Atrapada al atardecer. C. C. Hunter

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Atrapada al atardecer - C. C. Hunter Shadow Falls

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de su personalidad. Della rara vez mostraba esa faceta. No es que Kylie y Miranda no lo vieran. Bueno, Kylie lo vio casi desde el principio, a Miranda le llevó más tiempo ver más allá de la coraza de Della.

      Miranda se pasó la mano por la mejilla de nuevo y se incorporó en la silla.

      —Basta ya de esto, tengo otras noticias. Todd Freeman, un brujo, vino y me preguntó si podía darle mi número. Es como el tío más guay de mi antigua escuela. Al menos alguien se dio cuenta de que lo hice bien en el concurso. —Miranda sonrió ampliamente—. No es que piense que estaba interesado en mi trofeo. Lo pillé al menos tres veces mirando a mis pequeñas.

      —Idiota —exclamó Della—. Espero que lo único que le hayas dado sea una patada en el culo.

      —¡Eh! ¿No has oído lo que he dicho? Era el chico más mono de la escuela. Además, las tetas grandes son como imanes, y eso es así. ¿Por qué no iba a darle mi número?

      —Oh… no lo sé… ¿Quizá porque sigues queriendo comerle la boca a cierto cambiaformas?

      —Oh, por favor. Ya he superado lo de Perry —respondió Miranda.

      Della se pellizcó la punta de la nariz.

      —Las feromonas no mienten.

      —Venga, no discutamos el primer día de vuelta —intervino Kylie—. Mañana podréis amenazaros con arrancaros los miembros la una a la otra, pero hoy… dadme un poquito de paz. —Recogió a Calcetines de su regazo y lo dejó sobre la mesa—. Además… vais a hacer enfadar a Calcetines, y acabaremos apestando todas.

      Della y Miranda observaron a Calcetines. La pequeña mofeta-gato, visiblemente incómoda por ser el centro de atención, se escabulló hacia Kylie.

      —¿Tregua? —preguntó Kylie, mientras acariciaba el cuerpo tembloroso del animal.

      Por suerte, Miranda y Della asintieron con la cabeza.

      Miranda se inclinó más y dijo:

      —Creo que ya he aprendido cómo hacer que nuestro pequeño canalla vuelva a ser un gatito. Pero necesito los primeros rayos de luz solar para lograrlo. —Se acercó para acariciar a Calcetines, que se echó para atrás y saltó sobre el regazo de Kylie.

      —Mofeta lista —comentó Della, sonriendo—. A saber en qué lo conviertes por accidente la próxima vez.

      Miranda frunció el ceño.

      —Quizá te convierta a ti en mofeta.

      —Y quizá yo te arranque el corazón y alimente con él a nuestra mascotita.

      —¿Qué ha ocurrido con la tregua? —se quejó Kylie. Calcetines hundió la nariz en su axila.

      —Bien. —Miranda suspiró y miró a Della—. Te toca. Queremos un informe de tu fin de semana.

      —¿Quieres decir algo además de que me dijeran constantemente que tenía que hacer pis sobre un palito de plástico? Me hicieron la prueba cuatro veces. Creo que una de ellas era una prueba de embarazo, como si hubiera estado por ahí haciéndolo con cualquiera. —Della cogió su taza de sangre y la miró fijamente—. Lo único que hicimos durante todo el fin de semana fue ver una película, una vieja película clásica que mi madre adora. Fue aburrido. Al menos pude dormir sin tener que explicar por qué estaba tan cansada a mitad del día. —Exhaló con fuerza—. Bien, ese ha sido mi fin de semana. Nada interesante que contar. Nada. —Y siguió mirando su taza.

      No era su empeño por evitar establecer contacto visual, sino el énfasis del segundo «nada» lo que hacía parecer que trataba de ocultar la verdad. Miranda le lanzó una mirada rápida a Kylie que decía que ella también lo había notado. La pequeña vampira no lo había contado todo… como de costumbre.

      Mientras Kylie pensaba en qué hacer para que Della les contase más, Miranda, que rara vez se paraba a dar vueltas a las cosas y siempre era la primera en hablar, no se detuvo a pensar en cómo conseguirlo y se lanzó directamente.

      —Mentirosa —la acusó—. Estoy segura de que si pudiera escuchar el latido de tu corazón ahora mismo, demostraría que mientes. ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué es lo que no nos quieres contar?

      Della gruñó a Miranda. Kylie sentía que la frágil tregua peligraba.

      —Chan no apareció, ¿verdad? —preguntó Miranda.

      Kylie no había pensado en eso.

      —¿No se presentó? —Kylie secundó la pregunta de Miranda; no solo por curiosidad, sino también porque estaba preocupada por su amiga.

      Chan, el primo de Della, también era un vampiro y había ayudado a Della a durante la transición. Sin embargo, Chan también era sospechoso de asesinato para el UIF. Después de ver los ojos salvajes de Chan cuando hacía algunas semanas se saltó las normas de la escuela y se coló para hacerles una visita, Kylie no estaba del todo segura de que no fuera culpable del crimen. Por supuesto, Kylie no iba a decírselo a Della.

      —No, no apareció —contestó Della—. Pero me mandó un correo.

      Miranda emitió un ruido gracioso. Kylie la miró.

      —Tenía algo en la garganta —dijo Miranda, y volvió a mirar a Della.

      Como nadie dijo nada más, Della miró a Kylie.

      —Te toca. Es mucho más emocionante que lo que me ha pasado a mí.

      —¿A qué te refieres con «lo que me ha pasado a mí»? —preguntó Kylie.

      —¡Lo sabía! —Miranda se inclinó hacia adelante—. Ha pasado algo. Cuéntanos. ¿Hay algún chico implicado? ¡Venga! Escúpelo, vampira.

      Capítulo 4

      —No, ahora me toca a mí.

      Kylie se arrepintió de haber preguntado y levantó la mano, con la esperanza de evitar una guerra sin cuartel entre sus dos mejores amigas. Tomó aire.

      —Ya os he contado la mayor parte cuando hemos hablado por teléfono, pero no puedo dejar de pensar en que he curado a Lucas y a Sara. Lo que significa que tengo otra habilidad que añadir a mi portafolio de dones. ¿Alguna idea de lo que podría significar? Porque la verdad es que me gustaría adivinar qué demonios soy.

      —No podemos ayudarte —respondió Miranda—. Simplemente eres rara. —Se rio, e incluso Della mostró una sonrisa rápida.

      Kylie torció el gesto.

      Miranda se puso seria y añadió:

      —Solo bromeaba. Pero en serio, eres… diferente. El hecho de que nadie pueda ver en el fondo de tu patrón, y de que cambie, bueno, no es normal. —Miranda entrecerró los ojos y se quedó mirando fijamente la frente de Kylie—. Nunca he visto un patrón cerebral como ese, salvo el de un cambiaformas durante una transformación.

      Kylie se mordió un labio y consideró si debía aprovechar que había salido el

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