El orden de 'El Capital'. Carlos Fernández Liria

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El orden de 'El Capital' - Carlos Fernández Liria Pensamiento crítico

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de su voluntad. Aquí, de nuevo, redujo al capitalista a una mera personificación del capital. Demostró que la producción de «plusvalor» genera por sus propias leyes una «compulsión al ahorro y la inversión» y que los capitalistas están coartados por esas leyes, como si se tratase de fuerzas de la naturaleza. Ello obliga a los capitalistas a aumentar constantemente la parte del capital que destinan a edificios, maquinaria, materias primas, etc., es decir, lo que Marx llamará el «capital constante». Marx demuestra que todo capitalista está interesado en aumentar obsesivamente la parte «constante» de su capital, reinvirtiendo sus ganancias incluso en total detrimento de su propio disfrute. Es más, se ve obligado a ello por una ley inexorable. Hasta tal punto el análisis de Marx prescinde aquí de cuestiones psicológicas o culturales, que llega a decir que esa misma ley determina y obliga al capitalista a disfrutar de cierto lujo y cierta ostentación. Así es, en efecto, porque la compulsión a acumular es tal que el capitalista necesita constantemente de créditos bancarios; y no se concede créditos a desarrapados o mendigos. Ahora bien, el método de Marx en este punto exige que consideremos que, de no ser por el papel de la ostentación y el lujo en esta especie de «diplomacia de los negocios», el capitalista viviría pobre como una rata y reinvertiría todas sus ganancias para ampliar su negocio.

      La cosa empieza a estar clara: Marx comienza con una monumental metedura de pata al adoptar la teoría del valor, lo que le obliga a partir de un presupuesto puramente metafísico. A partir de allí, elabora una «teoría insostenible»: la teoría del plusvalor. Luego, va introduciendo artificios y apaños, haciendo como que deduce cuando en realidad introduce otros razonamientos, y, finalmente, por este curioso y tortuoso camino, logra, de todos modos, «ver más allá» que todos los economistas de su época, unas veces acertando de forma «correcta» y otras veces, incluso, «genial».

      Así ocurre también, por ejemplo, con su «teoría de la concentración de capital»:

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