Estados homogéneos y estados diversos. Arturo Seminario Dapello

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sin duda, la máxima fragilidad de la democracia depende de la mayor o de la menor educación o instrucción de quienes ejercen la soberanía, esto es, del pueblo. Cuando el soberano, o sea el pueblo, es poco educado o instruido, se puede desvirtuar el sentido de la democracia. Desde Roma los pueblos han buscado que el gobernante proporcione pan y circo. Vale decir, que el gobernante genere las condiciones para que haya mantenencia y haya entretenimiento o recreo. El inconveniente de un pueblo poco educado es que privilegia a quienes sólo pueden proveer entretenimiento o recreo. Un pueblo mejor educado se inclina más hacia quienes pueden generar las condiciones favorables para que haya mantenencia, esto es, la debida provisión de alimentos, víveres, etc. Simplemente porque cuanto mayor sea la educación, menos subjetivo o emocional y más objetivo o racional será el proceso de toma de decisiones.

      Así, entre los pueblos poco educados el factor popularidad tiene una significativa gravitación para que alguien acceda a los cargos electivos, trátese de la presidencia o vicepresidencias, miembros del Congreso, alcaldes o regidores, etc. En cambio, entre los pueblos más educados el factor confiabilidad tiene una mayor gravitación para que alguien acceda a los cargos electivos. De modo que en una democracia incipiente, de pueblos con menor cultura y civismo, un grueso porcentaje de las personas que acceden a los cargos por elección deberán su nombramiento a su popularidad. Mientras tanto, en una democracia más desarrollada, con pueblos de mayor cultura y civismo, una mayor cantidad de personas que acceden a los cargos por elección deberán su nombramiento al respeto y confianza que inspiran.

      Cambiar las precitadas tendencias ha resultado en extremo difícil, por cuanto han sido resultado del desarrollo cultural y del civismo de cada pueblo. Ello no admite ni sustitutos ni soluciones repentinas. Esa fragilidad de algunas democracias ha hecho que se interrumpiesen mediante golpes de Estado, tratando de restablecer el orden que se iba perdiendo y detener la desconfianza que enfriaba las inversiones productivas. Otra consideración que ha menoscabado la predictibilidad de los gobiernos democráticos ha sido la extensión del voto para todos, así como el acceso a los cargos electivos por cualquiera, ambos sin un mínimo de consideración por los requisitos de educación e instrucción. Entre otras ha sido por estas razones que se ha acuñado la conocida frase que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen. El problema ha sido que la democracia, poco o nada reglada, y ampliamente discrecional, ha contribuido a apartar a unos pueblos de otros, distanciando aquellos que privilegian la confiabilidad de aquellos que privilegian la popularidad. No obstante todos sus inconvenientes, la democracia sigue siendo la menos mala de las distintas formas de gobierno.

       Fracasos y éxitos en la diversidad y en la homogeneidad

      Se considera que los Estados con diversidad son en principio más complejos de administrar. La razón es que la diversidad supone conciliar mayores y más profundas diferencias. Un ejemplo notorio es el de la ex Yugoslavia, que pretendió aglutinar a los eslavos del Sur. Pero en ese propósito de amalgamar pueblos había que conciliar diferencias étnicas, religiosas, lingüísticas y demás. En la parte Norte estaban los eslovenos y los croatas. Ambos eran sobre todo católicos, por cuanto habían formado parte del Imperio Austro Húngaro. En la parte Este estaban los servios, que al tener como referente a Rusia eran cristianos ortodoxos. En la parte Central Oeste estaban los pueblos que en su momento fueron parte del Imperio Otomano y que, por ende, profesaban la religión musulmana, tales como los bosnios, los herzegovinos y los montenegrinos. En la parte Sur había algunos albaneses, también de pasado otomano, y los macedonios emparentados a los griegos del norte del mismo nombre. Se creyó que el éxito de semejante unión era una prueba de la posibilidad de integrar gentes con trasfondos diversos.

      Sin embargo, con la muerte de su líder unificador, el mariscal Tito, arreciaron los odios de las distintas comunidades, en lo que fue una de las guerras civiles más crueles. El resultado fue que, luego de movilizar y desplazar gente de uno a otro lugar, cada una de estas etnias formó su propio Estado. No se sabe cuál fue el factor, entre la raza, la religión y el idioma, que más incidió en esta desintegración. Aparentemente pudo haber sido la religión, que separaba a los católicos de los cristianos ortodoxos y de los musulmanes. Pero si esa era la gran división, luego los separaban los matices raciales. Así, los eslovenos y croatas se consideraban más occidentales; los servios se consideraban eslavos más puros; y a los demás, bosnios, herzegovinos, montenegrinos, allaneses y macedonios, los consideraban con algún mestizaje producto de ancestros que vivieron en el Imperio Otomano.

      Checoslovaquia también se constituyó en base a la unión de pueblos, los checos de la parte Oeste con los eslovacos de la parte Este. En la frontera occidental de Checoslovaquia vivía una considerable población germanoparlante que se sentía más bien vinculada a Alemania. Los coordinados reclamos de los líderes de esa población, con los líderes de la Alemania nazi, llevaron a que Alemania se apropiara de Bohemia y Moravia, controlara Eslovaquia, y dejara Rutenia para Hungría. Culminada la guerra se volvió a configurar Checoslovaquia bajo el control de la URSS, que en 1968 la invadió para evitar desviaciones liberales y/o occidentales. Removido el Muro de Berlín, y desintegrada la URSS en varios Estados, entre otros Rusia, siguió existiendo Checoslovaquia. Luego ésta libremente se dividió en dos repúblicas: la Checa, con la población más bien germana y occidental, y la Eslovaca, con la población más bien eslava y oriental. Aparentemente, en este caso el factor separador fue la diferencia entre la población checa y la población eslovaca. Un caso más tenue de separación fue el de Suecia y Noruega, dos pueblos muy semejantes, casi iguales, con un ligero matiz de mayor cultura en Suecia que en Noruega, que decidieron amigablemente separarse.

      Con la independencia de la India, al final de la Segunda Guerra Mundial, surgió el problema de las poblaciones musulmanas. Estas poblaciones musulmanas estaban mayoritariamente en el extremo noroccidental de la India, en el actual Pakistán, y en el extremo oriental de la India, en la actual Bangladesh. Claro que minoritariamente había poblaciones musulmanas en parte de la actual India, como también había poblaciones indios en los territorios que después fueron Pakistán y Bangladesh. Como la partición se hizo atendiendo sólo criterios religiosos, los traslados de poblaciones de uno a otro lado, para que habitaran entre correligionarios, trajeron violencia y muerte.

      La independencia de los indios la lideraba Mahatma Gandhi, y la independencia de los musulmanes la lideraba Mohammed Ali Jinnah. Además de este factor se considera que fue determinante el pensamiento del historiador inglés Arnold Toynbee, que asesoraba a su gobierno. Toynbee consideraba que el factor religioso era el que más incidía en la diversidad. Consideraba, más aún, que a cada gran religión correspondían determinados ámbitos territoriales. Por eso se puso el acento en la común religión musulmana entre los que estaban en el extremo noroccidental y entre los que estaban en el extremo oriental. Por eso también se le dio menos importancia al hecho de que los que estaban en el extremo noroccidental, la actual Pakistán, eran pueblos emparentados con los habitantes del Asia Central. Entretanto, los que vivían en el extremo oriental eran bengalíes iguales a los que habitaban en el territorio de la India. En la práctica, la población noroccidental se convirtió en la clase gobernante y la población oriental se convirtió en la clase gobernada y tributaria de ésta. Luego de una sucesión de situaciones violentas en 1971, la población oriental, o Pakistán del Este, con ayuda de la India, proclamó su independencia y estableció el Estado de Bangladesh. En el caso de Pakistán Occidental y Pakistán Oriental, la separación territorial no evitó la dominación del más fuerte y la subordinación del más débil. Las diferencias culturales y raciales hicieron imposible la convivencia, generando la desintegración en dos Estados distintos.

      La URSS continuó, hasta que se disolvió en 1991, con la política de rusificación de los territorios periféricos que habían iniciado los zares. La URSS fue una confederación de repúblicas, unas europeas, otras asiáticas, y Rusia, que atravesaba Europa y Asia. Entre las europeas estaban Estonia, Latvia, Lituania, Bielorrusia, Ucrania, y en alguna medida, con proximidad al Mar Negro, Georgia, Armenia y Azerbaiyán. Entre las asiáticas, a partir del Mar Caspio y el Mar de Aral, estaban Turkmenistán,

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