Explotación, colonialismo y lucha por la democracia en América Latina. Pablo González Casanova
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Tabla 8. Población monolingüe, idiomas y dialectos (1960)
Idioma o dialecto | Cantidad |
TOTAL | 1’104,955 |
Amuzgo | 11,066 |
Cora | 3,731 |
Cuicateco | 2,553 |
Chatino | 10,231 |
Chinanteco | 23,066 |
Chol | 32,815 |
Huasteco | 18,724 |
Huave | 2,972 |
Huichol | 3,932 |
Maya | 81,013 |
Mayo | 1,837 |
Mazahua | 15,759 |
Mazateco | 73,416 |
Náhuatl | 297,285 |
Mixe | 34,587 |
Mixteco | 106,545 |
Otomí | 57,721 |
Popoloca | 3,053 |
Tarahumara | 10,478 |
Tarasco | 12,432 |
Tepehuano | 1,766 |
Tlapaneco | 23,997 |
Tojolabal | 3,779 |
Totonaca | 63,794 |
Tzeltal | 55,951 |
Tzotzil | 57,235 |
Yaqui | 545 |
Zapoteco | 78,763 |
Zoque | 7,683 |
Otros | 8,226 |
Tabla 9. Población monolingüe por entidades federativas (1960)
Entidad | Cantidad |
Aguascalientes | 3 |
Baja California | 29 |
Campeche | 8,396 |
Coahuila | 12 |
Colima | 2 |
Chiapas | 115,844 |
Chihuahua | 10,973 |
Distrito Federal | 65 |
Durango | 1,511 |
Guanajuato | 298 |
Guerrero | 98,999 |
Hidalgo | 101,751 |
Jalisco | 2,150 |
México | 35,662 |
Michoacán | 12,432 |
Morelos | 710 |
Nayarit | 5,324 |
Nuevo León | 11 |
Oaxaca | 297,319 |
Puebla | 132,621 |
Querétaro | 4,437 |
Quintana Roo | 6,148 |
San Luis Potosí | 41,087 |
Sinaloa | 682 |
Sonora | 1,825 |
Tabasco | 2,059 |
Tamaulipas | 11 |
Tlaxcala | 2,240 |
Veracruz | 115,940 |
Yucatán | 66,403 |
Zacatecas | 3 |
Las formas que presenta el colonialismo interno son las siguientes:
1. Lo que los antropólogos llaman el “centro rector” o “metrópoli” (San Cristóbal, Tlaxiaco, Huauchinango, Sochiapan, Mitla, Ojitlán, Zacapoaxtla) ejerce un monopolio sobre el comercio y el crédito indígena, con “relaciones de intercambio” desfavorables para las comunidades indígenas, que se traducen en una descapitalización permanente de éstas a los más bajos niveles. Coincide el monopolio comercial con el aislamiento de la comunidad indígena respecto de cualquier otro centro o mercado; con el monocultivo, la deformación y la dependencia de la economía indígena.
2. Existe una explotación conjunta de la población indígena por las distintas clases sociales de la población ladina. La explotación es combinada, como en todas las colonias de la historia moderna —mezcla de feudalismo, capitalismo, esclavismo, trabajo asalariado y forzado, aparcería y peonaje, servicios gratuitos—. Los despojos de tierras de las comunidades indígenas tienen las dos funciones que han cumplido en las colonias: privar a los indígenas de sus tierras y convertirlos en peones o asalariados. La explotación de una población por otra corresponde a salarios diferenciales para trabajos iguales (minas, ingenios, fincas de café), a la explotación conjunta de los artesanos indígenas (lana, ixtle, palma, mimbre, cerámica), a discriminaciones sociales (humillaciones y vejaciones), a discriminaciones lingüísticas o por las prendas de vestir; a discriminaciones —como veremos— jurídicas, políticas y sindicales, con actitudes colonialistas de los funcionarios locales e incluso federales, y por supuesto, de los propios líderes ladinos de las organizaciones políticas.
3. Esta situación corresponde a diferencias culturales y niveles de vida que se pueden registrar según sea la población indígena o ladina, aunque el registro de las diferencias no puede practicarse exclusivamente entre la población que habla lenguas indígenas y la que no las habla, en virtud de que una gran parte de la población campesina cercana, no indígena, tiene niveles de vida tan bajos como aquélla.[7]
Así, se advierten entre las comunidades indígenas hechos como los siguientes: economía de subsistencia predominante, mínimo nivel monetario y de capitalización; tierras de acentuada pobreza agrícola o de baja calidad (cuando están comunicadas) o impropias para la agricultura (sierras) o de buena calidad (aisladas); agricultura y ganadería deficientes (semillas de ínfima calidad, animales raquíticos, de estatura más pequeña que los de su género; técnicas atrasadas de explotación, prehispánicas o coloniales (coa, hacha, malacate); bajo nivel de productividad; niveles de vida inferiores a los de los campesinos de las regiones no indígenas (insalubridad, alta mortalidad, alta mortalidad infantil, analfabetismo, raquitismo); carencia acentuada de servicios (escuelas, hospitales, agua, electricidad); fomento del alcoholismo y la prostitución (por los enganchadores y ladinos); agresividad de unas comunidades contra otras (real, lúdica, onírica); cultura mágico-religiosa y manipulación económica (que es la realidad del tequio y de la economía de prestigio) y también, como veremos, manipulación política.
Todos y cada uno de estos fenómenos corresponden a la esencia de la estructura colonial y se encuentran en las definiciones y explicaciones del colonialismo desde Montesquieu hasta Myrdal y Fanon; todas ellas se encuentran dispersas en los trabajos de los antropólogos y viajeros de México, y constituyen el fenómeno del colonialismo interno, característico de las regiones en que conviven el indígena y el ladino, y de la sociedad nacional, en la que hay un continuum de colonialismo desde la sociedad que reviste íntegramente los atributos de la colonia hasta las regiones y grupos en que sólo quedan resabios. Por ello, si el colonialismo interno afecta a tres millones de indígenas —con el criterio lingüístico—, a siete millones con el criterio cultural, a casi doce con el Índice de la Cultura Indocolonial Contemporánea que ideó Whetten,[8] en realidad abarca a toda la población marginal y penetra en distintas formas y con diferente intensidad —según los estratos y regiones— a la totalidad de la cultura, la sociedad y la política en México.
El problema indígena sigue teniendo magnitud nacional: define el modo mismo de ser de la nación. No es el problema de unos cuantos habitantes, sino el de varios millones de mexicanos que no poseen la cultura nacional, y también de los que sí la poseen. De hecho este problema, relacionado con el conjunto de la estructura nacional, tiene una función explicativa mucho más evidente que las clases sociales, en una sociedad preindustrial, donde éstas no se desarrollan aún plenamente con su connotación ideológica, política y de conciencia de grupo, de clase.
MARGINALISMO, SOCIEDAD PLURAL Y POLÍTICA
El marginalismo social y cultural influye y es influido por el marginalismo político. Para entender la estructura política de México es necesario comprender que muchos habitantes son marginales a la política, no tienen política, son objetos políticos, parte de la política de los que sí la tienen; pero no son sujetos políticos en la información, ni en la conciencia, ni en la organización, ni en la acción.
Vamos a tomar dos indicadores de este problema: la información y la votación, dejando para más tarde el análisis del marginalismo respecto de la afiliación en partidos y sindicatos.