Explotación, colonialismo y lucha por la democracia en América Latina. Pablo González Casanova
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Explotación, colonialismo y lucha por la democracia en América Latina - Pablo González Casanova страница 21
* No hay datos para Quintana Roo y Tlaxcala.
2. La abstención de votar es un fenómeno universal y característico de todo régimen democrático. Siempre se da el caso de ciudadanos que no votan, por desinterés, por enfermedad, o como una forma de protesta. La proporción de la población que vota respecto de la población nacional es, sin embargo, inferior en México que la proporción de votantes de otros países más avanzados. En 1917 votó en México el 5.36% de la población (Tabla 14), mientras que en Estados Unidos de Norteamérica, en las elecciones presidenciales que se celebraron un año antes, votó el 18.17%; en 1920, respectivamente en México y Estados Unidos, votaron el 8.2% y el 25.08%; en 1924 y 1928, en México votó el 10.6 y el 10.5%, y en Estados Unidos en esos mismos años el 25.43% y el 30.6%; en 1929, 1934 y 1940 votó en México el 12.9%, 12.7% y 13.34%, y en Estados Unidos (elecciones de 1932, 1936 y 1940) votó respectivamente el 31.89%, 35.64% y 37.75%; en 1946, 1952 y 1958 votó en México el 10.06%, 13.38% y 23.14%, respectivamente, y en Estados Unidos (en 1948, 1952 y 1956), el 33.42%, 39.51% y 37.09%. En las elecciones presidenciales ocurridas en México en 1958 la proporción de votos se elevó considerablemente en virtud de que fue acordado el derecho de voto a la mujer (Tabla 14).
Tabla 14. Proporción de la población que vota en Estados Unidos y en México (1888-1956)
A | B | |||
Años | EE.UU. % | Año | México % | |
1888 | 18.81 | 1910 | — | |
1892 | 18.34 | 1911 | — | |
1896 | 19.48 | 1917 | 5.36 | |
1900 | 18.35 | 1920 | 8.20 | |
1904 | 16.45 | 1924 | 10.60 | |
1908 | 16.78 | 1928 | 10.50 | |
1912 | 15.76 | 1929 | 12.90 | |
1916 | 18.17 | 1934 | 12.70 | |
1920 | 25.08 | 1940 | 13.34 | |
1924 | 25.43 | 1946 | 10.06 | |
1928 | 30.60 | 1952 | 13.38 | |
1932 | 31.89 | 1958 | 23.14 | |
1936 | 35.64 | |||
1940 | 37.75 | |||
1944 | 36.19 | |||
1948 | 33.42 | |||
1952 | 39.51 | |||
1956 | 37.09 |
Fuente: Diario de Debates de la Cámara de Diputados y Statistical Abstracts of the United States.
Los datos anteriores dan una idea muy burda del marginalismo en la votación. Un cálculo más cercano a la realidad y que permite eliminar la desviación que provocan los grupos de menores de edad es aquel que toma como punto de referencia a la población de 20 o más años. De acuerdo con la Constitución, desde este punto de vista se tiene derecho a votar cuando se han cumplido 18 años y se es casado, o 21 años, independientemente del estado civil. Tomando como base de comprobación la población masculina de 20 o más años —que es la que registran los censos—, se aproxima uno con bastante exactitud a la población que teniendo derecho a votar no lo hace, que es marginal al acto definitivo de la lucha democrática. Con esta base —y las limitaciones que supone—, advertimos que el marginalismo ha ido disminuyendo a lo largo del periodo revolucionario: en las elecciones de 1917, aproximadamente el 74.75% de los ciudadanos se quedó sin votar, en las de 1920 el 65.21%, en las de 1924 el 56.12%, en las de 1928 el 56.87%, en las de 1929 el 47.11%, en las de 1934 el 46.4%, en las de 1940 el 42.54%, en las de 1946 el 57.36%, y en las de 1952 el 42.11%. En las elecciones de 1958 y 1964 el punto de referencia debe cambiar por el ingreso de la mujer a la ciudadanía. Así, si se toma como base de comparación el total de hombres y mujeres, pensando que el no haber tenido derecho a votar las mujeres no era en realidad sino la consagración legal del marginalismo político de una gran parte de la población —aproximadamente la mitad de la población es de mujeres—, nos encontramos, como es natural, con que los puntos de partida fueron mucho más bajos. En efecto, con este punto de vista el marginalismo político comprende el 88.07% (1917), el 83.5% (1920), el 79.11% (1924), el 79.75% (1928), el 74.85% (1929), el 74.34% (1934), el 72.41% (1940), el 79.47% (1946), el 71.99% (1952), el 50.6% (1958), el 45.95% (1964) (Tabla 15).[9]
Tabla 15. Elecciones presidenciales. Marginalismo y participación (1917-1964)
Años | Población masculina de 20 años o más | Votó | % | No votó | % |
1917 | 3’219,887 | 812,928 | 25.25 | 2’406,959 | 74.75 |
1920 | 3’396,083 | 1’181,550 | 34.79 | 2’214,530 | 65.21 |
1924 | 3’631,010 | 1’593,257 | 43.88 | 2’037,753 | 56.12 |
1928 | 3’872,848 | 1’670,453 | 43.13 | 2’202,395 | 56.87 |
1929 | 3’938,489 | 2’083,106 | 52.89 | 1’855,383 | 47.11 |
Años | Población total de 20 años o más | Votó | % | No votó | % |
1934 | 4’227,250 | 2’265,971 | 53.60 | 1’961,279 | 46.40 |
1940 | 4’589,904 | 2’637,582 | 57.46 | 1’952,322 | 42.54 |
1946 | 5’379,367 | 2’293,547 | 42.64 | 3’085,820 | 57.36 |
1952* | 6’306,631 | 3’651,201 | 57.89 | 2’655,430 | 42.11 |
1917 | 6’814,593 | 812,928 | 11.93 | 6’001,665 | 88.07 |
1920 | 7’162,876 | 1’181,550 | 16.50 | 5’981,326 | 83.50 |
1924 | 7’627,251 | 1’593,257 | 20.89 | 6’033,994 | 79.11 |
1928 | 8’117,660 | 1’670,453 | 20.25 | 6’447,207 | 79.75 |
1929 | 8’248,312 | 2’083,106 | 25.25 | 6’165,206 | 74.85 |
1934 | 8’830,265 | 2’265,971 | 25.66 | 6’564,294 | 74.34 |
1940 | 9’561,106 | 2’637,582 | 27.59 | 6’923,524 | 72.41 |
1946 | 11’170,817 | 2’293,547 | 20.53 | 8’977,270 | 79.47 |
1952 | 13’035,668 | 3’651,201 | 28.01 | 9’384,467 | 71.99 |
1958* | 15’152,440 | 7’485,403 | 49.40 | 7’667,037 | 50.60 |
1964* | 17’455,071 | 9’434,687 | 54.05 | 8’020,163 | 45.95 |
*Votaron hombres y mujeres.
Fuentes: Diario de Debates de la Cámara de Diputados, Dirección General de Estadística, Comisión Nacional Electoral y Dirección del Registro Nacional de Electores.
Pero si se es optimista, al ver que mientras en 1917 de cada 10 ciudadanos no votaban 7, y que en 1964 ya sólo dejaban de votar 5, y si el optimismo aumenta cuando se piensa que no teniendo voto las mujeres sino hasta 1958, de los ciudadanos potenciales —hombres y mujeres— sólo votaba 1 de cada 10 en 1917, mientras que en 1964 votaron 5 de cada 10, hay otros elementos que reducen el optimismo, y que cualquier espíritu crítico aducirá de inmediato, como los que