El orden de 'El Capital'. Carlos Fernández Liria

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El orden de 'El Capital' - Carlos Fernández Liria Pensamiento crítico

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dos años, de 2006 a 2008) no es que se concentre en la población trabajadora (lo cual era de esperar), sino que se concentra en la población trabajadora con empleo (lo que indica que el logro de un empleo protege cada vez menos contra la pobreza): según la OIT, en 2008, el 64 por 100 de la población ocupada en África subsahariana sufría la pobreza extrema; el promedio es del 28 por 100 para el conjunto de países «en desarrollo», y también muy elevado, del 10 por 100, en los desarrollados. Para el caso de España, informes como los realizados por Cáritas[40] ponen de manifiesto que la pobreza afecta a una quinta parte de los hogares españoles y la exclusión social a más de un 17 por 100.

      Es decir, Marx concibió correctamente que el fenómeno de las crisis económicas había que entenderlo desde una teoría del carácter cíclico de la producción capitalista. Incluso llegó a esbozar, en los borradores del Libro III, la teoría de unas oscilaciones más amplias, que acompañarían a los ciclos económicos en forma de ondas ascendentes y descendentes de larga duración, anticipándose, de ese modo, a la obra de Kondratieff.

      Se presupone, por tanto, que lo que hay que hacer es lo que Marx pretendió hacer; sólo que, para llevarlo a buen término, será preciso, primero, acumular «lenta y laboriosamente» «piedra y mortero», es decir, un material empírico suficiente. La economía, se nos ha dicho, es una «ciencia positiva» que trata de «describir o explicar procesos reales». Nada parece más natural que comenzar, pues, por acumular experiencias y ordenarlas mediante «ecuaciones funcionales» que permitan manejarlas.

      Como hemos visto, Marx ha hecho, al parecer, todo lo contrario. Ha sentado un presupuesto metafísico, en el que ha invertido años de trabajo y toda la Sección 1.ª de El capital, y se ha puesto a deducir a partir de él. Seguidamente, ha desarrollado una «teoría insostenible» para, luego, ir asentando sobre ella una «teoría artificiosa». Este «artificio» da sus resultados, sin embargo: las conclusiones de Marx suelen ser correctas, algunas incluso de sentido común para la economía actual, otras son calificadas de geniales, profundas y penetrantes. Habiendo partido de una premisa desencaminada y puramente metafísica, cada uno de estos aciertos se explica, curiosamente, en virtud de fallos en la deducción. Mil errores subsiguientes acaban por compensar el error inicial de haberse aventurado por la «senda perdida» de la teoría del valor. Los aciertos de Marx «no se siguen» de la premisa inicial. En realidad, Marx deduce mucho menos de lo que parece que deduce, o, cuando deduce, deduce mal. Lo que pasa es que ese «trabajador infatigable», mientras tanto, no ha parado de observar minuciosamente los hechos patentes de la realidad económica. Los ha observado con más paciencia y con más sentido que el resto de sus contemporáneos, y Marx nunca tiene reparo, por lo visto, en liberarse de la «servidumbre de su sistema» para acomodarse a sus penetrantes observaciones.

      1.3 Observación y teoría. El lugar de la teoría del valor en la arquitectura de El capital

      1.3.1 Sobre el juicio a Galileo

      Así pues, Marx ha ido de la teoría a la observación y no de la observación a la teoría, como parece natural. Sin embargo, la cosa no tiene nada de natural. Si esta alegación fuera definitiva, Francis Bacon debería haber sido, en lugar de Galileo, el padre de la física moderna. De hecho, es sorprendente constatar que el hilo conductor más básico de la argumentación de Schumpeter contra Marx presenta un paralelismo chocante con el tipo de argumentación que se esgrimió, en su momento, contra Galileo, en un tribunal que, por cierto, también fue «adverso» a su «técnica teórica». Sólo que, en este caso, el camino de Galileo logró en muy poco tiempo

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