Corrientes pedagógicas contemporáneas. Juan Carlos Pablo Ballesteros

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Corrientes pedagógicas contemporáneas - Juan Carlos Pablo Ballesteros

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políticamente, y algunas irregularidades administrativas en su trabajo parecen haber dado la oportunidad a sus enemigos para llevarlo a la cárcel por varios años, acusado de desfalco y falsedad de documentos públicos. Antonio Gramsci tenía entonces sólo siete años y las privaciones económicas que tuvo que afrontar con su madre y sus seis hermanos lo marcaron para siempre. Su físico era débil y algo deforme (era jorobado), pero su inteligencia era poderosa y pronto evidenció sus condiciones intelectuales.

      Desde 1908 estudió en el colegio Dettori de Cagliari, siempre en medio de grandes privaciones. Como tantos jóvenes sin recursos aspiró a una beca en la Universidad de Turín. Consiguió en los exámenes de ingreso una ubicación bastante buena y fue admitido con otro becario, también sardo, que se distinguiría con él en la política italiana y que sería años más tarde beneficiado con su encarcelamiento: Palmiro Togliatti. Inició Gramsci sus estudios universitarios en la Facultad de Filosofía y Letras de Turín en 1911, donde estudió lingüística y filología. Frecuentó las clases de lingüística de Matteo Bartoli y las de filosofía de Aníbal Pastore. Posiblemente ya en esta época comienza a ser influenciado por las ideas de Antonio Labriola, el primer propagandista italiano de las ideas marxistas, quien propiciaba una adecuación del internacionalismo de Marx a la realidad histórica de Italia (justificó teóricamente la expansión colonial en general y las aspiraciones expansionistas de Italia afirmando que los socialistas no debían ir en contra de los intereses nacionales de su país).68

      Lo exiguo del monto de la beca obtenida lo sometió nuevamente a una vida realmente miserable, de debilidad física y crisis nerviosas que logró superar gracias a su gran voluntad. Estas privaciones, su defecto físico, su afectividad malograda (se casó en Rusia y tuvo dos hijos a los que prácticamente no conoció) son aspectos de la vida del comunista sardo que deben ser tenidos en cuenta, pues, como escribe Calderón Bouchet, «Es difícil hacerse una idea completa de Gramsci sin recordar un momento toda su desventura».69

      Al mismo tiempo que transcurre su vida universitaria se va formando su mentalidad revolucionaria. Desde fines del siglo pasado Italia había comenzado a industrializarse. Milán se había convertido en un gran centro industrial y financiero y Turín, donde en 1899 comenzó a funcionar la fábrica de automóviles Fiat, se había constituido en el centro del proletariado italiano. En 1914 Gramsci se adhirió al Partido Socialista, pero la guerra dividió al socialismo en dos fracciones antagónicas: el fascismo y el partido Comunista Italiano, que quedó formalmente creado, como escisión del Partido Socialista Italiano, en 1921.

      La labor periodística de Gramsci (había escrito su primer trabajo político en 1914),70 a la que algunos consideran un serio intento de reforma intelectual y moral, y sobre todo su consideración de los «consejos de fábrica» desarrollados en Turín llegaron a oídos de Zinoviev, quien informó a Lenin. En junio de 1922 llegó a Moscú, donde conoció a Lenin, Trotski, Stalin, Bujarin (cuyo pensamiento criticará más adelante extensamente), Kamenev y otros. Bajo la dirección de Zinoviev comenzó a trabajar en la Internacional Comunista, para lo cual se trasladó a Viena en 1923. En mayo de 1924 debe volver a Italia, dirigiéndose a Roma para ocupar su banca de diputado para la que había sido elegido en abril de ese año. Tenía entonces treinta y tres años. Ese mismo año fue nombrado Secretario General del Partido Comunista italiano.

      A partir de entonces, junto a su actividad parlamentaria se dedica al periodismo político, fundamentalmente en L’Ordine Nuovo, del que ya había sido colaborador. En la cámara de diputados se enfrenta en 1925, a raíz de la discusión de un proyecto de ley contra la masonería, con Mussolini, a quien califica como un hombre «realmente impresionante». Mussolini, por su parte y a diferencia de quienes veían en el sardo a un ser insignificante, lo consideró «un cerebro indudablemente poderoso».

      Ya en esta época Gramsci comprende que su situación en la Italia fascista es comprometida. Manda a su esposa a Rusia y se prepara a afrontar las consecuencias de sus actividades revolucionarias. Es detenido el 18 de noviembre de 1926. Acusado de conspiración contra el estado, excitación al odio de clases, instigación a la guerra civil, apología del crimen y propaganda subversiva, fue procesado en Roma del 28 de marzo al 4 de junio de 1928 y condenado a veinte años de cárcel. En julio fue trasladado a la cárcel de Turi, en la provincia de Bari. Conseguido el permiso para tener cuadernos, el 8 de febrero de 1929 comienza sus escritos carcelarios con un plan de trabajo donde ocupa un lugar destacado la problemática de los intelectuales. Por lo que evidencian sus escritos, su situación no le impidió estar al tanto del movimiento intelectual y político de su época. Su acceso a las publicaciones periódicas debe haber sido bastante libre, por la cantidad de títulos que comenta: Corriere della Sera, Civiltá Cattolica (publicación jesuítica a la que recurre constantemente y que le proporciona parte del extenso conocimiento que tenía del catolicismo) Italia Letteraria, Rivista Internazionale di Filosofia del Diritto, etc.

      En este período escribe sus Cuadernos de la Cárcel, orientados en gran medida a la crítica de la obra filosófica de Benedetto Croce, a los problemas educacionales y culturales y a diferentes aspectos de la historia de Italia. Estos «Cuadernos» fueron (y son) publicados en forma fragmentada con diversos títulos, algunos puestos por el mismo Gramsci y otros por sus editores, entre los que se destacan El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce, Introducción a la filosofía de la praxis, La alternativa pedagógica, Los intelectuales y la organización de la cultura, Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno, etc. Las cartas a sus familiares, amigos y camaradas políticos constituyen también una fuente importante para comprender su pensamiento, en los que abundan los textos referidos a la educación y la cultura.

      Estas ediciones fragmentarias, con títulos diferentes que a veces tienen un mismo contenido, y una presunta criptografía carcelaria motivada por el interés de eludir a sus censores a veces dificultan la lectura de Gramsci; pero ello no obstante su pensamiento puede ser seguido sin mayores dificultades.

      Por benigna que haya sido su estadía en la cárcel (si es que lo fue), las privaciones que lo acompañaron en la mayor parte de su vida finalmente cobraron su víctima. Apenas había superado la mitad de su condena cuando Gramsci enfermó gravemente. Afectado de tuberculosis doble, hipertensión, gota y otras enfermedades, vivió sus últimos meses de vida bajo libertad vigilada (algunos dicen que había sido liberado ante la certeza de su fin) en una clínica de Formia y murió de hemorragia cerebral en Roma el 27 de abril de 1937, a los cuarenta y seis años de edad.

      Como suele ocurrir, sus escritos han sido interpretados según la situación doméstica que dentro de la intelectualidad comunista adopta cada uno de sus comentadores. Así, hay quienes ven en él al renovador del marxismo o al creador de un comunismo más humano. Otros consideran que cuando la revolución de octubre de 1917 señaló en Rusia un nuevo punto de referencia para los socialistas, el pensamiento de Gramsci se configuró sobre modelos soviéticos.

      Lo cierto es que el pensamiento de Gramsci ha mantenido su influencia sobre el marxismo contemporáneo. La crítica de Althusser al historicismo marxista es un buen ejemplo de ello. La actualidad de Gramsci se renueva periódicamente en los Congresos de Estudios Gramscianos que se celebran en Cagliari, donde pensadores de diversa procedencia intelectual reconocen la importancia de su pensamiento. No me detendré aquí en su influencia política, ya que esto excede el tema de este trabajo, pero mostraré en los restantes puntos del presente capitulo cómo esta influencia puede ser constatada en otras expresiones del pensamiento pedagógico actual.

      Si se gusta de los juegos intelectuales, leer a Gramsci puede llegar a ser cautivante. Cuando parece caer en una heterodoxia que le valdría el inconveniente adjetivo de «revisionista» surge la adhesión a las tesis centrales del marxismo–leninismo, aunque se trate de un marxismo que para estar en contacto con los problemas actuales deba mimetizarse en formas equívocas. Gramsci se desinteresó de los aspectos especulativos o «abstractos» del marxismo, acentuando el papel de la praxis entendida como práctica revolucionaria. Sin embargo, su

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