La traición en la historia de España. Bruno Padín Portela
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[52] Sostenía el padre Mariana que eran «los Cantabros gente feroz, y hasta esta sazon no del todo sugeta a los Romanos, ni a su imperio, por el vigor de sus animos, mas propio a aquellos hombres, y mas natural que a las demas naciones de España (…) de costumbres poco cultivadas (…) las mugeres como los hombres, eran de cuerpos robustos», Historia, vol. 1, 141.
[53] Lafuente afirmaba que todavía «los cántabros y astures se mantenían desde independientes y libres. Todavía aquellos fieros y rudos montañeses desde sus rústicas y ásperas guaridas se atrevían á desafiar á los dominadores de España y del mundo», Historia, vol. 1, p. 320.
[54] R. Altamira, Psicología del pueblo español, R. Asín Vergara (ed.), Madrid, Biblioteca Nueva, 1997, pp. 81-82.
[55] J. de Mariana, Historia, vol. 1, p. 142.
[56] M. Lafuente, Historia, vol. 1, pp. 321-322.
[57] P. Bosch Gimpera y P. Aguado Bleye, «La conquista de España por Roma (218 a 19 a. de J.C.)», vol. 2, p. 270. A. Schulten apunta que «se corresponde el Mons Medullius con el monte San Julián, a siete kilómetros de Tuy, cerca de la boca del Miño, porque en la altura de esta montaña granítica, que visité en 1906, existe un recinto muy extendido formado por una fuerte muralla», Los cántabros y astures y su guerra con Roma, Madrid, Espasa-Calpe, 1962, p. 174.
[58] Dice Floro que «cuando los bárbaros advirtieron su fin, anticiparon su muerte, mientras celebraban un banquete, por el fuego y la espada y el veneno que allí se extrae habitualmente de los árboles del tejo, y la mayoría se libró de la cautividad, que, para hombres no sometidos hasta el momento, parecía peor que la muerte» (II, 33, 50); y Orosio expone: «Asediaron (…) el monte Medulio, que se levantaba sobre el río Miño, y en el que se había fortificado una gran cantidad de personas. El resultado final fue que, cuando esta raza de gentes, cruel y feroz por naturaleza, comprendió que ellos eran insuficientes para aguantar el asedio e incapaces de aceptar un combate, se suicidaron por temor a la esclavitud. Se mataron, en efecto, casi todos a porfía, con fuego, hierro y veneno» (VI, 21, pp. 6-8).
[59] J. C. Bermejo Barrera, Mitología y mitos de la Hispania prerromana, II, Madrid, Akal, 1986, pp. 21-23.
[60] Así lo ha mostrado Bermejo al analizar el sistema matrimonial de los pueblos del norte y dos instituciones penales en base a los comentarios de Estrabón, véase J. C. Bermejo Barrera, La sociedad en la Galicia castreña, Santiago de Compostela, Follas Novas, 1978, pp. 13-26.
[61] F. Wulff, «La historia de Roma en las historias de los países europeos: el caso español», en P. Defose (ed.), Hommage à Carl Deroux, Bruselas, Latomus, 2003, pp. 608-609.
[62] A. Schulten, Historia de Numancia, pp. 6-7.
[63] A. Schulten, Los cántabros y astures, p. 19.
[64] Ibid., p. 47.
[65] Ibid., p. 137.
[66] P. Bosch Gimpera y P. Aguado Bleye, «La conquista de España por Roma (218 a 19 a. de J.C.)», vol. 2, p. 269.
[67] Floro: «Acudiendo ya él mismo, a unos los hizo descender de los montes, a otros los cogió como rehenes y a otros los vendió por derecho de guerra como esclavos» (Epit., II, 33, 52); Orosio: «Dándose cuenta de que lo hecho en Hispania durante doscientos años no serviría de nada, si permitía seguir usando de su independencia a los cántabros y astures, poderosísimos pueblos de Hispania, abrió [Augusto] las puertas del templo de Jano y marchó él mismo a las Hispanias con el ejército» (VI, 21).
[68] Las tres fuentes primordiales para el estudio de Viriato así lo atestiguan. Apiano dice, a propósito de sus exequias: «Tras haber engalanado espléndidamente el cadáver de Viriato, lo quemaron sobre una pira muy elevada y ofrecieron muchos sacrificios en su honor (…) Tan grande fue la nostalgia que de él dejó tras sí Viriato, un hombre que, aun siendo bárbaro, estuvo provisto de las cualidades más elevadas de un general» (Ib., 75). Diodoro Sículo cuenta que Viriato era el luchador más valiente en la batalla y un general capaz de prever lo que sería más ventajoso (XXXIII, 21.a). Por último, Dión Casio establece un retrato según el cual Viriato es un referente militar dotado de las más altas cualidades tanto militares como morales: «En efecto, desde su nacimiento, y gracias a los entrenamientos, fue muy ágil para perseguir y escapar y muy fuerte en el combate a pie firme (…) Con ser tal su cuerpo, tanto gracias a la naturaleza como al ejercicio, resultaba muy superior en las virtudes del alma (…) En resumen, no hacía la guerra por ambición ni por poder, ni siquiera por orgullo, sino por la acción en sí y, sobre todo por este motivo, fue considerado tanto amigo de la guerra como buen guerrero» (XXII, 73, 1-4).
[69] M. V. García Quintela, Mitología y mitos de la Hispania prerromana, III, Madrid, Akal, 1999, p. 185.
[70] J. Lens Tuero, «Viriato héroe y rey cínico», Estudios de Filología Griega 2 (1986), pp. 253-272; L. A. García Moreno, «Infancia, juventud y primeras aventuras de Viriato, caudillo lusitano», en G. Pereira (ed.), Congreso Peninsular de Historia Antigua, vol. 2, Santiago de Compostela, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 1988, pp. 373-382.
[71] J. de Mariana Historia, vol. 1, p. 109.
[72] M. Lafuente, Historia, vol. 1, p. 18.
[73] R. Altamira, Historia, vol. 1, p. 101.
[74] J. de Mariana, Historia, vol. 1, p. 109.
[75] Ibid., p. 273.
[76] R. Altamira, Historia, vol. 1, p. 102.
[77] Véanse los siguientes trabajos de F. Wulff: «La historia de España de D. Modesto Lafuente», p. 865; «Andalucía antigua en la historiografía española (XVI-XIX)», Ariadna 10 (1992), p. 27; «La historiografía ilustrada en España e historia antigua. De los orígenes al ocaso», en F. Gascó La Calle