Capitalismo gore. Saya Valencia
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Como es bien sabido, existen muchos tipos de ilegalidad económica y política reconocidos y aceptados por el Estado. Por ello, el crimen organizado ha penetrado profundamente en la política y la economía de los Estados-nación. El crimen organizado se ha encumbrado como una forma de economía moderna. «Lo ilegal y lo legal son un espejo, un reflejo que se duplica. ¿En qué lado del espejo está el criminal?, ¿en qué lado aquel que le persigue?»49
Por tanto, es teóricamente comprensible que las lógicas de lo ilegal (los cárteles de droga, la mafia) se equiparen con las lógicas del Estado neoconservador estadounidense, ya que las estructuras de la mafia reproducen las estructuras del poder.
Dicho Estado hace uso y demanda constante (y oculta) de «la distribución de productos y servicios ilegales»50 y, bajo el mandato de cumplir con las lógicas que los adscriban a la carrera capitalista, estos sujetos transforman en mercancías un sinfín de elementos que antes no podrían tomarse bajo ese título: drogas, armas, personas, sicarios, etc. El resultado es:
[Una descarnada] operación de mercadotecnia encaminada a presentar con un nuevo envoltorio [y amparados por las leyes de la oferta y la demanda] un conjunto de relaciones que, marcadas por la impronta del capitalismo en sus versiones más radicales, tenían hasta hace muy poco, por lógica, una imagen negativa a los ojos de la mayoría de los habitantes del planeta. 51
Esto nos lleva a preguntarnos por las estrategias a trazar cuando la violencia se convierte en la ley de los mercados, invirtiendo el parangón, pues el mercado era quien hasta el momento determinaba las leyes para la gestión de la violencia. Con el advenimiento, aceptación y normalización del capitalismo gore, ¿seguirán siendo válidas las categorías de legitimidad e ilegitimidad para describir la aplicación de la violencia? ¿Qué convertirá la violencia en algo legitimo?, ¿el precio que se nos cobre por ejercerla? El monopolio de la violencia ya no es propiedad exclusiva del Estado-nación. El monopolio de la violencia se ha puesto a subasta y la puja más alta la está haciendo el crimen organizado.
Emprendedores económicos, emprendedores políticos y especialistas de la violencia
Dado que «los delincuentes organizados y desorganizados … son buenos capitalistas y empresarios emprendedores, ansiosos por obedecer la ley de la oferta y la demanda»,52 52 hemos decidido indagar en el concepto de emprendedor puesto que es vertebrador en la construcción y el triunfo de las lógicas capitalistas.
Según páginas especializadas en gestión empresarial, se denomina emprendedor «a aquella persona que identifica una oportunidad y organiza los recursos necesarios para ponerla en marcha.»53 53 Es habitual emplear este término para designar a alguien que crea una empresa o que encuentra una oportunidad de negocio o que empieza un proyecto por su propia iniciativa.
Ahora bien, como vemos el término emprededor/a se usa fundamentalmente para designar positivamente a aquellos sujetos que deciden hacer una incursión más activa en la economía. Sin embargo, en la definición de emprendedor/a, basada en el seguimiento de las lógicas neoliberalistas, no encontramos ningún tipo de restricción del tipo de empresas que un emprendedor puede crear. Dicha omisión parece ser suficiente para que se entienda literalmente que si no hay restricciones mercantiles al respecto, cualquier tipo de empresa puede ser creada. Es decir, mientras produzca ganancias está legitimada por unas coordenadas económicas que aunque presupongan unos mínimos éticos no los exteriorizan, creando así un vacío discursivo para la interpretación del concepto de emprendedor/a y su puesta en práctica. Con lo anterior buscamos evidenciar que si se analiza a los sujetos endriagos de la economía criminal, bajo las reglas del mercado y no de la espectacularización a la que los someten los medios de información, éstos serían perfectamente válidos y no sólo válidos sino legítimos emprendedores que fortifican los pilares de la economía «en el filón oculto donde se encuentra la energía palpitante del corazón del mercado.» 54
Algunas de las características distintivas del emprendedor/a son: la innovación, la flexibilidad, el dinamismo, la capacidad para asumir riesgos, la creatividad y la orientación al crecimiento. Bajo estas características los sujetos endriagos, es decir, emprendedores del capitalismo gore, crean una amalgama entre emprendedores económicos, emprendedores políticos y especialistas de la violencia.
Dicha amalgama exige que un mismo emprendedor tenga conocimiento de los otros campos o esté relacionado con ellos, es decir, un emprendedor económico debe saber desempeñar las funciones de un emprendedor político, quien se especializa principalmente en «activar (y a veces desactivar) líneas divisorias [separación nosotros/ellos], relatos y relaciones, … de modo que tienen una considerable influencia en la presencia, la ausencia, la forma, los lugares y la intensidad de la violencia …»55 lo que resulta de suma utilidad para el florecimiento de la economía criminal. Si los emprendedores económicos carecen de estos conocimientos deben contratar a aquellos que los tengan y deben contar, además, entre sus empleados con especialistas de la violencia, quienes controlan los medios para infligir daños a personas u objetos, por medio de la fuerza y la implementación de técnicas, despiadadamente eficientes, que serán favorables para conservar o arrebatar el poder.
En la economía empresarial del crimen, esta amalgama de figuras políticas es interseccional y, en muchos casos, está representada por: «los líderes mercenarios, tratantes internacionales de armas, los señores de la guerra, los dirigentes militares y aquellos que disponen de un ejército propio.»56 Disponer de un ejército propio es una de las muchas condiciones que cumplen los cárteles de droga mexicanos.
Es importante destacar que en este entramado criminal los especialistas en la violencia se organizan en unas fronteras difusas donde no es del todo posible separar sus técnicas de las de las fuerzas de seguridad pertenecientes a los gobiernos. De hecho, es bien sabido que «los especialistas en infringir daños físicos (como, por ejemplo, policías, soldados, guardias, sicarios y bandas) juegan un papel significativo en la violencia colectiva [y muchos de ellos se encuentran o encontraron emparentados con el Estado].»57
Un ejemplo de estos especialistas de la violencia lo representa el comando armado mexicano deniminado Los Zetas, ex militares de los ejércitos mexicano y salvadoreño, quienes constituyen el brazo armado, el ejército privado, del cártel del Golfo58 y cuyas prácticas de violencia son famosas por ser tremendamente efectivas, efectistas y despiadadas. Por ejemplo: videograbar las decapitaciones de sus víctimas o contrincantes en tiempo real y después subirlas junto con un mensaje-amenaza oral o escrito al portal de vídeo en internet llamado YouTube.
El hecho de que estos expertos en violencia hayan sido entrenados por los gobiernos dinamita la división simple entre los insurrectos y las fuerzas del orden. Ya que transcodifica esos registros y crea otros, donde los conocimientos sobre violencia se convierten en una mercancía que se rige por las lógicas mercantiles de la oferta y la demanda.
Mediante estas lógicas mercantiles las organizaciones del narcotráfico en México han logrado crear un Estado alterno con sus propias competencias y sus técnicas de reclutamiento. Técnicas que van desde las más rudimentarias, como la colocación de narcomantas,59 hasta la radio piratería transnacional, a través de la cual envían mensajes como el siguiente:
Se hace una invitación a todos los ciudadanos que hayan prestado servicio y que hayan recibido el grado kaibil [militares de élite] para prestar seguridad a vehículos que transportan mercancía a México. Ofrecemos oportunidades de superación, interesados comunicarse al ... 60
Desde marcos de percepción ordinarios, estas técnicas de reclutamiento de trabajadores parecen una broma irrisoria y, sin embargo, no lo son. Han sido fraguadas desde la seriedad y la impunidad