Des/venturas de la frontera. Menara Guizardi

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Des/venturas de la frontera - Menara Guizardi

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modo de roles, prácticas, posibilidades de tránsito y/o de permanencia– en espacios sociales, siendo vividas por las personas como procesos componentes de su sentido de personalidad. A este conjunto de factores de diferenciación social derivado de la dimensión simbólica de las relaciones entre hombres y mujeres, los denominamos “mandatos de género”. A través de los mandatos, la adscripción de género produce una articulación entre la dimensión estructural social (a niveles locales y globales) y la composición de la agencia (sea ella individual, colectiva o comunitaria) (Mills, 2003: 42).

      Reconociendo esta dimensión femenina de la globalización, el estudio del proceso de transnacionalización migratoria ha fomentado cierta perspectiva empírico-epistemológica que visibiliza la complejidad de las desigualdades de género. Pero este es un debate que, hasta hace una década y media, había ganado menos protagonismo en los estudios sobre las fronteras. Es posible afirmar que la naturalización epistémica de las fronteras en cuanto territorios masculinos conectados al patriarcado normativo, ha jugado una muy mala pasada a la forma en que estos espacios han sido teorizados, provocando una invisibilización de lo femenino en estas zonas.

      Esta invisibilización ha empezado a retroceder gracias a la persistente actuación de las teóricas “chicanas” (como Gloria Anzaldúa), migrantes mexicanas que, desde universidades de Estados Unidos, vienen haciendo un gran esfuerzo por visibilizar académica y políticamente la centralidad de la cuestión de género y la reproducción de la violencia machista, masculina y militar en los territorios fronterizos entre dicho país y México. No obstante, aún queda pendiente expandir estos debates hacia otros territorios fronterizos de América Latina, espacios donde la cuestión de género y la centralidad femenina en los desplazamientos familiares y comunitarios han recibido menos atención relativa que los temas macroeconómicos, políticos o judiciales.

      Retomando el debate que abre este capítulo, la división categórica tajante entre lo transnacional y lo transfronterizo nos parece improductiva en términos explicativos cuando se trata de abordar la vida de las mujeres que cruzan fronteras. Más que seguir la corriente a estas maneras de denominar los fenómenos –aceptando con esto que la circularidad fronteriza no puede entenderse como migración transnacional–, habría que indagar si esta división es realmente coherente con los estudios de caso que llevamos a cabo junto a mujeres migrantes cuyas actividades se articulan en zonas de frontera, y en qué medida lo son.

      Estamos, entonces, en condiciones de explicitar que, al hablar de las mujeres peruanas en Arica como “migrantes”, y no solamente como “transfronterizas”, lo hacemos desde nuestra propia posición crítica con relación a este debate. En nuestro trabajo de campo, observamos que muchas de las experiencias de las mujeres peruanas que residen del lado chileno (en Arica), coinciden con las descripciones más frecuentes de “prácticas sociales transnacionales”, solo difiriendo de ellas en algunos aspectos referentes a la frecuencia e intensidad de contactos entre miembros de las redes y familias migrantes; y no en la manera como estas redes se estructuran. Pero también es cierto que encontramos en la frontera otras experiencias que no tienen parangón con aquello que se describe en la migración transnacional en el norte global. En síntesis: el que en la frontera se produzcan formas de vida particulares no implica que en ella no existan redes y relaciones que podemos encontrar en otros espacios de recepción migratoria.

      Estos debates ganarán claridad argumentativa en la medida en que vayamos retomando las escenas, relatos e historias recopiladas en la investigación. En el capítulo que sigue, les invitamos a dar inicio a este proceso y conocer Arica desde nuestra peculiar perspectiva diacrónica.

      1 Parte de los debates que desarrollamos aquí fueron publicados previamente en Guizardi, López et al. (2017) y Guizardi y Nazal (2017) y Guizardi, Valdebenito et al. (2018).

      2 A su vez, el “trasnacionalismo desde arriba” se encuentra caracterizado por ser promovido por corporaciones financieras y empresariales, agentes políticos locales, nacionales o transnacionales (Portes et al., 1999).

      3 En esta última perspectiva se enmarca, desde el punto de vista de Segato, la idea del transnacionalismo migrante, que subraya cómo franjas de poblaciones o de bienes culturales atraviesan fronteras nacionales, estableciendo nexos donde antes no los había (Segato, 1999: 115).

      4 Sobre esto, propone que el ejercicio de unificación de los Estados en América Latina provocó fracturas al interior de sus sociedades. Denomina formaciones sociales nacionales al entramado de conflictos que emergen de este contexto de construcción de una “esencia” nacional en cada país. Las comprende como construcciones con un carácter histórico, pues su desarrollo no es innato ni al azar: va adquiriendo significación en la medida en que los distintos grupos y el Estado se van relacionando. Las formas de otrificación y racialización (de los “otros” internos y externos a la nación) se constituyen en este proceso, originando así los paradigmas de lo étnico en el marco nacional. Este segundo elemento materializa la formación nacional de alteridad, es decir, las formas específicas a través de las cuales las naciones engendran una distinción identitaria interna que reifica (asimétrica y violentamente) una identidad nacional esencialista (y hegemónica) “que se deriva de esa historia y hace parte de esa formación específica” (Segato, 1999: 124).

      5 Así, el “debilitamiento” del Estado con la hegemonía de las políticas neoliberales se daría en campos específicos de la actuación estatal (tal como en la protección social), recrudeciéndose dialécticamente en lo que se refiere a la protección fronteriza (Grimson, 2005). Por ello, más que un espacio de interés investigativo en sí mismo y en lo que se refiere a las migraciones, las fronteras serían una herramienta para comprender las relaciones de poder y de alteridades en el sistema mundial neoliberal.

      6 La categoría “interseccionalidad” alude al debate de las feministas negras, en especial a Crenshaw (1991), en su apreciación de que las marginaciones de género sufridas por las mujeres deben ser leídas junto a otras variables.

      CAPÍTULO III

      Configuraciones históricas del patriarcado en la frontera

      Hace más de veinte años, John y Jean Comaroff (1992) publicaron una impactante obra en la que argumentan la necesidad de trabajar la etnografía

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