La traición en la historia de España. Bruno Padín Portela
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Los glandes inscriptae nos pueden ofrecer otra pista para entender su comportamiento como supuesto traidor a la patria. Se trata de casi un centenar de proyectiles con textos latinos hallados en la península Ibérica, de los que una veintena tienen relación con él[115]. Dentro de ese grupo se cuentan dos piezas que son particularmente interesantes porque constituyen el único testimonio del ideario político que Sertorio pretendía legar. Por una de las caras se puede leer Q(uintus) Sertor(ius) proco(n)s(ul) y, por la otra, Pietas; nos informan, en consecuencia, acerca de uno de los valores con los que el de Nursia deseaba ser identificado: la pietas[116]. Concepto que, de acuerdo con Beltrán Lloris, debería ser entendido como una proclamación de patriotismo de Sertorio, de su actuación conforme con el respeto al régimen romano que Sila había derrocado violentamente. A. Manchón ha sostenido que detrás de dichos proyectiles se escondería un doble propósito propagandístico claro, consistente en subrayar la legalidad de la posición de Sertorio al enfatizar su cargo de procónsul y, a la vez, manifestar su devoción por la Urbs mediante el término Pietas (erga patriam)[117].
F. García Morá ha destacado que con la guerra sertoriana se acentuó la italianización de Hispania y que dentro de los propósitos de Sertorio nunca se encontró el apartar a la Lusitania de la corriente civilizadora superior que representaba Roma. Esto sería una razón más para eliminar el calificativo de traidor al de Nursia, ya que siempre respetó el orden institucional republicano en el que se educó y formó, incluso más que Sila o el propio Pompeyo[118]. En una línea similar se sitúa J. M. Roldán, quien admite que el proyecto político de Sertorio asociado a Hispania no significaría otra cosa que un medio, producto de las circunstancias, y nunca un objetivo final al margen de Roma[119].
L. de Michele ha planteado, más recientemente, otra perspectiva para comprender la actuación sertoriana. Establece esta autora una analogía entre el comportamiento de Sertorio y el de Fimbria en Asia Menor y argumenta que lo fundamental en el de Nursia es «lo spirito di contrapposizione ideologico nei confronti di Silla, e non di Roma»; es decir, defiende la idea de que Sertorio no se identificó con la población indígena, sino que más bien utilizó la guerra en ese territorio para continuar su particular lucha contra un régimen oligárquico que él no reconocía como legítimo[120]. Apunta, además, que se debe tener en cuenta el concepto de patria, y consecuentemente de traición, en el periodo de transición entre la república y el principado: para Sertorio y Fimbria la patria representaba exclusivamente el Senado de la república, mientras que, para la corriente silana, representaba la oligarquía y el poder político que algunos de sus miembros habían obtenido gracias a su superioridad militar[121].
Parece que, al combinar la lectura que realiza F. S. Lear con respecto a la traición en la tradición legislativa romana, las interpretaciones de los glandes inscriptae, las observaciones de García Morá acerca de las aspiraciones sertorianas en Hispania o las reflexiones de Lucia de Michele en torno al sentido de la actuación de Sertorio en relación con Roma, no carecería de sentido aquel célebre pasaje recogido por Plutarco: «En efecto, decía preferir el ser en Roma un ciudadano sin renombre que, desterrado de su propia patria, ser proclamado jefe con plenos poderes sobre todos los demás juntos» (Sert., 22, 7-8).
[1] J. de Mariana, Historia general de España, vol. 1, Madrid, Impreso por Luis Sánchez, 1608, pp. 66-67.
[2] Mariana muestra una actitud ambivalente: elogia a Aníbal diciendo que era «moço de grande espíritu y coraçon (…) Su atreuimiento era grande, su prudencia y recato notables», aunque en el mismo párrafo añade que «estas virtudes afeaua y escurecia con la deslealtad, crueldad, y menosprecio de toda religion», ibid., p. 63.
[3] E. Ferrer Albelda, La España cartaginesa. Claves historiográficas para la historia de España, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1996, p. 41.
[4] C. Gala Vela señala que el único autor que habla de un hijo nacido de la unión entre Aníbal e Imilce es Silio Itálico, el cual no parece fiable; aunque no descarta que Mariana haya recogido la noticia por alguna fuente oral de la época: «La figura de Aníbal en una historia española del siglo XVII», Rivista di Studi Fenici, vol. 14, 2 (1988), pp. 239-240.
[5] Véase, por ejemplo, F. Wulff y G. Cruz Andreotti, «On Ancient History and Enlightenment: Two Spanish Histories of the Eighteenth Century», Storia della Storiografia 23 (1993), p. 80; F. Wulff, «La Antigüedad en España en el siglo XX: seis historias de España», en M. Belén y J. Beltrán (eds.), Arqueología fin de siglo. La arqueología española de la segunda mitad del siglo XX, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2002, pp. 127-128.
[6] M. Lafuente, Historia general de España, vol. 1, Madrid, Establecimiento Tipográfico de Mellado, 1850, p. 19.
[7] Ibid., p. 218.
[8] F. Wulff, «La historia de España de D. Modesto Lafuente (1850-1867) y la historia antigua», en P. Sáez y S. Ordóñez (eds.), Homenaje al profesor Presedo, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1995, p. 871.
[9] F. Wulff, «El mito en la historiografía española (XVI-XVIII). Algunas notas», Historia y Crítica 2 (1992), p. 144.
[10] M. Lafuente, Historia, vol. 1, p. 218. R. Altamira afirma que el origen griego de Sagunto era una opinión puesta muy en duda, creyéndose, más bien, que se trataba de una población indígena o, de lo contrario, fundada o colonizada por gentes venidas de Italia. Véase Historia de España y de la civilización española, vol. 1, Barcelona, Herederos de Juan Gili Editores, 1909, p. 90.
[11] M. Lafuente, Historia, vol. 1, p. 218.
[12] E. Ferrer Albelda, La España cartaginesa, p. 78.
[13] G. Pasamar, «Las “historias de España” a lo largo del siglo XX. Las transformaciones de un género clásico», en R. García Cárcel (coord.), La construcción de las Historias de España, Madrid, Marcial Pons, 2004, p. 307. Sobre la obra de Altamira véase el estudio introductorio elaborado por R. Asín Vergara en R. Altamira, Historia de España y de la civilización española, vol. 1, Barcelona, Crítica, 2001, pp. xxi-cviii.
[14] C. P. Boyd, Historia Patria. Política, historia e identidad nacional en España: 1875-1975, Barcelona, Ediciones Pomares-Corredor, 2000, p. 127.
[15] Acerca de la importancia que la historia y las ciencias sociales tienen en la formación de la conciencia de los ciudadanos es