Pequeño circo. Nando Cruz
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Aunque vivía en un pueblo, había muchas maneras de enterarte de las cosas. Cada semana tenías en televisión Caja de ritmos, Pista libre, Musical express… Veía todos los programas. Y en La edad de oro veía a los Residents, a Parálisis Permanente, a Psychic TV… Cada semana podías descubrías uno o dos grupos nuevos.
MIGUEL MORÁN: Mi afición por la música viene de Radio 3. Era lo único que se oía en ese pueblo tan pequeño perdido en la montaña. En San Facundo vivía un primo un poco mayor y muy musiquero. Estábamos todo el día en la calle escuchando Radio 3. Entonces escuchaba a Bob Dylan, a los Rolling Stones, a los Creedence…
El carnet que acredita a Luis Calvo como mutante número 161 del club de fans de Aviador Dro. (Cedida por Luis Calvo.)
LUIS CALVO: En Bembibre solo se escuchaba Radio 3. No llegaban Los 40 Principales.
En el año 81-82 descubrí, sobre todo a través de Esto no es Hawaii, a los Zombies, a Alaska y los Pegamoides, a Radio Futura, a Los Secretos… El Diario pop era más música internacional: los Cure, los Psychedelic Furs… Yo escuchaba música de todo tipo: los Cure, Siouxsie, Kraftwerk, Talking Heads… Y me encantaba. Pero, para mí, escuchar a los grupos en castellano, vivir el nacimiento de DRO y de las compañías independientes fue muy fuerte.
La gente no creía en la música española en el año 81-82, pero para mí era muy importante. Lo mío entonces ya era una lucha personal por difundir todo eso. Con trece años grababa cintas a toda la gente del pueblo y estaba en contacto con DRO, Tres Cipreses, Spansuls… Les pedía discos por correo y me mandaban alguno de regalo. Era muy fan de Aviador Dro. Con quince años tenía mi «carnet de mutante». Mi trabajo de filosofía en el instituto fue sobre el primer disco de Aviador Dro, que venía con un manifiesto. Tengo todos sus manifiestos, me escribía con ellos, con Metalina 287…
En Ponferrada y en Bembibre no se pinchaba música española. Poco a poco fue ganando terreno hasta que hubo un momento en que todo el mundo estuvo concienciado. Pero para entonces ya no había nada que molara. A partir del 84, todo el rollo de Décima Víctima, Glutamato Ye-Yé o Sindicato Malone se había perdido.
En el 85 me empezó a decepcionar el pop español. Los grupos se habían vuelto comerciales, las compañías independientes estaban desapareciendo… Yo ya ni compraba los discos, porque lo que hacían era terrible. Grupos que me habían gustado, como Radio Futura o Loquillo, ya no me parecían tan interesantes. No me importaba que fuesen grandes superventas, pero, comparado con lo que se había hecho en el 81-82, los discos que salían eran malos.
MIGUEL MORÁN: Mi padre se retiró de la mina por enfermedad hacia los treinta y ocho años y en el año 82 mis padres montaron un bar en Torre del Bierzo, un bar típico de pueblo. Mi hermano Jose y yo nos encargábamos del local y a veces poníamos música en un equipito.
LUIS CALVO: Antes de entrar en el instituto, mis padres se compraron una casa. Encima había una buhardilla. Allí instalé un radiotocadiscos de mueble, monté un sistema de altavoces y me hice mi espacio. Las paredes estaban llenas de pósters: del último concierto de Parálisis Permanente en León, de Psychedelic Furs… ¡Los pegué con cola!
Ahí pasaba prácticamente todo el día. Y en la buhardilla de al lado pasaba lo mismo. Estaba Uco, un amigo tres años mayor que yo con una colección de discos muy grande. En esas buhardillas se montó un grupo de amigos y la gente traía discos. Intercambiábamos cintas y nos pasábamos cosas de una buhardilla a otra. ¡Era un sitio muy guay! Había colchones, sillones… A veces, en vez de ir a la discoteca, poníamos dinero, comprábamos cosas y pasábamos la noche allí. Era muy grande: cabíamos quince personas. Mi buhardilla era la más sofisticada porque tenía un sistema de iluminación hecho con botes de Nesquik. A veces se quemaban o saltaban los plomos de mi casa mientras veían la tele.
Éramos una pandilla pequeña: los raros del instituto. Vestíamos raro, fumábamos porros… Yo era tirando a afterpunk. Iba con camisetas de Joy Division. Éramos un círculo de amigos con mucho interés por la música.
Cuando iba con la familia a Madrid, iba a Kentucky, Del Sur o al Rastro y compraba todos los fanzines que veía. En el colegio hacíamos una revista, así que me pareció lógico hacer un fanzine. Se llamaba Represión. El nombre lo elegí yo. Era un fanzine de tendencia punk, pero había artículos de todo tipo: de los Violent Femmes a los Smiths. Yo era muy fan de Décima Víctima y Parálisis Permanente. Me gustaban La UVI y Kortatu y, a la vez, Sergio Mendes, La Mode y Los Panchos. Tengo la primera casete de Desechables, el primer single de Último Resorte, de Kangrena… En uno de los números hice una lista de mis canciones favoritas internacionales y había de todo: Violent Femmes, Waterboys, Shop Assistants, Smiths…
Sacábamos un número y entre la fiesta y la gente del instituto se vendía en un día. El primer número valía cien pesetas. El segundo, cincuenta y ponía algo así como «este fanzine cuesta ochenta pesetas, pero gracias a la publicidad pagas menos». En la fiesta del primer número tocaron Ópera Prima, el grupo de Alejandro Díez anterior a Los Flechazos, y Los Vagos de Minnesota, un grupo de rockabilly. Me fui en autobús hasta León para fotocopiar el fanzine porque era mucho más barato que hacer las fotocopias en Bembibre. Un día lo dejamos y al otro fuimos a recoger las copias.
Cuando entré en el instituto, los viernes era el día de la discoteca. Solo había una en Bembibre, la New Brothers. Me hice muy amigo del dueño. Le caí en gracia y me hicieron un carnet. Y todos los viernes iba a primera hora, cuando no había nadie, y me tiraba dos horas escuchando las novedades con él. Al dueño le gustaba mucho la música soul y disco. Y yo iba con mis discos de Parálisis, de Los Pistones, de Décima Víctima…
MIGUEL MORÁN: Conocí a Luis muy jovencillo. Bembibre estaba a seis o siete kilómetros de mi pueblo. Íbamos a su casa a escuchar discos en la buhardilla. Luego empezó a pinchar en una sala y a montar conciertos. Una vez trajo a La Polla Records y a Kortatu. Nos grabaron el concierto desde la mesa y nos lo llevamos en una cinta.
LUIS CALVO: Con diecisiete años me puse a trabajar en otra discoteca de Bembibre que se llamaba Fito’s. Era una sala muy grande, para mil quinientas personas. Yo era el disc-jockey de la sala y programaba los conciertos. Cuando vinieron La Polla Records y Kortatu, el pueblo y la discoteca se llenaron de punkies. También vino a tocar Luz Casal. Y Paul Collins Beat.
Los viernes y sábados abría solo una planta. Era para los amigos, y entonces podía poner The Cure, Aztec Camera, Everything But The Girl, música española… Hasta venía gente de Ponferrada. Abría hacia las siete o las ocho y estábamos hasta las cuatro o cinco de la mañana. El domingo abrían las dos plantas porque venía gente de los pueblos de alrededor, y entonces tenía que poner italodisco y cosas así.
En la discoteca me pasaba la noche grabando a la gente cintas con la sesión que estaba pinchando. Mucha gente de Bembibre tendrá cintas mías. A Miguel también le grabé. Era uno de los amigos que iba a la discoteca. Muchas noches acabábamos en el bar que tenían sus padres.
Montse88 también es de Bembibre. Nos conocimos en el instituto. Montse iba la discoteca Fito’s a bailar. Yo era muy amigo de su hermana mayor y también le grababa cintas.
Gonzalo [Viña]