Contrapunteos diaspóricos. Agustín Laó-Montes

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Contrapunteos diaspóricos - Agustín Laó-Montes

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como puntualizó Aimé Césaire, e inició un circuito cosmopolita de políticas raciales afrodescendientes que en conjunto con el movimiento abolicionista, constituyeron el primer movimiento antisistémico en el sistema-mundo moderno/colonial capitalista.

      Desde el siglo XIX, la geografía central de las diásporas afrolatinoamericanas debería identificarse principalmente alrededor de tres territorios: Brasil, Colombia y Cuba, los lugares de mayor población afrodescendiente. Además de Haití, Cuba y Brasil fueron, en mayor parte y gran medida, las culturas negras más influyentes de Latinoamérica como región mundial. Brasil y Cuba comparten la peculiaridad de que los dos países experimentaron un auge en el ingreso de esclavizados y en el aumento de la agricultura de plantación a lo largo del siglo XIX, aún después de la abolición legal de la trata de esclavizados y después de la Revolución Industrial.74 Como resultado, más africanos fueron destinados a Brasil y Cuba, en vez de ser desplazados a otros lugares de las Américas o nutrirse de mercados internos de esclavizados como en Colombia y los Estados Unidos de Norteamérica. La cantidad de africanos y la tardía llegada de los mismos desde el continente africano, tuvo implicaciones fundamentales para el fortalecimiento y la importancia de las culturas de expresión afrodiaspóricas (por ejemplo, arte, música, literatura, danza y religión) y la consecuencia fue el surgimiento creciente de espacios públicos negros y de las consecuentes políticas raciales75.

      La creación a lo largo siglo XVI, desde los inicios de la esclavitud moderna, de zonas liberadas de los regímenes de esclavitud, conocidos como Cumbes, Quilombos o Palenques, creadas principalmente por esclavizados que escaparon de las plantaciones, fue crucial para el surgimiento de las identidades, culturas y políticas afroamericanas. Estos espacios históricos que algunos estudiosos llaman “Sociedades Cimarronas”, derivadas de la palabra española “cimarrón”, originalmente utilizada para estigmatizar a los que huían de la esclavitud, proliferaron y constituyeron una amenaza a la estabilidad de los regímenes esclavistas76.

      Los Palenques se convirtieron en faros de esperanza para el logro de la libertad, así como inspiración ideológica para la identificación con la africanidad y la negritud. Esta memoria está viva como se ejemplifica en nuestra identificación actual con líderes como Benkos Biohó, quien fue cabeza de sociedades cimarronas en la Nueva Granada del siglo XVII, destacándose el territorio que ahora es un pueblo en el Caribe colombiano llamado San Basilio de Palenque. En Colombia, activistas del movimiento negro a menudo invocan a Benkos como figura fundadora de la historia afrocolombiana. En 1998, la marcha que celebró los 100 años de la abolición de la esclavitud en Brasil fue nombrada para conmemorar a Zumbí, el último líder del Quilombo do Palmares, un reino de cimarrones en el noreste de Brasil, que duró casi un siglo, desde 1605 a 1694, cuando finalmente los portugueses desmantelaron el asentamiento pero no su legado y memoria, como se ejemplifica en el movimiento quilombola de hoy.

      Las resistencias y luchas contra la esclavitud constituyen un legado primordial de los sujetos y pueblos afrodescendientes a las Américas y al mundo. En contraste con la gran mayoría de los relatos históricos y lineamientos teóricos que postulan el origen de los movimientos sociales en las acciones colectivas y formas políticas europeas desde mediados del siglo XIX, trazamos la primera ola moderna de movimientos antisistémicos al acumulado de luchas de los siglos XVII-XVIII, en los que se destacan cantidad de revueltas de esclavizados e indígenas en las cuales resaltan las rebeliones indígenas de Túpac-Amaru y Túpac Khatari en la región andina y la Revolución haitiana77.

      Para inicios del siglo XIX, pueden identificarse ya una creciente constelación de diásporas afroamericanas como formaciones históricas dentro del surgimiento de la región-mundo al sur del Río Grande. Los afrodescendientes fueron esparcidos por toda el área geográfica desde México hasta Argentina, aunque su geografía central se concentró en Brasil, Cuba, Colombia, Panamá, República Dominicana, Puerto Rico y Venezuela; así mismo en subregiones (algunas rurales y otras urbanas) de Centro América (por ejemplo, Garífunas en Honduras y Guatemala, la Costa Atlántica de Nicaragua, Limón en Costa Rica), Ecuador, Perú y Uruguay. En efecto, la combinación de los resultados de las resistencias diarias contra la esclavitud, la rebelión de esclavizados, la insurrección y el movimiento abolicionista, fueron los factores considerados para la abolición de la institución esclavista y para todos los procesos de emancipación de regímenes esclavistas en las Américas.

      Una Modernidad propia, que podría llamarse Afroamérica y Afrolatinoamérica, nacía en todas las localidades y espacios al seno de los componentes iberoamericanos del Atlántico Negro, en la búsqueda del empoderamiento de los sujetos afrodiaspóricos, quienes habitaban esos mundos, por medio de sus luchas cotidianas y de los efectos prácticos de la afirmación de la memoria, el ser y la cultura78.

      LA PRODUCCIÓN HISTÓRICA DE AFRO-LATINO/AMÉRICA: DESDE LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA HASTA LAS LUCHAS POR LA CIUDADANÍA/EQUIDAD NACIONAL

      La lucha continua por reclamar su humanidad y para ratificar sus derechos a una memoria, una cultura y una justa condición de vida, estableció un espacio subalterno de agencia histórica protagonizada por afrodescendientes en todo el continente. El estrato social medio compuesto por mulatos y negros libres fue igualmente crucial en la organización de esferas públicas negras o afrodescendientes con sus propios intelectuales, publicaciones, espacios pedagógicos, lugares de reunión y pequeñas empresas. Estos espacios sociales y escenarios político culturales “afro” o “negros”, fueron los cimientos históricos para la participación de afrodescendientes en las guerras de independencia y consecuentemente en los procesos de formación de Estados nación y de creación de la región-mundo denominadas Latinoamérica y el Caribe. De hecho, la historia latinoamericana ha de escribirse desde el punto de vista de las diásporas africanas, mientras que la historia de Afroamérica79 debe narrarse desde perspectivas específicas de las diversas diásporas afrolatinoamericanas. Por ejemplo, las guerras contra el Imperio español que consiguieron la independencia de los territorios que después fueron organizados como naciones latinoamericanas, fueron vistas por muchos afrodescendientes como una oportunidad para la abolición de la esclavitud y para la creación de formas más democráticas de ciudadanía, mientras este no fue el caso de las élites criollas eurodescendientes, quienes se auto identificaron con la civilización occidental y como superiores a los “negros” e “indios”. En las narrativas históricas afrodiaspóricas, los protagonistas no fueron necesariamente líderes procedentes de la élite criolla como Simón Bolívar y José de San Martín, sino las masas de indígenas y negros, sujetos subalternos que colectivamente compusieron las milicias pre-independentistas y que lucharon en diferentes campos por un contrato político, económico y cultural más democrático.

      Desde el punto de vista de los/las afrodescendientes, las guerras entre España y los criollos a principio del siglo XIX, pueden interpretarse como un combate entre blancos (europeos y euroamericanos); ambas clases dominantes en disputa por el poder hegemónico. Durante las luchas se comprometieron a ofrecerle a las grandes masas ciertas libertades y participación a cambio de apoyo político y militar; esta es la razón por la cual, aunque muchos afrodescendientes lucharon en las fuerzas militares independentistas, otros fueron reclutados por las fuerzas imperiales. En la mayoría de los casos, los negros continuaron como soldados rasos y no consiguieron los grados de oficiales de alto rango, ni devinieron en líderes políticos o intelectuales del movimiento independentista. Cuba fue un caso sui géneris por la reconocida importancia de varios generales afrodescendientes como Antonio Maceo y Quintín Banderas80, mientras la primera gesta de independencia de Colombia fue dirigida por negros y mulatos, uno de cuyos líderes fue el cubano Matancero Pedro Romero81.

      La especificidad de la situación cubana es igualmente reveladora, como excepción que confirma las reglas, de las políticas étnico-raciales que configuraron los Estados naciones emergentes, así como también toda la región-la denominada patria grande. Después de la Revolución haitiana, Cuba se convirtió en la colonia plantacionista de mayor riqueza, que tenía como base la

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