¿Existen alternativas a la racionalidad capitalista?. Crisóstomo Pizarro Contador

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу ¿Existen alternativas a la racionalidad capitalista? - Crisóstomo Pizarro Contador страница 15

¿Existen alternativas a la racionalidad capitalista? - Crisóstomo Pizarro Contador

Скачать книгу

Estado, para el logro de su posición hegemónica, fueron aún más determinantes que la llamada Revolución Industrial16.

      Restructuración del sistema interestatal

      Luego de su triunfo sobre Alemania, Estados Unidos, en cuanto nueva potencia hegemónica impulsó una reestructuración del sistema interestatal funcional a sus intereses económicos y políticos. En este sentido, se destacan los Acuerdos de Yalta, entre Estados Unidos, la Unión Soviética y Gran Bretaña (1945), que fijan los territorios de influencia política en los mismos lugares donde se encontraban sus respectivas tropas al término de la Segunda Guerra; Bretton Woods y Naciones Unidas (1944 y 1945); el Plan Marshall (1947); la otan (1949), y el Tratado de Seguridad entre Estados Unidos y Japón (1951).

      Desde el punto de vista del comportamiento de los ciclos Kondrátieff, esta reestructuración corresponde a una fase A ascendente, que se prolonga aproximadamente desde el término de la Segunda Guerra hasta 1968-73. Es la fase que los franceses denominaron “les treinte glorieuses”, el punto culminante de la hegemonía de los Estados Unidos y la mayor expansión de la riqueza conocida hasta entonces.

      Durante esta fase de contracción, así como en la antecedente de expansión, Estados Unidos intentó reestructurar sus competencias políticas mediante la aplicación de diferentes medidas. Al respecto, sobresalen el lanzamiento por parte de la Naciones Unidas de la Década del Desarrollo (1970), la formación del Foro de Davos (1970), el Grupo de los 7 y la Comisión Trilateral (1973) y, posteriormente, el Consenso de Washington, que formalizará, casi en forma de decálogo, los mandamientos de acuerdo a los cuales debe regirse la globalización neoliberal que los Estados están obligados a seguir (1990).

      Hay que señalar que el declive de Estados Unidos como potencia hegemónica, y de las potencias hegemónicas en general, se origina en su creciente incapacidad para seguir manteniendo el liderazgo en innovación tecnológica, producción, comercio y finanzas, en la caída del poder político y militar aplastante y en el deterioro de su legitimidad política para transferir los costos de la producción a las zonas periféricas de la economía-mundo, esto es, las más pobres y políticamente más débiles.

      El declive de Estados Unidos

      y la fase B del ciclo Kondrátieff

      Sin embargo, a diferencia de la pérdida del poder hegemónico de Holanda e Inglaterra, el declive de Estados Unidos estaría ocurriendo cuando los principales Estados de las zonas centrales de la economía-mundo también se encuentran sumidos en una fase B del ciclo Kondrátieff. Esto constituye un fenómeno nuevo en la historia de “los largos siglos” pasados. La asunción del liderazgo hegemónico por parte de Inglaterra en el siglo xix, que sucedió al de Holanda en el siglo xvii, no aconteció en medio de una caída de todo el sistema-mundo capitalista. Esto constituye entonces una novedad en la larga evolución del sistema.

      En medio de esta crisis global es posible vaticinar el desahucio del dólar estadounidense como reserva monetaria mundial, sucedido por un mundo con una multiplicidad de monedas de reserva que permitirían una permanente fluctuación de las tasas de cambio, lo cual induciría a un congelamiento del financiamiento para nuevas actividades productivas. Al mismo tiempo, Wallerstein sostiene que ya no es posible evitar la declinación del poder hegemónico de Estados Unidos, después del fracaso de la política militar unilateralista llevada a cabo entre 2001 y 2006, durante la administración del presidente George W. Bush.

      El futuro de la economía-mundo capitalista como sistema histórico está asociado a su capacidad para asegurar que la tensión entre distribución y acumulación sea resuelta dentro de los límites del sistema económico y político vigente. El Estado necesita de la empresa privada para generar empleos y recursos financieros para la realización de sus funciones de bienestar, sin las cuales pierde toda su legitimidad. Por eso no puede horadar las competencias de la empresa privada para producir riqueza; pero la acción económica de la empresa está dinamizada por la incesante acumulación de capital y allí radica el origen de su oposición a toda forma de intervención estatal que limite su tasa de ganancias.

      El esfuerzo por compatibilizar crecimiento —dinamizado en el sistema capitalista por el incesante proceso de acumulación de capital— y distribución define la esencia de la propuesta socialdemócrata. Este es el tipo de compromiso que se expresa en el Estado de bienestar instaurado en las economías centrales y cuyo éxito estuvo condicionado a la gran expansión ocurrida durante los años cincuenta y sesenta, pero que empezó a dar señales de deterioro cuando la economía-mundo entró en los años setenta en un largo período de estagnación.

      Una eventual fase A del ciclo Kondrátieff no restauraría la normalidad del sistema

      Desde el punto de vista del comportamiento de la economía-mundo, Wallerstein no descarta el eventual surgimiento de una nueva fase A de expansión del ciclo Kondrátieff en Estados Unidos, pero la crisis sistémica impediría que ella pudiese cumplir la función de restaurar la normalidad del sistema.

Скачать книгу