El Perú Ilustrado. Semanario para las familias. Emma Patricia Victorio Cánovas
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El auge de la inmigración italiana24 al Perú se dio hacia 1840 con el boom del guano, cuando el país se convirtió en el mayor exportador mundial de este fertilizante que se utilizaba para aumentar la producción agrícola en Europa. Según los estudios de Bonfiglio (1994)25, los italianos ocuparon el primer lugar en cuanto a origen nacional de inmigración europea. Para el caso peruano, los factores que impulsaron a los italianos a emprender el largo viaje fueron varios, entre los que destacan la búsqueda de mejores condiciones de vida, el interés por hacer fortuna, la atracción por lo cultural y la expulsión o huida ligada al movimiento Il Risorgimento que estremecía Italia. Finalmente, también está el interés científico por conocer el nuevo territorio; es el caso de Antonio Raimondi, quien llegó en 1849, recorrió el Perú y estudió su geografía, su flora y fauna, historia, etnografía y folclore. Publicó El Perú, donde trató de explicar la amplia riqueza del país para así crear un sentido unitario de lo peruano. A mediados de la década de 1860 había italianos muy ricos y trabajadores, y para 187626 ya eran más de 7000. Se establecieron sobre todo en las ciudades de Lima y Tacna y en el puerto del Callao, formando las tres principales colonias italianas en el país.
El fin del boom de la explotación del guano y luego el inicio de la guerra del Pacífico fueron condiciones adversas para la colonia italiana. Está documentada la participación de muchos italianos en esta guerra; ellos se hermanaron con los peruanos en contra del enemigo que buscaba apropiarse de las riquezas del país. Ante la inminente llegada de las tropas chilenas a Lima, permanecieron en la ciudad y la defendieron como bomberos voluntarios en las compañías Roma N° 2 e Italia N° 5 en el Callao, y Garibaldi N° 6 en Chorrillos, todas ellas fundadas por italianos. Luego de la guerra el flujo migratorio se niveló; los inmigrantes que llegaban eran, en su mayoría, parientes de los que ya estaban establecidos en el país.
El italiano era muy trabajador y llegó a estas tierras a forjarse un porvenir, llamado por un familiar o por un paisano, y no se dedicó a la agricultura sino al comercio y la pequeña empresa. Podía comenzar a trabajar como ayudante en una tienda o abrir un pequeño negocio y luego, con el producto de sus ahorros, formaba uno mayor o adquiría un fundo27, dejando el anterior a un familiar recién llegado o vendiéndoselo a un paisano que se iniciaba. Se desarrolló un proceso de cadenas migratorias de tipo familiar, y una movilidad ocupacional como rasgo característico de este grupo que generó un rápido ascenso económico ya desde la década de 1860.
Bonfiglio (1994, p. 74) menciona que los más ricos comerciantes italianos en el Perú en las primeras décadas del siglo xix estaban relacionados con el comercio marítimo, como tradicionalmente lo habían hecho desde el siglo xvi; luego incursionaron en actividades financieras y en la agricultura a gran escala. Paralelamente, se produjo una interacción dirigida a explorar otros sectores económicos y se asociaron con la élite empresarial de Lima, que estaba cerca del gobierno. Hay que mencionar que, aunque la mayoría de italianos se dedicó a los negocios, algunos destacaron en otras actividades como medicina, filosofía, música y artes plásticas. Entre los artistas se encuentran escultores, grabadores, arquitectos, etcétera. En la década de 1880 se crearon numerosas instituciones italianas, como la Beneficencia Italiana, el Hospital Italiano, el colegio Santa Margherita, el Banco Italiano y compañías de bomberos, para el apoyo de los compatriotas.
Por esos años el Gobierno peruano había iniciado una política de inmigración, especialmente de europeos28, para contribuir a la modernización y el desarrollo del país. Fomentó la inmigración laboral a la costa para desarrollar la agricultura, y también desarrolló un programa de colonización a la selva con la idea de “mejorar la raza”, pero no obtuvo los resultados que se propuso, pues fueron muy pocos los que se aventuraron a realizar el viaje a un territorio casi inexplorado, debido a las dificultades que planteaba el mismo y a la falta de apoyo del propio Gobierno.
2.2 El nacionalismo y la unificación italiana: Il Risorgimento
Europa en el siglo xix, y como consecuencia de la Revolución francesa (1789), se caracterizó por la aparición de dos nuevos movimientos ideológicos y culturales que marcaron el quehacer político. Por un lado está el liberalismo, anunciado por la Revolución francesa, que defendía las libertades del individuo, y por el otro, el nacionalismo, entendido como la dimensión colectiva del individualismo proclamado por el primero. Mientras que el liberalismo provocó el nacimiento de un modelo económico nuevo que condujo al “colonialismo” y al “imperialismo”, el nacionalismo alteró las fronteras tanto europeas como americanas.
El desarrollo del nacionalismo fue paralelo al de la Revolución Industrial y alcanzó su pleno significado a lo largo del siglo xix. La Revolución Industrial favoreció el desarrollo económico nacional y el fortalecimiento de la clase burguesa, protagonista de ambos procesos. Un tercer elemento importante en el surgimiento del nacionalismo fue el romanticismo, una de cuyas fuentes de inspiración fue la propia historia nacional, y que generó una literatura que expresaba la tradición y el espíritu común de cada pueblo. En este periodo, y por influencia tanto del romanticismo como del nacionalismo, se crearon las efemérides conmemorativas de los acontecimientos históricos propios y se enaltecieron los símbolos patrios; en este mismo contexto se originó Il Risorgimento29.
Il Risorgimento fue un proceso que se desarrolló entre 1830 y 1870 y que llevó a la unificación de los diferentes Estados en los que estaba dividida Italia 30. La península italiana contaba con un pasado cultural glorioso, compartía un idioma y una identidad, pero carecía de unidad política porque había sido fragmentada a consecuencia del derrumbamiento del imperio napoleónico y de la formación del Congreso de Viena31 de 1815, en virtud del cual las potencias vencedoras de Napoleón se propusieron dos metas: restaurar el orden político en Europa sobre la idea de un equilibrio de poderes y remodelar el mapa político de acuerdo con los derechos dinásticos de los soberanos. Realizar la unificación significaba unir desde el interior los países y Estados que formaban Italia y expulsar a los austriacos. Luego de los fallidos intentos de 1831 y 1848, los italianos tomaron conciencia de que, para alcanzar su objetivo, era necesario unir esfuerzos bajo la bandera del rey del Piamonte-Cerdeña Vittorio Emanuele II 32, el ministro Cavour y el revolucionario Garibaldi, así como pedir apoyo militar a Francia en contra de la ocupación. Cavour, fundador del periódico Il Risorgimento, que dio nombre al movimiento, fue su principal artífice y en marzo de 1861 hizo proclamar rey de Italia a Vittorio Emanuele II. La unificación concluyó con la conquista de Venecia en 1866 y la solución del problema de los Estados Pontificios en Roma.
Este movimiento también estuvo asociado a ciertas manifestaciones culturales y artísticas. El pueblo italiano adoptó el coro de los judíos cautivos Va, pensiero, sull’ali dorate de la ópera Nabucco de Verdi, y la entonaba frente a los soldados austriacos, convirtiéndola en un himno de la resistencia; asimismo, escribían en las calles “Viva Verdi”, cuyas letras aludían a “Vittorio Emanuele, rey de Italia”. Algunos migrantes italianos de mediados del siglo xix se ubican en este contexto ideológico, intelectuales y estudiantes, tanto republicanos y liberales como monárquicos, comprometidos con las luchas políticas de Il Risorgimento. Así, por ejemplo, en octubre de 1851 Giuseppe Garibaldi 33, por entonces guerrillero italiano, visitó el Perú