Atrapada al atardecer. C. C. Hunter
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Читать онлайн книгу Atrapada al atardecer - C. C. Hunter страница 13
Della y Miranda intercambiaron una mirada pensativa.
—Lo siento —respondió Della—. Si camina como una santa y grazna como una santa, es una santa que grazna.
—Me abrazó —dijo Kylie—. Me sostuvo junto a su cuerpo. Me dormí sobre su hombro. Era una sensación agradable y también… él estaba caliente. —Aunque se refería a su temperatura corporal, no iba a oponerse a que las chicas sacaran sus propias conclusiones.
—¡Sí! —La enorme sonrisa de Miranda apareció otra vez—. ¿Te besó? ¿Como cuando te dio aquel beso increíble en el bosque el día que llegaste por primera vez?
—No.
Sus dos amigas volvieron a mirarse.
—Madre Teresa —dijeron al unísono.
—Pero me besó cuando regresé aquí —soltó Kylie una vez decidió que prefería contarles lo del beso que ser considerada una santa—. Y antes, en la oficina, ha estado a punto de besarme otra vez.
Miranda lanzó un grito, y Della se rio.
—Así que te plantó un beso, ¿eh?
Kylie observó las caras de risa de sus amigas, incapaz de encontrarle la gracia al asunto.
—Estoy tan confusa. —Dejó caer la cabeza sobre la mesa. Calcetines, ahora de nuevo sobre la mesa, hundió el hocico en su cabeza y le olisqueó el pelo como si estuviera preocupado.
—¿Confusa por qué? —preguntó Miranda.
Kylie levantó la cabeza y apoyó la barbilla sobre la palma de la mano.
—Confusa por lo que siento por Lucas. Confusa por lo que siento por Derek… otro que no hace más que confundirme. Ahora mismo estoy muy cabreada con él. —Calcetines se frotó contra su mano, buscando cariño, como si sintiera que ella también lo necesitaba, y le dio al pequeño unas caricias.
—¡Tienes motivos para estar cabreada! —Della lanzó a Miranda una mirada extraña—. Tiene que saberlo.
—Saber ¿qué? —Al ver que las dos no paraban de intercambiar miradas, Kylie tuvo un mal presentimiento.
No tuvieron tiempo de responder porque se escuchó un golpe, y la puerta de la cabaña se abrió de repente. Entró Burnett, seguido de Holiday. Detrás de Holiday estaba Perry.
¿Tenían noticias sobre los Brighten? A Kylie se le aceleró el corazón.
—Te dije que llamaras a la puerta —le recriminó Holiday a Burnett.
—Y lo he hecho. —Giró la cabeza hacia Holiday.
—Bueno, normalmente, después de llamar a la puerta, uno espera a que alguien le invite a entrar.
Burnett le ofreció a Holiday una sonrisa escueta.
—Supongo que tendrás que ser más específica la próxima vez.
Dirigió la mirada a Kylie y vio preocupación en sus ojos.
—¿Qué está pasando? —Kylie volvió a fijar la mirada en Perry, que parecía casi sentirse culpable. Pero, ¿culpable por qué? ¿Qué había ocurrido?
—Lo siento. —Los ojos verdes de Perry se oscurecieron.
—¿Por qué? ¿Por qué lo sientes? —Kylie notaba una presión el pecho.
Perry miró primero a Burnett y luego, a Holiday.
—¿Qué ha ocurrido? —preguntó Kylie—. ¿Están bien los Brighten? ¡Respondedme!
Perry se quedó inmóvil, visiblemente afectado por los remordimientos.
—Yo que tú le contestaría —le dijo Della a Perry con voz furiosa—. Puede que se tire a por tus orejas de nuevo si no lo haces.
Capítulo 5
—No sé qué ha pasado. —Perry se acercó. Sus ojos verde esmeralda resplandecían.
—¿Cómo puedes no saberlo? —Kylie miró a Burnett y después a Holiday, con la esperanza de que uno de los dos empezara a hablar. Al ver que no lo hacían, volvió a centrarse en Perry—. Los estabas siguiendo. —La culpa que había visto en los ojos de Perry cayó de un salto sobre los hombros de Kylie. Si algo malo les había pasado a los Brighten, era culpa suya. Había sido ella la que se había empeñado en contactar con ellos. Maldita sea, había estado tan segura de que era lo correcto.
—Desaparecieron —dijo Perry—. Estaban conduciendo por la autopista en ese Cadillac plateado y, de repente, puf. —Sacudió las manos delante de él—. Ya no estaban. Ni el Cadillac ni ellos. Desaparecieron. Puf.
Kylie sintió que la presión que tenía en el pecho aumentaba.
—Las personas, los humanos, no hacen «puf» y desaparecen. —Logró no elevar la voz, pero su frustración le dio a su tono un aire sarcástico.
Entonces, la verdad le cayó como un jarro de agua fría. Estaba segura de que las personas no desaparecían así como así. Pero no hacía mucho tiempo, no creía que hubiera gente que se convertía en unicornios o que los vampiros y los hombres lobo existían. No habría pensado que podía llegar a usar sus sueños para comunicarse con otra gente o que podía derribar un muro de cemento. Así que, ¿quién demonios sabía si la gente desaparecía sin más o no? Y, si realmente habían desaparecido, ¿significaba eso que…?
A Kylie se le hizo un nudo en el estómago.
—¿Están muertos?
Holiday frunció el ceño.
—Vamos a intentar no hacer especulaciones que…
—No lo sabemos —la interrumpió Burnett—. Aunque tengo agentes investigando. La agencia me enviará imágenes de los Brighten en cualquier momento. Al menos sabremos si eran unos impostores.
El teléfono de Burnett sonó, y lo cogió.
—¿Qué tienes? —Su expresión se endureció. —Eso no puede ser, lo he comprobado esta mañana. —Hizo una pausa y lanzó una mirada a Holiday, que se acercó.
Della se inclinó hacia Kylie.
—Las cámaras no funcionan. —Gracias a su desarrollada sensibilidad auditiva había captado obviamente toda la conversación.
Se oyeron unas pisadas en el porche de la cabaña, y Kylie levantó la vista justo cuando Lucas entró por la puerta. Sus miradas se encontraron, su preocupación se reflejó en los ojos de él, que se situó a su lado. Lucas le rozó el brazo con el suyo, y Kylie notó su calidez. El recuerdo de su beso pasó fugazmente por su mente, y se sintió un poco culpable por habérselo contado a sus amigas.
Kylie