Reinventa las reglas. Meg-John Barker

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Reinventa las reglas - Meg-John Barker UHF

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los que no estamos a gusto, intentamos eliminarlos. O nos podemos sentir horriblemente mal al estancarnos en uno de ellos, y darnos cuenta de que es alguien que también podemos ser y que quiere destruirnos por completo. Por ejemplo, podemos ser una persona borracha y babosa, un niño asustado, un toro enfurecido o una persona manipuladora y cruel.

      La alternativa para evitar o intentar enfrentarse a esas diferentes facetas que tenemos es abrirse a todos los yoes que somos: cultivar la conciencia de todos ellos y la buena comunicación entre ellos. Esto puede resultar muy complicado cuando se trata de los yoes a los que tenemos miedo o que nos repugnan. Pero, paradójicamente, cuando nos enfrentamos a ellos y los escuchamos en lugar de intentar bloquearlos al otro lado de un muro bien alto, solemos descubrir que son menos aterradores o abrumadores de lo que temíamos.

      Según vamos conociendo toda nuestra pluralidad de yoes, a menudo entramos en contacto con capacidades que habíamos olvidado que teníamos y somos capaces de ser más flexibles en las situaciones en las que nos encontramos. Un poco como en la serie de televisión Sense8, en la que pequeños grupos de personas alrededor del mundo están conectadas y pueden recurrir a las habilidades y fortalezas del resto cuando las necesitan: actor, hacker, experta en artes marciales. Comunicarme con mis propios yoes me ha brindado acceso a algunas de esas partes rechazadas que pueden ser tan útiles: el yo bromista e irreverente de ágiles respuestas, el yo guerrero capaz de resistir con fuerza a los contratiempos, el yo vulnerable al que se protege. Ciertamente, me he dado cuenta de que tengo facetas que son más Gryffindor que Hufflepuf, ¡e incluso Slytherin en algunas cosas!

      Volveremos a estas ideas en el capítulo 9, cuando exploremos cómo otras personas, y nuestro yo, somos plurales. De momento, piensa simplemente que quizá en lugar de conocer nuestro yo podríamos aspirar a conocer nuestros yoes.

      Estamos en cambio constante, más que en estado estático

      Del mismo modo que somos plurales, también somos siempre un proceso en marcha.

Haz la pruebaYo-en-proceso

      Fig. 2.4. Mi historia.

      A continuación puedes reflexionar sobre lo que has escrito: ¿por dónde empezaste? ¿Con qué terminaste? ¿Qué tipo de libro/película/disco/juego sería el tuyo? ¿Qué género? ¿Cuáles son los temas principales? ¿Quién es el autor principal? ¿Cómo sería si fuera otra persona quien escribiera sobre tu vida? ¿Hay alguna parte de tu vida que no hayas incluido? ¿Cómo sería si te hubieras centrado en eso? ¿A qué público le gustaría más o cuál sería el más crítico? ¿Cómo se titularía?

      • La tragedia: empezamos teniendo éxito y acabamos fracasando.

      • La comedia romántica: una vida positiva se ve interrumpida por una desgracia, pero al final se restaura el orden.

      • El final feliz: las cosas mejoran gradualmente.

      • La trama heroica: luchamos contra una serie de obstáculos, pero al final vencemos.

      ¿Cómo sería tu historia, si la comenzaras partiendo de otro final, o si usaras una estructura narrativa diferente?

      Convertirnos en algo fijo

      Por supuesto, deseamos volvernos algo fijo porque vivimos bajo la ilusión de que somos capaces de ser siempre la mejor persona en sus mejores momentos. Además, ser algo fijo da la sensación de ser algo cierto y controlable: esto es quien soy y así es como hago las cosas. Y si podemos presentar un yo fijo y bueno al resto del mundo, esperamos que no vean nuestros defectos. Pero como no somos algo fijo, nuestra fluida vida sigue avanzando. El yo al que intentamos aferrarnos desesperadamente ya no encaja, o surge otra de nuestras facetas y rompe ese objeto cuidadosamente fijado.

      Además, convertirse en algo fijo es peligroso porque podríamos terminar fijando las facetas de nuestra personalidad que menos nos gustan, o que nos parecen más defectuosas. Si reconocemos nuestra pluralidad y fluidez, esas cosas ya no resultan tan amenazantes: sabemos que solo es una de nuestras facetas y que inevitablemente variará y cambiará con el tiempo porque evolucionamos. Solo cuando nos convertimos en algo fijo sentimos que nos han congelado y estancado en alguien que no queremos ser: esa insoportable sensación de que esto es todo lo que siempre hemos sido y lo que siempre seremos. No es cuestión de cambiar por cambiar, sino de abrirse al cambio y ser conscientes de nuestros yoes como un proceso de cambio constante.

      Convertir nuestros cuerpos en algo fijo

      Algo que intentamos fijar a menudo, por supuesto, es nuestro cuerpo, cuando intentamos parecernos a los ideales estéticos limitados que mencioné antes. Esto resulta especialmente doloroso porque estamos definiéndonos sobre la base de algo que, inevitablemente, va a cambiar. Incluso si tenemos la suerte de evitar

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