Corrientes pedagógicas contemporáneas. Juan Carlos Pablo Ballesteros
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Corrientes pedagógicas contemporáneas - Juan Carlos Pablo Ballesteros страница 12
Brameld sostiene que el orden cultural se presenta problemático básicamente por cuatro razones:
Dado que la cultura es emergente de los órdenes físico, biológico y racial, comparte algo con cada uno de ellos, al mismo tiempo que no puede ser reducida a ninguno de ellos. Cabe preguntarse, en consecuencia, cuáles son las diferencias y similitudes que existen entre el orden cultural y los otros órdenes de la naturaleza, para ver si es válido concluir que tiene una existencia real independiente.
La cultura es el orden humano más amplio. Puede ser objeto de análisis, entonces, siguiendo la ya mencionada definición de Tylor, qué relaciones se establecen entre las distintas partes de esa «totalidad compleja».
El orden de la cultura es dinámico. Nunca estático. Basados en ese dinamismo de la cultura, debe indagarse hasta qué punto los hombres pueden deducir el futuro de las culturas y en qué medida pueden conducirlas hacia el logro de fines deseables, como el de la libertad.
Si el problema del orden se centra precisamente en el fin de la libertad, cabe también analizar si es posible conciliar orden y libertad.
Con el fin de comprender las relaciones que se dan en la cultura, Brameld analiza el orden cultural bajo dos tipos de pautas, las espaciales, que permiten observar e interpretar cualquier cultura en un plano horizontal, y las temporales, que permiten interpretar cualquier cultura como un orden dinámico que evoluciona y que puede ser observado en un corte transversal. La perspectiva espacial de la cultura sugiere las relaciones simultáneas de las partes de una cultura, que incluye a su vez el carácter horizontal y el vertical.
A través del carácter horizontal se pueden comprender las relaciones que se producen en el orden humano desde las relaciones concéntricas más estrechas hasta las más amplias, desde el rasgo cultural, el complejo cultural, el esquema cultural, hasta la más amplia, que es la configuración cultural entendida como «modo de vida». Esta última es la integración de la infinidad de factores materiales y no materiales que le confieren un carácter único y que permiten diferenciar una cultura de otra. Tendría su equivalente con lo que antiguamente se denominaba «el ethos del pueblo».
Las culturas consisten en series de estratos que pueden analizarse en su íntima estructura. Son numerosas las combinaciones por medio de las cuales las culturas sistematizan sus relaciones humanas. Parentesco, posición, clase, casta y configuración cultural son en casi todas las culturas las jerarquías típicas que predominan.
Este carácter espacial de la cultura es fundamental, dice Brameld, para apoyar el concepto de educación integrada, para combatir el tradicional encasillamiento de cursos y contenidos separados. Una manera de lograr un esquema de educación integrada es adaptar a ellas las pautas espaciales de orden y plasmarlas en una sola esfera de problemas de relaciones humanas. Esto permitiría que el alumno vea el arte, la ciencia, la religión y la política como partes de una totalidad orgánica.
Pero además las pautas adoptadas deben atravesar las fronteras culturales para lograr la amplitud de perspectiva y de experiencia que se necesitan en una época intercultural e internacional. El orden cultural en su carácter temporal es considerado como una realidad que va evolucionando desde el pasado, a través del presente y con proyección al futuro. Para la mayoría de los antropólogos la cultura es, al mismo tiempo, diacrónica. Sin embargo, no todos están de acuerdo sobre el valor o el papel que desempeña el tiempo o la historia en la conformación de las culturas. Las confrontaciones que realiza Brameld al respecto entre las concepciones de Malinowski, Bidney, Boas y Margaret Mead son bastantes ilustrativas al respecto, como lo son también las diferencias entre el evolucionismo de Darwin y Spencer y el de Tylor y Morgan.
Estas distinciones entre pautas temporales y espaciales le parecen a Brameld bastantes ambiguas y fuentes de innumerables confusiones, prefiriendo la interpretación operatoria como más emancipada y fecunda, aunque, aclara, necesita una mayor especificación. En el aspecto temporal encuentra más comprensible la explicación de Kroeber, quien realiza el esbozo de una filosofía gestáltica del orden cultural, donde todos los elementos son interdependientes. Destaca también los aportes más recientes de Toynbee y Sorokin, pero llega a la conclusión de que las diferencias entre estos pensadores son tan marcadas que sólo encuentra una generalización que puede ser significativa: «por discutibles que sean todos los recientes intentos, las culturas dentro de si mismas y la relación con otras culturas pueden legítimamente caracterizarse como formas temporales de orden. Revelan regularidades dinámicas, estructuradas, cuyo examen e incorporación dentro de sus propios esfuerzos teóricos y prácticos debiera comenzar a ser la seria tarea de la educación».51
Esta tarea debería concentrarse en dominar el significado de configuración cultural en su sentido polarizante completo. Esto significa elaborar una filosofía de la vida y la cultura «... que penetre hasta el secreto e implícito estrato de la realidad cultural; que expurgue gradualmente lo anticuado, incluso los modos de expresión y comportamiento hipócritas; y que aspire a reemplazarlos por modos a la vez tan honestos y tan adecuados como la integridad humana puede plasmar. Aquí es una exigencia imperiosa la cooperación más estrecha posible entre todos los campos relacionados con la naturaleza de la cultura y el hombre como su creador. El concepto de configuración cultural es la clave de una naciente doctrina interdisciplinaria que será la única capaz de proporcionar los cimientos para un sistema y programa educacional completamente integrados».52
Pero por otra parte destaca Brameld que la cultura puede ser vista como una especie de orden espacio–temporal en cuanto a su naturaleza, dentro de la cual se produce el cambio continua e inevitablemente. Esto nos introduce en el problema del proceso cultural y su relación con la educación, ya que la acción de la enseñanza puede ayudar a fijar o a cambiar los esquemas culturales.
Brameld escribe que existen dos supuestos que deben considerarse sobre el proceso cultural: el primero es el que sostiene que ninguna cultura es tan estática u homogénea como para no permitir cambio alguno. El segundo es que el proceso acontece en dos dominios: dentro de las culturas y/o subculturas, y entre las culturas. De allí que sea necesario, en su opinión, precisar conceptos que ayudan a comprender el progreso cultural. Entre los varios que analiza son de mayor interés pedagógico, en mi opinión, los de aculturación y los de causalidad y predicción.
Siguiendo la orientación de Kroeber dice Brameld que la aculturación «comprende aquellos fenómenos que resultan cuando grupos de individuos de diferentes culturas entran en contacto directo continuo, con cambios posteriores en los esquemas culturales originales de uno u otro o ambos grupos».53 Encuentra en esta definición como muy fecunda la idea de que la aculturación tiende a implicar una reciprocidad de influencias entre las culturas en contacto, aun cuando la influencia es a menudo mucho mayor en una dirección que en otra. Esto es, sin duda, de gran importancia para precisar el ámbito del aprendizaje cultural y para la formación o modificación de la personalidad modal.
En lo que respecta a la causalidad y la predicción, opina Brameld que la antropología tiende a apartarse de las tendencias mecanicistas, tal como ocurre en la física. Esto supone que la causalidad sea tratada de una manera más flexible y más prudente y, con ella, la predicción. Las complejidades implicadas en la determinación de las relaciones causales tiende a poner más énfasis en la probabilidad que en su certeza, por lo que la inevitabilidad de los hechos culturales es un concepto ya prácticamente abandonado por todos los antropólogos, lo que conlleva a rechazar un determinismo absoluto en este campo. De esta manera la utilización operativa de las hipótesis causales, entendidas en ese marco, podía llevar a predecir, «si bien no el modo cómo las escuelas evolucionarán, por lo menos cuáles habrán de ser las orientaciones más probables de dicha evolución».54
Es de interés destacar también la contribución de Kroeber sobre los conceptos de «causa eficiente» y «causa formal», que los deriva de los enunciados por Aristóteles. Esto