Sobre la teoría de la historia y de la libertad. Theodor W. Adorno

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Sobre la teoría de la historia y de la libertad - Theodor W. Adorno страница 11

Sobre la teoría de la historia y de la libertad - Theodor W. Adorno

Скачать книгу

aquí la bomba atómica y la cámara de gas presentan fatales semejanzas estructurales–, esto tendría algo de absurdo en vista de la dimensión de la catástrofe. ¿Qué significa decir que la humanidad como género progresa si millones son degradados a objetos?

      Estas cosas asumen una especie de fuerza retroactiva y muestran la desmesurada vulnerabilidad de la construcción afirmativa de la historia. La pregunta es si, en la construcción de la historia como una historia que avanza en dirección a formas superiores de libertad, no están incluidas teleológicamente las catástrofes que hemos experimentado ahora; si la preponderancia de lo universal, de la gran tendencia frente a lo particular, no es un engaño; si el consuelo de la filosofía en cuanto a que la muerte de los individuos es el progreso de la gran tendencia no ha sido siempre la patraña que hoy es; si el padecimiento de un solo ser humano queda superado dentro de la marcha triunfal del progreso.

      En la medida en que la filosofía de la historia quiere mostrar más que lo que es pertinente, ya de acuerdo con la forma se encuentra allí el sentido, sin que la filosofía de la historia lo explicite previamente. También las teorías negativas, cíclicas, de la historia que no conocen un sentido enfático de la historia, sino que subrogan la historia mediante la naturaleza, poseen, a pesar de todo, este momento afirmativo.18 Spengler ha alentado a los seres humanos, en el sentido fatal, dentro de la necesidad histórica, a insertarse eficazmente en la maquinaria, cuyo triunfo es de todos modos profetizado. La morfología de la cultura de Frobenius,19 como teoría de una forma preponderante y en sí misma consistente, es en sí orgánicamente teleológica. Conoce al menos tanto sentido, tanta finalidad dentro de la cultura como los poseen las plantas con las que Spengler las compara. Esto les deja a los pobres seres vivos individuales el consuelo de participar de un ser vivo más elevado, lo que aún concede un sentido a su existencia solitaria. No es inconsecuente que Spengler, a pesar de su pesimismo cultural, haya intentado luego posicionamientos políticos. Esto se relaciona con el momento afirmativo de su teoría. El pesimismo como tesis general, un pesimismo que, en vista de que enseña la totalidad, implica que todo está mal desde la base, como ya en Schopenhauer, tiene la tendencia de coadyuvar al mal real individual en el mundo, en la medida en que puede decir que las tentativas para transformar el todo son, a fin de cuentas, vanas. Esto también está presente en la filosofía negativa de la historia.

      La unidad de un círculo cultural puede ser reducida más consistentemente a la unidad de un modo de producción que –como sucede en Spengler– a algo meramente interior en lo que no es posible percibir cómo algo externo habría de ser marcado por él como la forma que “se desarrolla vivamente”.20 El antiidealista Spengler es idealista cuando hace que el todo surja del interior de los seres humanos, de la esencia humana, sin ver que la historia es esencialmente algo que se les hace a los individuos; que las instituciones se han autonomizado a tal punto que los individuos apenas pueden hacer algo al respecto y solo pueden expresarse respecto de esto de manera mediada; por ejemplo, por el desvío del arte.

      La pregunta es si puede existir una construcción de la historia, si puede existir filosofía de la historia sin un idealismo latente; si podemos construir la historia sin hacernos culpables del pecado cardinal: infiltrar un sentido que no existe. [Fin de la transcripción].

      1 De 4 de las 28 lecciones del semestre de invierno de 1964-1965 no se han conservado transcripciones de grabaciones, sino solo las anotaciones que realizó Adorno y con ayuda de las cuales dictó sus clases. Es probable que, en las clases en cuestión –se trata, además de la primera lección, de carácter introductorio, de la 11, la 13 y la 20–, no haya funcionado el grabador; en todo caso, en la presentación (Theodor W. Adorno Archiv, Vo 9735-10314), en los pasajes correspondientes de la transcripción, se ha indicado expresamente que estas lecciones “faltaban”. En su lugar, en las tres primeras de las lecciones faltantes, ya en vida de Adorno se añadieron, en cada uno de los casos, unas transcripciones realizadas por Hilmar Tillack, quien durante años asistió a los cursos de Adorno. De estas lecciones son reproducidas en forma completa tanto las anotaciones de Adorno (Vo 10315 y ss.) como las transcripciones de Tillack, mientras que de la lección 20 solo pudieron reproducirse las anotaciones, que son complementadas aquí por un extracto de una versión temprana del capítulo de Dialéctica negativa sobre la libertad, a la que hacen referencia las anotaciones.

      2 Entre 1964 y 1966, Adorno trató en no menos de tres lecciones sucesivas objetos y temas que están también en el centro de Dialéctica negativa –es decir: el libro sobre dialéctica del que se habla en la siguiente oración de las anotaciones–, que apareció por primera vez en 1966; la presente lección se refiere al tema de la filosofía de la historia y de la moral que, en Dialéctica negativa, se discute en los capítulos dedicados a Kant y Hegel. Esta era una situación particular en la medida en que, en Adorno, generalmente la actividad docente se desarrollaba, en alguna medida, paralelamente al trabajo de escritura sin vincularse con él. Sobre lo “particular” que lo llevó a proceder de manera diferente en el caso de Dialéctica negativa, se expresó al comienzo de la lección homónima, en el semestre de invierno de 1965-1966, de un modo que es, al mismo tiempo, revelador acerca del clima en el que tenía que impartir sus clases universitarias en aquel entonces: “Ustedes saben que la definición tradicional de las universidades demanda la unidad de investigación y enseñanza. Y mi propio trabajo tiene que sufrir arduamente de esta problemática; es decir: el volumen de tareas docentes y administrativas que en verdad recae sobre mí me vuelve casi imposible, durante los tiempos del semestre, atender a mis tareas de investigación –si es posible hablar de investigación en filosofía–, no solo como correspondería objetivamente, sino también como corresponde a mis propias inclinaciones y capacidades. En una situación tal, y bajo una coacción y una presión tales, uno desarrolla ciertas facultades que es posible denominar, del modo más adecuado, astucia campesina. Intento, pues, hacer justicia a esta situación llevando adelante mis lecciones esencialmente a partir del libro voluminoso y bastante enjundioso en el que estoy trabajando desde hace seis años y que llevará el título de Dialéctica negativa […]. Soy consciente de que puede objetarse, contra un proceder tal, lo que suele objetar la conciencia positivista, a saber: que, como profesor universitario, solo debería presentar resultados terminados, concluyentes e inatacables. No quiero hacer de la necesidad virtud, pero opino, con todo, que esta opinión justamente no se adecua bien al concepto de filosofía; que la filosofía justamente es el pensamiento en un permanente statu nascendi; y que, como el gran fundador de la dialéctica, Hegel, ha dicho, en la filosofía importa tanto el proceso como el resultado; que proceso y resultado […] incluso son la misma cosa. Además, opino que precisamente es propio del pensamiento filosófico un momento de intento, de experimentación, de lo no concluido que diferencia a la filosofía de las ciencias positivas […]. En consecuencia, les presento reflexiones que, en tanto no han encontrado aún su forma verbal, la forma que puedo lograr y que es para mí, hasta donde llegan mis capacidades, la definitiva, justamente presentan los rasgos de lo experimental. Y puedo […] realmente más animarlos, a través de lo que les digo, a pensar conmigo y a formular reflexiones semejantes, que proporcionarles un saber tan seguro que puedan llevárselo tranquilos a casa” (NaS IV-14, pp. 296 y ss.). Las tres lecciones de 1964 a 1966 fueron precedidas por un curso titulado “Ontología y dialéctica”, del que surgió la idea para el libro que luego recibió el título de Dialéctica negativa. No carece de importancia, para las cuatro lecciones, el hecho de que ellas hayan sido desarrolladas en un tiempo en que los textos paralelos del libro aún no habían encontrado su forma definitiva; es decir, el hecho de que las lecciones, según le gustaba decir a Adorno, representaban un work in progress o, mejor aún, un estadio determinado, en cada caso, de la Dialéctica negativa en proceso de gestación.

      3 La teoría de Kant sobre el antagonismo social fue tratada por Adorno ante todo en la lección 6, cf. infra, pp. 127 y ss.; la teoría de Hegel sobre el progreso en la conciencia de la libertad, en la lección 12, cf. infra, pp. 225 y ss. El hecho de que, en Kant, la construcción aporética de la libertad no se aplique a lo nouménico, sino a lo fenoménico, es decir, que dicha construcción se basa en el antagonismo de la sociedad burguesa,

Скачать книгу