Corrientes pedagógicas contemporáneas. Juan Carlos Pablo Ballesteros

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Corrientes pedagógicas contemporáneas - Juan Carlos Pablo Ballesteros

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Brameld en Bases culturales de la educación, p. 213.

      56 Brameld, Theodore: La educación como poder, p. 120.

      57 Brameld, Theodore: Bases culturales de la educación. p. 258.

      58 Idem, p. 255.

      59 Idem, p. 271.

      60 Cfr. Ibidem

      61 Idem, p. 309.

      62 Brameld, Theodore: «Educación para la época que surge», p. 65.

      63 Braneld; Theodore: Bases culturales de la educación, pp. 322/323.

      64 Idem, p. 327.

      65 Idem, p. 334.

      66 Brameld, Theodore: La educación como poder, p. 157.

      Capítulo III

      Ideología y educación

      Educación y revolución en el pensamiento de Antonio Gramsci

      La pedagogía contemporánea se distingue por el gran número de reduccionismos que en las últimas décadas le han dado una buena parte de su contenido. Uno de los más extendidos es el de reducir la educación a su función social o a su identificación con la política. En este caso se incluyen las pedagogías de origen marxista, algunas de las cuales han cobrado enorme difusión en los más diversos contextos educacionales. El fundamento de la pedagogía marxista está dado por la concepción materialista del mundo y de la historia, tal como la explicitaron Carlos Marx y Federico Engels en sus orígenes, y como posteriormente la interpretó Vladimir Illich Ulianov (Lenin).

      Según una conocida expresión de Lenin (Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo) esta concepción se estructuró sobre la consideración crítica de la economía clásica, el socialismo utópico y la ideología alemana. En su explicitación pedagógica influyó decididamente este último aspecto, sobre todo a través de la interpretación hegeliana de la dialéctica, que Marx criticó con especial énfasis. La pedagogía socialista, tal como la entiende Marx, reposa sobre el supuesto de que el hombre puede ser educado por el reflejo de la realidad de una manera ilimitada. Así, el «hombre nuevo» es el resultado de la confluencia del progreso de la materia y el desarrollo del hombre. La sociedad nueva se instaurará ineludiblemente, afirma Marx, como una consecuencia necesaria del cambio de base material o real, cambio que se opera fundamentalmente gracias a la lucha de clases. Marx realiza una buena síntesis de esto en el prólogo de su Contribución a la Critica de la Economía Política.

      Lenin introduce una tesis voluntarista a este esquema cuando hace resaltar la acción externa de los intelectuales y reconoce en su obra ¿Qué hacer?, escrita a fines de 1901 y principios de 1902, que la doctrina del socialismo ha surgido de teorías filosóficas, históricas y económicas elaboradas por representantes instruidos de las clases poseedoras, esto es, por los intelectuales. Por su posición social, afirma, también los fundadores del socialismo contemporáneo, Marx y Engels, pertenecían a la intelectualidad burguesa. Lenin advierte que la educación puede ser un arma política de gran eficacia, pero esto implica apartarse ya, en un aspecto importante, del determinismo economicista de Marx. Así en su discurso pronunciado en la conferencia de toda Rusia de las comisiones de educación política de los departamentos de instrucción pública provinciales y distritales, el 5 de noviembre de 1920, sostiene que la tarea fundamental para los trabajadores de la educación y para el partido comunista debe ser ayudar a la enseñanza y educación de las masas trabajadoras para que superen las costumbres y hábitos que han heredado del antiguo régimen. El genio de Lenin lo lleva a reconocer en el mismo discurso que la tarea ideológica es más profunda y poderosa que la militar y la política para vencer la resistencia de los capitalistas.

      Producida la revolución de Octubre en Rusia, el comunismo encontró en Makarenko a su primer pedagogo. De la teoría de la revolución del marxismo leninismo se desprende la necesidad de conducir las masas desde arriba y de la educación de la conciencia por la propaganda. De estos principios políticos se dedujeron los de la pedagogía. Antón S. Makarenko (1888–1959) fue seguramente quien elaboró la nueva teoría educativa marxista, buscando la construcción del «hombre nuevo» que responda a los requerimientos de la colectividad a través del trabajo.

      Para Makarenko el hombre es objetivo de la educación, no sujeto. Sus «hombres nuevos» no son sino funcionarios de la ideología, que renuncian a su autonomía para volverse dependientes de lo colectivo. Por eso cuando se suicida un alumno en la colonia Gorki, Makarenko piensa en primer lugar en la caída de la producción, tal como lo relata su Poema Pedagógico. El hombre sólo tiene significado en la medida en que está al servicio de la colectividad y sus necesidades vitales. La «fragua de hombre nuevo» será la comuna dividida en colectivos, y sólo allí podrá operarse la ascensión del hombre a las normas objetivas y subjetivas del colectivismo por el trabajo. Esta concepción de la educación y la disciplina de Makarenko será luego calificada por algunos de «estalinista».

      Quien sistematizó la pedagogía del llamado «Realismo Social Soviético» fue A. G. Kovaliov. Para éste los principios de la educación comunista se deducen de los vínculos de la educación con la vida, con la práctica de la educación comunista y por el trabajo. Postula como objetivo de la pedagogía soviética la correspondencia de los objetivos de la educación comunista con las necesidades internas del desarrollo de la personalidad humana. El trabajo, afirma, no es únicamente la fuente de los valores materiales y espirituales, sino también como lo expresa Marx, la primera condición de la vida humana.

      Estos pedagogos rusos, sin embargo, no llevaron el pensamiento de Lenin hasta sus últimas consecuencias, influenciados seguramente por la rigidez con que los censores soviéticos han considerado los aspectos ideológicos. Las ideas de Lenin sobre el papel de la educación de la conciencia revolucionaria de las masas proletarias fueron desarrolladas de una manera muy original por Antonio Gramsci, quien comprendió el valor del espíritu humano de la lucha revolucionaria. En sus Cuadernos de la Cárcel escribe Gramsci que la humanidad no ha tomado conciencia de su valor por la presión brutal de la necesidad fisiológica, sino gracias a la reflexión inteligente, primero de algunos hombres y después de toda una clase. Esto significa, afirma, que toda revolución ha sido precedida por un intenso trabajo de crítica y de penetración cultural. Entiendo que en Gramsci aparece una concepción que, si bien se apoya en algunas afirmaciones del marxismo originario, es novedosa en su insistencia en que se debe transformar la superestructura ideológica de la sociedad y no esperar el cambio de la infraestructura económica, tal como sostenía Marx. La afirmación de Marx de que el hombre puede ser educado y formado por medio del reflejo de la realidad queda como un mero postulado ideológico.

      Antonio Gramsci nació en Cerdeña en enero de 1891, en el seno de una familia pequeño burguesa.67 Su padre, Cicilio Gramsci, era bachiller y había estudiado derecho durante dos años. Se desempeñó como empleado del Registro Civil y su situación económica podía considerarse, a pesar de

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