Reinventa las reglas. Meg-John Barker
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Volveremos más adelante a las implicaciones de estas conductas de dureza y fragilidad en nuestras relaciones, especialmente cuando reflexionemos sobre la idea de bell hooks de que son la injusticia y el hecho de darle diferente valor a según qué personas lo que hace el amor tan complicado hoy día a todos los niveles, tanto en las relaciones personales como a escala global.14
Por ahora, pensemos si existen reglas alternativas para relacionarnos con nuestro propio yo que sean menos dolorosas que las que he comentado.
reglas alternativas
Si echamos una ojeada a la lista de reglas con las que comenzamos, podemos ver que esa forma de tratarnos con dureza y fragilidad se basa en la idea de que somos un yo inmutable, un único yo. Para que pueda aplicarse el péndulo, tiene que existir un yo que pueda supervisarlo, juzgar comparando con el resto, perfeccionar (dureza) o rendirse y descuidarse (fragilidad). Como dije al principio, la idea de que eres un único yo que no cambia con el tiempo puede parecer tan obvia que cuestionarla suene raro.
De todos modos, la creencia en un yo único y permanente ha sido cuestionada de dos formas importantes que nos muestran una manera alternativa —más bondadosa— de relacionarnos con nuestro yo y con otras personas. Es la idea de que somos:
• Plurales, más que singulares.
• Personas en construcción permanente, más que estáticas.
Vamos a analizarlas una a una con un par de ejercicios.
Somos plurales, no singulares
Antes de adentrarnos más en este asunto, vamos a explorar nuestro sentido del yo en las relaciones.
Haz la pruebaYoes plurales |
Escribe el nombre de cinco personas importantes en tu vida en las casillas de la hilera superior. Por ejemplo: un miembro de tu familia, una antigua amistad, colegas de trabajo, alguien que conoces de internet, alguien con quien convives. Bajo cada persona anota una x si sueles comportarte con esa persona de la manera descrita a la izquierda de la tabla. Anota una o si sueles comportarte de la forma descrita a la derecha de la tabla. Déjala en blanco si no encaja ninguna de las dos opciones.
Así, en la fila de ejemplo que he completado, me comportaría de forma extrovertida con la persona 1 y 2, con timidez con la persona 3 y 5, y ninguno de los términos encajaría con cómo soy con la persona 4. Si lo prefieres, no dudes en tachar esos ejemplos y escribir otros.
Me comporto de forma... | Persona 1 | Persona 2 | Persona 3 | Persona 4 | Persona 5 | |
...extrovertida | X | X | O | O | ...tímida | |
...divertida | ...seria | |||||
...protectora | ...que me protejan | |||||
...que dejo que tomen el control | ...que tomo el control | |||||
...paciente | ...impaciente | |||||
...emocional | ...impasible | |||||
...responsable | ...libre | |||||
...auténtica, puedo ser yo | No puedo ser realmente yo |
Fig. 2.3. Yoes Plurales.
Cuando hayas completado la tabla, reflexiona sobre los patrones de las x y las o. ¿Eres el mismo yo en cada relación?
El psicólogo Trevor Butt utilizó esta tabla en su investigación,15 pero hizo que la gente creara sus propios opuestos a derecha e izquierda de la tabla, basándose en qué tenía relevancia para cada cual. Por ejemplo, para algunas personas el opuesto de «serio» es «divertido», mientras que para otras podría ser «tonto», «juguetón», «infantil» o «inmaduro». Para algunas personas el opuesto de «emocional» es «racional», «calmado» o «frío», en lugar de «impasible». Para otras la seriedad y la emotividad no son asuntos tan importantes en su propia autopercepción, pero podrían serlo otras cosas, como cuánto cuidaron a otras personas en su relación, lo honestas que fueron o cuánto hablaban. Si te ha parecido sencillo este ejercicio, quizá quieras repetirlo creando tu propia tabla con opuestos a derecha e izquierda que sean más relevantes para ti.
Trevor y sus colegas tenían un particular interés en comparar cómo vivía la gente sus relaciones cuando podía ser «realmente ella misma»: quienes pusieron una x en la última fila. Y descubrió que esta era la categoría más importante: todo el mundo estaba de acuerdo en que era importante tener relaciones en las que se pudieran comportar cómo eran en realidad. De todos modos, lo que eso significaba variaba mucho de una relación a otra. La gente sentía que estaba siendo ella misma en relaciones en las que aparentemente se comportaban de formas opuestas. Por ejemplo, podía ser juguetona y extrovertida con una de sus amistades, pero seria e introvertida con otra. Podía ser paciente, respetuosa y protectora con su padre o madre, e impaciente, dominante con su pareja.
Puedes hacerlo con situaciones diferentes, en lugar de diferentes relaciones, pensando sobre quién eres en una reunión de trabajo, en la cama por la noche, en una fiesta, paseando con una de tus amistades o en medio de una crisis.
Sea cual sea el tipo de actividad que estemos haciendo, esto parece revelar que nuestro yo es más complejo de lo que pensábamos en un principio. Aunque todos esos yoes se sienten igual de «auténticos» —te sientes «tú» cuando estás siendo así—, parece que surgen diferentes personalidades dependiendo de las diferentes relaciones o circunstancias.
La comunidad de yoes
Se ha escrito mucho sugiriendo que, en realidad, somos plurales en lugar de singulares.16 Podría ser una buena metáfora decir que nos parecemos más a una comunidad que a un individuo: quizá como una pandilla o la tripulación de barco. Un grupo generalmente tiene objetivos comunes y puede que avance más o menos en la misma dirección. Pero se compone de varias facetas —o yoes— que tienen cualidades y capacidades bastante diferentes. Y algunas de esas personalidades son más dominantes que otras. En cada relación o situación, una faceta —o un yo— se pone al frente y el resto retrocede. Esto puede parecer muy natural y cómodo como partes nuestras a las que nos hemos acostumbrado y nos gustan, pero también puede resultar confuso y extraño cuando tenemos la costumbre de vernos como un yo único y coherente.
Reflexiona sobre estoTu comunidad de yoes |
Piensa en las veces que te has reunido con tus familiares o antiguas amistades del colegio, y de repente emerge una parte de ti que casi habías olvidado: quizá el hermano o hermana que se burlaba de ti, o tu yo adolescente y torpe. Del mismo modo, podemos sentir que nos hemos estancado en una de esas personalidades cuando otras personas solo ven determinados aspectos y les seguimos el juego, por ejemplo, si quien ha venido con la grúa a recoger tu coche te trata como a una doncella en apuros, o si, tomando cervezas, te encuentras con un cliente del trabajo y actúas de forma demasiado profesional para ese contexto social. ¿Te resultan familiares estos ejemplos?
A menudo los yoes que causan problemas son los que han recibido mensajes más duros en la infancia. La teoría es que todo el mundo aprende qué facetas son aceptadas a nuestro alrededor y cuáles son rechazadas. Tendemos a reprimir o renegar de las facetas que son rechazadas. Por ejemplo, aprendemos que en casa no está bien expresar ira o portarse mal. En el colegio se nos podría acosar si se nos percibe como una persona demasiado débil y vulnerable, o con demasiada seguridad y arrogancia.
Por lo que, a menudo, intentamos limitarnos a un solo yo, o al menos a los yoes que son aceptados. La autovigilancia supone intentar monitorizarnos para que solo algunos yoes se muestren a otras personas, e incluso nos permitamos solo ver algunos de ellos. La mayoría desarrollamos un fuerte yo «crítico