Masculinidades, familias y comunidades afectivas. María del Rocío Enríquez Rosas

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Masculinidades, familias y comunidades afectivas - María del Rocío Enríquez Rosas

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se parte de los siguientes presupuestos:

      a) Las emociones son significaciones sentimentales (1) como los hombres, desde la experiencia de vida de su condición genérica masculina y situación vital, (2) expresan la realidad sociocultural e histórica en las que aprenden y ponen en práctica el conjunto de aprendizajes sexuales, sus estéticas, las formas, los estilos, las representaciones, los usos, los alcances y simbolizaciones del amor y desamor.

      b) El amor y el desamor forman parte de la experiencia emocional como los hombres se implican en algo, (3) es decir, las formas sentimentales como vivencian su ser y estar en el mundo, mediante el canto de discursos afectivos contradictorios, significados en las canciones de los boleros.

      c) El bolero es un expresión simbólica como los hombres, de forma compleja, contradictoria, consciente e inconsciente, socializan e interactúan los códigos de la dominación masculina (sexista y misógina), mediante la interpretación de canciones que mantienen en el cautiverio (4) a las personas a las que aman y desaman y que se sitúan en temporalidades de larga o corta duración, según la intensidad, nivel y profundidad de la relación y sus correspondientes emociones y sentimientos desarrollados.

      d) El bolero es un género musical en cuyas letras se subjetiva y objetiva el poder de dominio sentimental de los hombres y que, desde su pertenencia al grupo juramentado, (5) negocian y transaccionan a las mujeres, en el marco de los pactos seriales patriarcales, significados en las relaciones sentimentales que establecen con las mujeres a las que aman y desaman.

      e) El bolero como forma, expresión y género musical es un lugar (6) emocional en el que los hombres, mediante la performancia de género masculina (7) interpretan, usan y se apropian (8) de canciones cuyas narrativas comunican formas sentimentales contradictorias, como el sentido del amor y desamor es significado, en tanto valores simbolizados de alegría y tristeza, desde los cuales se vivencian las emociones y los sentimientos.

      f) El bolero es un discurso en el que la caballerosidad, la seducción, el encanto, la soberbia y la misoginia sirven de andamiaje a la jactancia varonil como la conquista sexual de las mujeres; elabora mitologías y proezas tenidas en las distintas relaciones de pareja que experimentan los hombres a lo largo de sus vidas.

      g) El bolero es una entidad gramatical de sucesos de las relaciones genéricas, cuyas letras y título de las canciones dan nombre a las experiencias, reales e imaginadas, del amor y desamor como la estética sentimental masculina juega entre el encierro de las mujeres en el cautiverio y la autovictimización por el despecho y la traición de estas.

      Con base en lo anterior, se analizan algunas letras de canciones de boleros que permiten identificar ciertas prácticas socioculturales de cómo los hombres, desde su condición de género dominante, elaboran un conjunto de concepciones del mundo y creencias de la vida, mediante las cuales viven la experiencia sentimental del amor y desamor en diferentes momentos de sus vidas y con diferentes personas.

      En este sentido, y retomando los planteamientos de Carmen de la Peza (2001), se trata de conocer cómo las estructuras lingüísticas, literarias y musicales de las letras de las canciones del bolero constituyen interpretaciones emocionales y sentimentales como los hombres, desde el grupo juramentado, semantizan los aprendizajes culturales del amor y desamor en los que tienen lugar los siguientes procesos:

      • Asegurar que toda forma de expresión sentimental manifiesta a una mujer no les coarte la libertad de amar a otras más (ya sea sucesiva o simultáneamente), así como garantizar ser correspondidos con la misma proporción, o mayor a ella, a la entrega, el interés y la disponibilidad profesada a cada una.

      • Demostrar que cualquier forma de expresión emocional y sentimental no implique, ante las y los demás, una posición de debilitamiento o incumplimiento de los mandatos y atributos masculinos dominantes de género, ni que ello ponga en riesgo al grupo juramentado, ya que de ser así, y por obligación, públicamente se debe brindar una amplia, convincente y argumentada justificación, porque de lo contrario se es juzgado por la propia legislación y los mecanismos de los pactos patriarcales del grupo.

      • Vivir la experiencia amorosa, de forma compleja y contradictoria, lo cual comprende expresiones emocionales y sentimentales que se articulan entre la alegría, la felicidad, los deseos, la pasión, la ternura, el triunfo, los imaginarios, los anhelos de amar y ser amado, el fracaso, el desconsuelo, el odio, los celos, los reclamos, el despecho, el desprecio, la violencia, la misoginia, en tanto concepción y práctica de vida que se tiene, con respecto a la propiedad de las mujeres amadas.

      • Experimentar, como parte del desiderátum sociocultural y la asunción genérica masculinas, (9) la rivalidad entre hombres por el amor de las mujeres, lo cual comprende: i) la apropiación total o parcial de ellas y su respectivo tráfico e intercambio en el marco de negociaciones realizadas dentro del mercado afectivo masculino; ii) se renuncia a ellas para que se vayan con quien resulte, sociocultural y económicamente, ganador y mejor posicionado en estas transacciones sentimentales; iii) se sitúa en la victimización por no contar o cumplir con los requisitos masculinos suficientes para ser merecedor del amor disputado, responsabilizando y culpabilizando a las mujeres de los resultados negativos obtenidos y por el sufrimiento y dolor de un amor profesado no correspondido, mal pagado e inmerecido.

      • Poner en práctica el deseo, el erotismo y el ansia penetrativa de la sexualidad masculina sobre los cuerpos femeninos, en tanto tributo y prueba fehacientes de que se es amado por la mujer elegida, o como despedida ante la eminente partida de esta, y quien, por ese atrevimiento, merece dejarle una impronta esculpida en su sexualidad y subjetividad.

      A partir de esto, se han considerado tres momentos que constituyen las experiencias emocionales y sentimentales desde los cuales se hacen los primeros análisis y reflexiones de cómo los hombres viven el amor y el desamor, expresadas en las letras de algunas canciones del bolero: 1) las canciones del amor sincero y verdadero; 2) las canciones del tránsito del amor sincero a la obligación de ser amado; 3) as canciones como el amor y desamor masculinos transaccionan a las mujeres entre el grupo juramentado.

      Las canciones del amor sincero y verdadero, o si pudiera expresarte, en tres palabras, cómo me gustas para dejar volar a la imaginación

      Por la histórica y hegemónica construcción patriarcal de la condición de género y situación vital como se ha construido el ser y existir de los hombres en el mundo, es que han aprendido a concebirse, desde la supremacía que esto les brinda, como sujetos para amar y ser amados. Desde este ubis (10) los hombres aprenden el complejo de prácticas socioculturales, en relación con las emociones y los sentimientos, cómo deben y tienen que relacionarse con mujeres y con otros hombres. De ahí que, amarse a sí mismos, ser amado por la Otra y el Otro, es uno de los principios que dan sentido y significado al denominado amor romántico, que tiene como basamento la supremacía sociocultural del paradigma Hombre, lo cual, a su vez, es parte del entramado político del grupo juramentado y la performancia de género desde el cual los hombres, en lo particular y colectivo, viven, recrean, representan y simbolizan la diversidad cultural de sus identidades genéricas.

      Una de las primeras aproximaciones analíticas es considerar que, si bien los hombres tienen todas las condiciones para amar y ser amados, emocionarse y sentir, lo hacen desde las prescripciones que norman la masculinidad hegemónica, la cual les exige el cumplimiento de los mandatos de género, en el sentido de que los hombres no nacieron para amar a una sola mujer y permanecer con ella toda la vida sino amar a varias y que estas, desde la subordinación, aprendan y pongan en práctica los mandatos de género femeninos, como la comprensión, el perdón, el olvido y la fidelidad eterna.

      Esto representa una posibilidad de conocer cómo los hombres, en la complejidad y contradicción, son capaces de expresar, desde la plenitud más honesta, imaginativa, deseosa, alegre y libre, el amor y el gusto de amar a las mujeres. Este primer momento corresponde

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