Relatos sociológicos y sociedad. Claudio Ramos Zincke

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Relatos sociológicos y sociedad - Claudio Ramos Zincke страница 18

Автор:
Серия:
Издательство:
Relatos sociológicos y sociedad - Claudio Ramos Zincke

Скачать книгу

su padre. “Él también me admiraba a mí en forma aplastante –agrega–. Yo era su éxito”13.

      En contraste, a todo ese respeto y admiración por su padre, el joven Tomás “a ella [su madre] la despreciaba […]. Ella era beata, de misa, silenciosa y débil, todo lo contrario de mi padre […]. Él la consideraba un lastre”. Ese distanciamiento en la pareja contribuyó a que Tomás padre mantuviera una relación con la empleada de la casa, Laura Suárez, con la cual tuvo dos hijos y respecto a los cuales negó toda responsabilidad. De esa relación los hermanos de Moulian se enteraron mientras ella tenía lugar, siendo testigos de sus manifestaciones, pero Moulian, seguramente obnubilado por la visión idealizada que tenía de su padre, dice haberse enterado solo muchos años después, al saber del fallecimiento de uno de esos hijos extramatrimoniales. A su vez, solo en los últimos años de su madre, teniendo él que preocuparse de ella, reconoció que “había estado maltratada y estigmatizada”14.

      Según Moulian, su padre era un nacionalista vasco, no un republicano, que toda su vida añoró volver a su patria. Moulian señalará esta experiencia como razón para evitar su propia salida al exilio durante la dictadura. Dice que nunca quiso irse exiliado porque había visto como sufrió su padre por el desarraigo15.

      Pese a que sus padres habían llegado solo a los estudios primarios y vivían modestamente, habiendo perdido los recursos provenientes de la familia paterna, Tomás y su hermano Luis entrarán a la universidad. Luis a historia y Tomás a filosofía, inicialmente. El padre trabajaba como comerciante y nunca logró juntar muchos recursos. La familia residió primero en Vicuña Mackenna y luego cerca del Estadio Nacional, teniendo una vida que se puede caracterizar como de clase media, relativamente modesta16. Algo de ese modo de vida lo mantendrá Moulian a través de los años, rechazando cualquier forma de ostentación, y siendo característico en él una ropa informal que connota sencillez y desatención de la apariencia.

      En cuanto a sus primeros estudios, según cuenta el mismo Moulian:

      Tengo una muy diversificada formación escolar. Primero, estudié en un colegio inglés, mis preparatorias; el colegio se llamaba Rainbow School que era un colegio inglés de barrio, en Ñuñoa. Después entré a estudiar en un colegio religioso, que se llamaba Instituto de Humanidades Luis Campino y allí repetí un curso, como demostración del mal alumno que era, y me fui a un liceo, el liceo Thomas Jefferson que, tras ese nombre, era un liceo totalmente chileno, que recogía estudiantes que habían tenido alguna mala andanza en su educación secundaria. Entonces estaba yo ahí, con los que habían tenido algún fracaso. Yo creo que ese liceo me salvó. Me fomentó el gusto por el estudio, gusto que no había logrado adquirir en los otros colegios en los que había estado. Entonces esa ida al liceo de los niños fracasados fue para mí sumamente útil17.

      El otro aspecto destacado de su juventud es la formación católica. Estuvo en un colegio católico –el Luis Campino– y entrará a participar en la juventud obrera católica, muy influido por el pensamiento social cristiano, en la línea de la encíclica Rerum Novarum18. Este movimiento será la base para la conformación de su primera red de interlocutores político intelectuales.

      Tempranamente, a los 15 años, ya se había ido de la casa a vivir a una población, con un amigo del barrio, Joel Becerra. Mientras este tenía una vocación de tipo religioso católica, la suya era secular y política, según él la recuerda.

      Una experiencia constante en su vida, comenzada cuando muy joven, será la de sumergirse en la lectura de textos literarios. Uno de los autores que le interesaron tempranamente es Albert Camus, del cual leerá no solo sus novelas, como El extranjero, sino también ensayos filosóficos, como El mito de Sísifo, pese a que reconoce que su lectura le tomó esfuerzo19. Esto, junto con lecturas de Jean-Paul Sartre, lo atrajeron hacia el pensamiento político intelectual. Los intelectuales públicos franceses aparecen como tempranos modelos de referencia. Sartre será una figura que le seguirá inspirando a través de los años, con sus ideas y con su forma de vida que conjuga pensamiento abstracto, literatura y reflexividad política.

      Sus lecturas lo motivan a entrar, en 1957, a estudiar filosofía, en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Deja, sin embargo, esos estudios al cabo del primer año, a causa, según explica él, de “una caída en los ingresos de su padre”. Esto lo lleva a trabajar de bibliotecario en el Centro Bellarmino de la Congregación Jesuita, en 1958, al cual llega a través de sus contactos en la Acción Católica. Este centro, creado recién el año anterior, será en los años siguientes un importante foco de reflexión científico social en vinculación con la Doctrina Social de la Iglesia. Su director, el jesuita belga Roger Vekemans, ese mismo año había acordado con la Universidad Católica la creación en ella de una Escuela de Sociología que entraba a competir con su homóloga, recién fundada en la Universidad de Chile. Este es justo un período crucial de institucionalización de la sociología en el país, en que se establece una sociología científica. La otra gran escuela, era la Escuela Latinoamericana de Sociología, de la Flacso, fundada un año antes, en 1957, y abierta a estudiantes de toda América Latina.

      Las conversaciones sostenidas en el Centro Bellarmino, en particular con Vekemans, lo orientan hacia esa nueva escuela de sociología de la Universidad Católica, y en 1959 ingresa como parte de los 28 alumnos de la primera promoción. Ahí será compañero, entre otros, de Rodrigo Ambrosio (1941-1972), fundador y líder del MAPU, y de Claudio Orrego Vicuña, quien será importante figura intelectual y diputado de la Democracia Cristiana. De Ambrosio será amigo cercano, e incluso compartirá casa con él durante un tiempo. Poco después conoce a Manuel Antonio Garretón, quien ingresa en 1961, con quien mantendrá una extensa trayectoria de colaboración, diálogo y debate. También se hace amigo de una joven estudiante de psicología vinculada afectivamente con Ambrosio: Marta Harnecker, quien llegará a ser una gran difusora de las ideas del marxismo en versión althusseriana.

      Aunque Moulian era agnóstico, “reconoce que el catolicismo reformista lo ‘convirtió’ y estuvo en la base de lo que llegaría a ser el proceso que culmina en la creación del MAPU”. De ese grupo con el que compartía, Ambrosio y Harnecker tenían sus raíces formativas en la Acción Católica, donde habían sido dirigentes (Valenzuela, 2014b: 106). Según dice el propio Moulian, “fue en contacto con este grupo [del cual además de Ambrosio y Harnecker forman parte Raimundo Beca y Claudio Orrego] donde me fui convirtiendo, hasta llegar a presidente de la Acción Universitaria Católica, después de la Marta […]. Es un período de grandes mutaciones en el pensamiento católico, en una línea de tipo testimonial, a través de la inserción en el mundo obrero, buscando la redención del proletariado”20.

      En los primeros años, la docencia realizada en la Escuela de Sociología de la Universidad Católica estaba en manos de profesores extranjeros, principalmente de Bélgica, Holanda y Francia. Su director, Roger Vekemans (1921-2007), estaba embarcado en un proyecto de vinculación entre el catolicismo y los aportes de la ciencia social para el conocimiento de la realidad social. El suyo es un intento de complementación entre fe y racionalidad científica, de discernimiento doctrinal y racionalidad científico teórica, de uso de las ciencias sociales al servicio de las orientaciones de la Iglesia Católica (Beigel, 2011: 86). Se trata de un proyecto de ciencia social con un contenido normativo fundamental. Vekemans mismo tiene estudios en filosofía, teología, en las universidades de Lovaina, Munster y Nimega (Países Bajos). Con ese horizonte había llegado Vekemans a Chile, a principios de 1957, con la misión encomendada por la congregación jesuita de crear un Centro de Investigación y Acción Social (CIAS) en Chile. Era parte de una labor jesuita de transferir conocimiento al servicio de los fines de la Iglesia.

      Desde mediados de la década de 1950 la Compañía de Jesús había impulsado la formación de estos centros, CIAS, como una manera de promover el conocimiento reflexivo de la realidad y la formación social de la conciencia cristiana. En 1966 ya existían 23 CIAS en todo el mundo, once en América

Скачать книгу