Atrapada al atardecer. C. C. Hunter
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Читать онлайн книгу Atrapada al atardecer - C. C. Hunter страница 22
—No escuches nada de lo que diga esa zorra. Diría cualquier cosa con tal de interponerse entre Lucas y tú.
Kylie asintió; sabía que Della tenía razón. Al menos, esperaba que así fuera.
El pájaro que revoloteaba entre los árboles empezó a cantar. Kylie lo buscó con la mirada y se preguntó si aquello era un rito de emparejamiento. ¿Se enamoraban los pájaros? La verdad es que el pájaro parecía estar horriblemente solo en aquel árbol, casi tan solo como lo estaba ella.
—Vamos a hacer un trato —dijo Della—. Tú le das a Lucas una oportunidad, y yo se la doy a Steve.
Kylie sonrió.
—¿Estás preocupada por mí o es que solo necesitas una excusa para ir detrás de ese cambiaformas tan guapo?
—Igual las dos cosas. —Della también sonrió—. ¿Trato hecho?
Kylie consideró la propuesta. Se dijo que tenía que dejar de aferrarse al pasado, que tenía que dejar de intentar arreglar algo que no parecía que tuviera arreglo, que tenía que abrirse a otras posibilidades.
—Sí.
Della empezó a caminar. Kylie había dado solo un paso cuando el frío la abrazó. Se dio la vuelta y vio que el espíritu de la mujer sin nombre se materializaba entre la luz del sol.
La mujer miró a Kylie a los ojos.
—¿Lo sabes?
—Saber ¿qué? —preguntó Kylie.
Della se giró.
—¿Qué? —Observó a Kylie durante un segundo y dijo—: Mierda. Otra vez no. —Dio un paso atrás—. No me voy a volver loca. No voy a hacerlo. De verdad, no me voy a volver loca.
Kylie silenció a Della con la palma de la mano y miró al espíritu mientras se acercaba.
—¿Sabes qué soy? —La mujer sin nombre habló en voz baja, en un susurro que se colaba entre los árboles. El arrendajo azul cantó con más fuerza.
—No —respondió Kylie—. No lo sé. —Entonces, el pájaro lanzó un gorjeo extraño, cayó del árbol y aterrizó sin vida a los pies del espíritu.
Capítulo 8
—¿Qué ha sido eso? —inquirió Della.
Kylie miró al pájaro. No se movía. No emitía sonido alguno. ¿Estaba…? El corazón le dio un vuelco.
—¡Al carajo! Llueven pájaros muertos. Ahora sí que me estoy volviendo loca. ¿Podemos irnos, por favor?
El espíritu levantó la vista del arrendajo azul hacia Kylie.
—¿Está muerto? —Se arrodilló y lo miró fijamente. Cuando se levantó, tenía los ojos llenos de lágrimas—. Está muerto. Como yo. Tal como me advirtieron los ángeles de la muerte. Alguien vive y alguien muere.
—Nadie va a morir.
Kylie cogió el pájaro muerto. El cuello le colgaba hacia un lado. Recordó que había visto al pájaro lleno de vida tan solo unos momentos antes. ¿Qué había ocurrido? Volvió a mirar al espíritu.
—¿Lo has matado?
—No, no lo he matado —respondió Della—. Espera, ¿estás hablando conmigo? ¿Es un ángel de la muerte o solo un espíritu?
—No. —La mujer sin nombre miró a su alrededor como si estuviera tan asustada como Della. Se acercó—. Los otros lo hicieron. No son buenos.
Kylie sintió un escalofrío por culpa del frío fantasmal.
—¿Qué otros?
—Chsss. —El espíritu se llevó un dedo a los labios—. Ya vienen. —Se desvaneció.
Della se mantuvo apartada y siguió mirándola. Kylie cogió al arrendajo azul con las dos manos. Había curado a Sara. ¿Sería posible que fuera capaz de…?
Kylie cerró los ojos y trató de tener pensamientos sanadores.
El pájaro se estremeció. Kylie abrió las manos, y el arrendajo extendió las alas. Sus plumas, de un brillante azul añil y blanco, recibieron un rayo de sol y resplandecieron bajo la luz, el pájaro se apoyó sobre sus patas y echó a volar. Kylie lo observó desaparecer entre las copas de los árboles, con sentimientos contradictorios. Por un lado, había hecho que algo muerto volviera a vivir, y eso molaba. Por el otro… Bueno, aquello era demasiado raro.
—¿Has hecho lo que creo que has hecho? —preguntó Della—. ¿Acabas de revivir a ese pájaro muerto?
Kylie levantó la vista.
—No estoy segura.
Un repentino silencio inundó el bosque. Las palabras del espíritu resonaron en la cabeza de Kylie. Ya vienen.
La ausencia de ruido le pareció siniestra.
Miró a Della.
—¿Percibes si hay alguien más aquí?
Della olfateó el aire.
—No. Pero esto está demasiado tranquilo.
—Deberíamos irnos —susurró Kylie.
—No hace falta que me lo digas dos veces. —Della comenzó a correr.
Kylie estaba justo detrás de ella, deseando escapar del silencio, de la sensación de peligro y de la toma de conciencia de sus poderes.
***
—¿Estás segura de que estaba muerto? —le preguntó Holiday.
—No escuché los latidos de su corazón. —Kylie caminaba por la pequeña oficina—. Pero ¿suelen caer pájaros inconscientes de los árboles?
Holiday reprimió una sonrisa y dijo:
—No, creo que no.
Por alguna razón, aquellas noticias no parecían sorprender a la directora del campamento como habían sorprendido a Kylie.
Kylie, aún jadeando por la carrera, había salido del bosque y había ido directamente a buscar a Holiday. Della, que se tomaba muy en serio su labor de sombra, esperaba fuera.
—El fantasma estaba allí. ¿Crees que su presencia pudo hacer eso? Quizá no tuviese nada que ver conmigo. El pájaro volvió a la vida cuando se fue. Así que es posible que todo fuera cosa del espíritu.
—Podría ser. Sin embargo, nunca he oído hablar de un fantasma cuya presencia mate animales salvajes, aunque sea temporalmente. Es posible que el pájaro solo estuviera