Flynn, no…
Todo empezaba otra vez. Como Robert, ahogándola, asfixiándola.
Él pareció leer sus pensamientos.
–Olvídate de él.
–No puedo.
–Enfréntate a los hechos, Danielle. Él solo te deseaba físicamente porque no podía tenerte emocionalmente. Por eso no te dejaba ir. Por eso no se atrevía a dejarte tu espacio. Pero yo no soy él.
Danielle sabía que tenía razón. Y le dolía que el hombre que había sido su marido la hubiera usado de esa manera.
–¿Y tus razones son diferentes a las de Robert?
–Mis razones son mis razones, pero voy a decirte una cosa: son más nobles que las suyas.
Era cierto y Danielle lo sabía. A pesar de su actitud tiránica al principio, durante aquellos días había ido descubriendo al otro Flynn, el que mantenía guardado, escondido. Y ese hombre había llenado un vacío que nadie más había llenado en toda su vida.
Ni Robert.
Ni Monica.
En cuanto a esta última, tuvo oportunidad de hablar con ella antes de lo que esperaba. Porque aquella misma noche la llamó por teléfono.
–¿Cómo ha conseguido este número?
–Hice que traspasaran todas tus llamadas aquí.
Flynn no quería que hablase con ella, pero Danielle sabía que debía hacerlo.
–Si no contesto, se preocupará. No puedo hacerle eso.
–¿Prefieres llevarte una bronca?
–Tengo que contestar. Dame el teléfono.
La conversación no fue muy agradable. Su suegra insistía en que todo aquello era cosa de Flynn, que le había lavado el cerebro, que quería algo sucio de ella… incluso que quería robarle a su nieto.
Danielle, angustiada, tuvo que apartarse el teléfono de la oreja cuando empezó a gritar, pero Flynn se lo quitó de la mano.
–Monica, soy Flynn Donovan. Danielle va a quedarse unos días conmigo. Acostúmbrate a la idea.
Y después de eso, colgó.
–Flynn…
–No dejes que te manipule, Danielle.
–No sabes con quién te enfrentas –suspiró ella.
–La única persona que me importa eres tú, cariño.
* * *
Una hora después, Danielle estaba leyendo una revista cuando oyó voces airadas en el pasillo. Y una de ellas era la de… ¡la de Monica!
Que entró en su habitación como una tromba un segundo después.
–¡No me lo puedo creer! ¡La has secuestrado!
–Danielle no ha sido secuestrada. Ha venido por propia voluntad, aunque dudo que tú entiendas ese concepto –suspiró Flynn.
–Mira quién habla. A Danielle ni siquiera le caes bien. Ella misma me lo dijo. ¡Te odia! ¡Por eso la has secuestrado!
Danielle había oído más que suficiente.
–Flynn tiene razón, Monica. He venido por propia voluntad.
–¡No tienes que decir eso solo porque él está aquí! Yo te protegeré.
–¿De qué? ¿De qué quieres protegerme? Flynn no me ha hecho nada, al contrario. Se ha portado muy bien conmigo.
–Deberías haber venido a mi casa…
–No hace falta. Estoy bien aquí.
Monica la agarró entonces por la muñeca.
–¿Pero no te das cuenta de que él solo quiere una cosa de ti?
–Lo único que quiero de Danielle es que se case conmigo.
–¡Casarse contigo! No puedes casarte con ella. Está embarazada de mi hijo, es el hijo de Robert.
–El niño también es parte de Danielle y, como mi mujer, también será parte de mi vida.
–Tú nunca podrías amar al hijo de otro hombre –replicó Monica, airada.
–Al contrario.
Algo le ocurrió a Danielle al oír esas palabras. No sabía por qué ni intentó entenderlo, pero por primera vez desde la muerte de sus padres sintió que su corazón estaba lleno.
–¡A ti no te importan ni Danielle ni el niño!
–No soy yo el que está gritando cuando ella no se encuentra bien –replicó Flynn.
–Danielle, ¿cómo puedes hacerme esto? Tú sabes que el niño es de Robbie. ¡Es mío!
–Vete de mi casa –dijo Flynn entonces–. No voy a permitir que la manipules.
–¿Yo? ¡Eres tú quien la está manipulando! Tú quien quiere algo de ella… todo esto es culpa tuya.
–No, Monica, es culpa tuya –dijo Danielle–. Tú mimaste tanto a Robert que lo convertiste en un hombre sin carácter, una persona que lo quería todo sin dar nada a cambio.
–¡Pero tú eras su mujer!
–Era su mujer, no su esclava. Yo también tenía derechos.
Monica abrió la boca y volvió a cerrarla. Y entonces algo pareció romperse dentro de ella.
–Era mi hijo. ¡Mi hijo! Y ahora está muerto. ¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer sin mi Robbie?
Flynn le hizo una seña a Jean.
–Flynn…
–No, deja que ella se encargue. Es una profesional.
Jean tomó a Monica por la cintura y la sacó suavemente de la habitación.
–Monica es la responsable de que me echaran del apartamento, ¿verdad?
–Sí, creo